24 enero 2014

Beneath the rose

Paso I: Conquistar a Hahsuc.

Realmente no le hacía demasiada gracia, pero el plan de Kârmne era sencillamente magistral. Tenían poco tiempo, así que debían aprovecharlo al máximo. Los siguientes días Akinom, en contra de su voluntad, complació a su prometido y logró convencerle de que sus encantos comenzaban a hacer mella en ella y se estaba enamorando perdidamente de él. Por fortuna, o por desgracia, Ark-los había partido hacia el sur y no tenía que contemplar aquel humillante espectáculo. Le echaba de menos, contar con su presencia hubiera hecho que su misión fuese mucho más llevadera... En fin, merecía la pena si así se libraba del arrogante de su prometido.

- ¿De verdad esto es imprescindible? -preguntó Akinom mientras sus criadas más fieles la ataviaban con una hermosísima túnica rojo carmesí- He sido amable con él, hemos paseado, observado las estrellas... He sonreído y le he mirado como si fuera... -su voz se rompió.
- Si, mi señora. Se que es duro, pero acabará pronto. No veáis lo que me cuesta tratar cordialmente con Berthal, es un joven absolutamente insoportable. No me arrepiento del golpe que le propiné la semana pasada... -rió su sacerdotisa haciendo sonreír a Akinom. Sus criadas estaban al tanto de su plan y tampoco apreciaban a aquellos extranjeros, por lo que rieron discretamente a su vez. Todas menos una, cuya sonrisa de desprecio pasó desapercibida.
- Ya estais preparada, mi señora -comentó una sirvienta dándole los últimos retoques a su maquillaje. Akinom se miró en el estanque y sonrió con tristeza. Estaba realmente preciosa, su belleza quedaba realzada con todo lo que llevaba puesto y parecía una auténtica reina. Lástima que la única persona que deseaba que la viera así no estaba a su lado... 

La joven se dirigió al jardín interior, donde su prometido la esperaba ansioso y satisfecho de ver que por fin estaba conquistando a la reina de Imlan. Pronto toda su fortuna le pertenecería.


Paso II: Deshacerse de Berthal.

El hermano de Hahsuc era el joven más impertinente, malcriado, inmaduro e irritante que había conocido jamás, y su soberbia solo era superada por la de su hermano. Paseaba por Imlan como si aquello le perteneciera, coqueteaba con las sirvientas... Realmente no le apetecía pensar en él más de lo debido, su misión era entretenerlo y eso era justamente lo que iba a hacer, aunque para ello tuviera que presentarle a todas las jóvenes del reino. ¿Su hermano quería una prometida para él? ¡Pues ella se la encontraría!

- ¿Dónde se habrá metido ese imbécil? Tengo a una señorita de gran belleza esperándole... En serio, con lo presuntuoso que es no debería hacer esperar a nadie, solo alguien que realmente codicie una fortuna se casaría con él... -murmuraba Kârmne para sí. Mientras meditaba, notó algo en uno de los pliegues de su túnica; la tablilla de Fe-âh-do. Se había olvidado completamente de ella. La sacerdotisa volvió a leer el mensaje y reparó en las palabras con mayúscula una vez más. ¿Qué querrían decir? Estaba claro que era un mensaje encriptado, tal vez sería buena idea pararse a tratar de adivinarlo, pero no tenía tiempo. La posible nueva conquista de Berthal esperaba. 


Paso III: Demostración de amor.

- Estás... preciosa -suspiró Hahsuc viendo aparecer a Akinom. La joven se movía con una elegancia digna de la futura reina en la que iba a convertirse, y Hahsuc no podía dejar de admirarla. Quería sus posesiones, su reino... y estaba empezando a desear realmente a aquella hermosa joven. No tenía nada de malo, haría el matrimonio mucho más sencillo y estaba claro que ella comenzaba a sentir lo mismo por el... Por fin se estaba olvidando de aquel consejero, y eso conllevaría tantos momentos a su lado... Hahsuc sonrió de forma arrogante y Akinom le sonrió a su vez ocultando con maestría sus sentimientos. El reino jamás sería suyo. 

- Tu también estás muy elegante -comentó de forma coqueta. Trataba de imaginar que estaba con Ark-los, de esa forma los cumplidos eran mucho más naturales. 
- Y bien... -comenzó él tomando su mano- ¿cuando me concederás el honor de ser tu esposo?
- Pronto. Los preparativos ya están siendo dispuestos y...

Akinom se detuvo ante la cercanía del joven. ¿No querría..? 

- Mi señora, las frutas con miel -interrumpió una sirvienta. 

La joven suspiró aliviada y por fortuna su prometido interpretó aquel sonido como una queja, por lo que sonrió. 

- Tenéis visita -dijo la criada cuando acabó de preparar el aperitivo.
- No quiero recibir a nadie, estoy ocupada. Díselo a quien sea -ordenó Akinom.

La sirvienta se fue sacudiendo su larga melena caoba y Hahsuc volvió a tomar la mano de su prometida.

- ¿Dónde estábamos? Creo que me hablabas de los detalles de nuestro casamiento -susurró dulcemente.
- Si... -dudó Akinom. No quería que el joven volviera a...

Si, ahí estaba. Acercándose de nuevo. ¿Pretendía besarla? Su rostro estaba cada vez más cerca, y Akinom cerró los ojos. Su imaginación tenía que volar lejos, muy lejos... Tan lejos que pudiera alcanzar sus labios...

- ¡Akinom!

La joven abrió los ojos y su mirada se encontró con la de Ark-los. La sangre se le heló en las venas. 

- ¡Lo siento, mi señora! ¡No he podido detenerlo! -se disculpó con tono falso la sirvienta. 
- ¡Am-näir..! Hablaremos más tarde. 

La joven hizo una reverencia y mientras se retiraba miró lascivamente a Ark-los, gesto que no pasó inadvertido a Akinom, que se sintió arder de furia. 

- ¡Am-näir! -la joven la miró inocentemente- Quiero que te ocupes de embellecer todos los estanques de palacio. Tu sola, tengo plena confianza en tus capacidades.

La criada la miró sorprendida. Era una tarea muy dura para una sola persona. 

- No deberías tratar así a tus sirvientes -comentó Ark-los cuando la joven desapareció. Akinom le miró con dureza.
- Mis criadas deberían saber cuál es su lugar. 
- Tal vez te molesta que te hayamos... distraído -dijo mirando fijamente a Hahsuc, que le dedicó una sonrisa soberbia.
- Tal vez... -Akinom no podía arriesgarse a echar a perder su plan, aunque le doliera en lo más profundo tratar así al amor de su vida, que la miraba como si no la conociera.
- Hahsuc... ¿podrías dejarnos a solas? -pidió amablemente Ark-los con la mirada más fría que le había visto jamás. 
- Por supuesto que no. 
- Lo que tengas que decirme puedes decírmelo delante de mi futuro consorte. 

Ark-los le dirigió una mirada que le partió el corazón e instantáneamente se arrepintió de sus palabras. Por otra parte, comenzaba a indignarse ¿Cómo era posible que Ark-los creyera realmente que se estaba enamorando de Hahsuc? ¿Es que no la conocía en absoluto? Si, definitivamente su tristeza estaba convirtiéndose en furia.

- No voy a hablar delante de ese.
- Más respeto, Ark-los -susurró con voz amenazante Hahsuc.
- Olvídalo, amor. Déjame un instante a solas con el, no regresará a importunarnos -murmuró la joven seductoramente en su oído de forma que Ark-los no pudiera escucharles. 
- Increíble... -musitó el consejero. No podía dejar que Akinom fuera engañada por ese farsante, pero parecía que la había perdido... Sentía que estaba inmerso en una pesadilla de la que no podía despertar, y, sin embargo, aún estaba convencido de que tenía que haber otra explicación...


Paso IV:  Cerciorarse de que las lealtades son sinceras.

Nunca hay que confiar en nadie. Nunca hasta que te demuestra su auténtica lealtad. Suerte que a ella no se le escapaba nada. Kârmne había logrado encontrar a Berthal y le había llevado por fin hasta la joven que le esperaba impaciente. Pobrecilla... Al menos el muy estúpido creía que tenía miedo a su hermano o algo y por eso le trataba con tanta amabilidad... En cuanto pudiera... ¡oh, la venganza sería terrible!

- ¡Disculpa!

La sacerdotisa esquivó a Am-näir librándose de que la rociase con el agua que portaba. 

- ¡Am-näir! ¿qué ocurre?
- Akinom me ha ordenado embellecer los estanques de palacio -comentó la joven con un tono de voz que a Kârmne no le gustó.
- ¿A ti sola?
- Si.

La criada se dirigió al estanque y Kârmne la miró fijamente. La joven se encontraba entre el círculo más cercano de Akinom, y conocía sus secretos... Conocía...
La sacerdotisa abrió los ojos desmesuradamente. La reina estaba en peligro.


Paso V: Mantener alejado a Ark-los.

- Estás preciosa.

Akinom dejó momentáneamente de respirar. No supo qué decir.

- Dime que todo esto es parte de alguna trama urdida entre tu sacerdotisa y tu. Dime que no te he perdido... -continuó el consejero tomándole la mano. Jamás le había hablando así. 
- Ark-los...



Dedicado a Mónica, ¡feliz cumpleaños cuca!

15 enero 2014

Millennium

No estaba mentalmente preparada para aquello. Se había puesto en lo peor, pero sus más horripilantes pesadillas no alcanzaban a describir el atroz espectáculo que contemplaban sus ojos. Desde que atravesó la puerta se vio inmersa en un mundo rosa de peluche que parecía una réplica de la casa de la Barbie más pija y empalagosa que había visto jamás. Aquí y allá veía tapetes, puntillas, objetos de color rosa que no debían tener ese color, lacitos, ositos, perritos y montones de cosas que acababan en "itos". Todo era tan hortera que tenía ganas de echarse a llorar, suicidarse, o lo que fuera necesario para dejar de ver todo aquello.

- ¡Qué traaauma! ¿por qué a mi? ¿por qué tuve que ganar ese juego? -se preguntó en voz baja mientras avanzaba por las estancias con la sensación de ser una muñeca.

Estaba tan desorientada entre tanta purpurina que casi había olvidado a qué había ido. Un momento... ¿para qué estaba allí? ¡Aah! vale, vale, el jengibre y la mandrágora, alguien las había robado de su casa... Y hablando de casas, con lo bonita que era esta por fuera, ¿cómo podía tener tan mal gusto su decoradora? En ese instante recordó el pollo en el ojal que adornaba la chaqueta que Jason había encontrado y ahora llevaba en la mano y le dio un escalofrío. No quería encontrarse con ella por nada del mundo... cogería sus ingredientes, le dejaría algún maleficio para fastidiarla y se iría a toda prisa. Sus amigos la esperaban fuera, nada podía salir mal.

¿Nada?

¡Todo estaba saliendo mal! Las habitaciones se parecían mucho entre ellas y todo lo que tenían parecía de juguete. Parecía imposible pensar que un ser humano real viviera allí, pero es que ella era... bueno... "muy especial". Por decirlo de alguna forma. El caso es que era incapaz de encontrar la cocina, el sitio más lógico para guardar el jengibre, aunque tampoco es que la chica tuviera muchas luces... podía haberlo puesto en cualquier sitio, y no estaba dispuesta a husmear entre todos sus cacharritos. Si estuviera segura de que no estaba en casa, un poco de magia y...

- ... es que en verano cuando me depilo no me duele, porque como estoy muy morena...

Genial, estaba en casa. Niree escudriñó a través de la puerta por la que salía la voz. Debía ser su cuarto, adornado tan hortera como el resto de la casa, pero con más fotos de ella aún si cabía. Solo le faltaba la palabra "ego" escrita por algún lado...

- Perdona... creo que he escuchado un ruido... ¡luego te llamo!

La chica colgó el teléfono, tomó su varita y se puso en guardia. Niree maldijo para si, ¡qué lástima haber pisado aquel peluche! Le dio una patada y lo mandó a la otra esquina del cuarto. Estaba harta, ¡solo quería coger sus ingredientes y largarse! Un duelo con esa panoli no le apetecía en absoluto, y menos en ese momento, en el que la chica sujetaba la varita de una manera tan extraña... Quizá acababa de pintarse las uñas...

- ¿Quién anda ahí? 

¡Argh, no sabía dónde meterse! La brujita ejecutó un salto gimnástico y se escondió tras un sofá justo a tiempo para evitar que la otra la viese al salir de su habitación. La chica miró a todos lados, varita alzada, y empezó a moverse con cautela por la sala. Niree no sabía qué hacer, podía intentar el típico hechizo de invisibilidad, pero para ello tendría que hablar en voz alta y la otra la descubriría. Solo le quedaba cruzar los dedos y esperar que no la encontrara.

- Se que estás ahí, ¡te veo un pie a través del espejo!

¡¡Vaya!! Era cierto, aquella casa estaba llena de espejos, incluso en los sitios más inauditos. Era de suponer que le gustaba ver cómo le quedaban los zapatos antes de salir... o quería verse las pantorillas, ¡qué mas daba! El caso es que la había descubierto, ¿qué iba a hacer ahora?

El sonido del timbre distrajo a ambas de sus pensamientos. La dueña de la casa no sabía que hacer. No podía dejar a su "invitado" ahí y arriesgarse a que se le escapara... Sonrió maliciosamente y conjuró una jaula alrededor de Niree, que no pudo hacer nada. 

- Te quedarás ahí hasta que vuelva, después te daré una lección -dijo la chica sin ni siquiera pararse a mirar quién podía ser.

Niree guardó silencio. Con suerte Jason... ¿qué decía? ¡Nêither! tendría algún plan para sacarla de allí. A estas alturas supondría que se había quedado atrapada y vendría a salvarla. Si, estaba segura. Si podría, vendría.



Dedicado a Irene, ¡feliz cumpleaños Iván!

07 enero 2014

Blimey! sail ho!

El Capi no cabía en sí de felicidad, ¡por fin un barco nuevo! Nuevo por decir algo, porque como bien había observado no estaba en demasiado buen estado... pero era mejor que nada, les permitía hacerse a la mar y viajar de nuevo. ¡No podía pedir más!

- No sé si tallar mariquitas en este barco... -pensó en voz alta Ione- tiene algo que no me acaba de gustar...
- Tállale chinches, ¡esto está infestado! -se quejó Trova.
- Estos Tdagn son un poco guarros... ¿si? -rió Krämse.
- ¡Arriaz velash! debemosh bhuscar algo mejor que esohs trapos... -recomendó Capi. Los marineros se pusieron a buscar en las bodegas algo que pudiera servirles y Trova saludó de forma burlona a los piratas que se habían quedado en Nymrä. 

- Ale, ¡que busquen su dichoso tesoro! No hay ningún tesoro en Nymrä, ¿verdad? -preguntó Trova dirigiéndose a Krämse.
- Bueno... el tesoro de nuestros corazones es irremplazable, si tienes un motivo tienes un tesoro... -contestó el hombrecillo.
- Si tienes un amigo tienes un tesoro...

- ¿Si?
- Es el dicho.
- ¡Ah! pero no me refería a eso, ¿si? el tesoro está en nuestros corazones.


Trova miró con cara interrogante a Ione, que simplemente sonrió. Como ya le había dicho anteriormente, Krämse era un genio.

- ¡Mirad lo que je enhcontradooo! -chilló Capi, emocionado, apareciendo detrás de ellos. ¿Cuando había abandonado el timón? Trova salió corriendo y lo agarró justo a tiempo para evitar un fuerte viraje mientras el Capi les enseñaba un hermosísimo astrolabio.
- Bonito astrolabio -dijo Ione.
- ¡OH!

Krämse se había quedado lívido. De un tirón arrancó el instrumento de las manos de un confuso Capi y se puso a examinarlo detalladamente.

- ¿Qué pasa, Krämse? -preguntó la joven. 

El hombre no contestó, estaba completamente abstraído. Capi le miraba curioso, no entendía qué tenía de especial ese sextante, aparte de ser una de las pocas cosas no roñosas que se encontraba en el navío. 

- ¿Y bien?

Krämse siguió dándole vueltas entre sus dedos, por lo que los otros lo dejaron tranquilo. Ya hablaría cuando quisiera. 

- Estos piratas trataron fatal a su embarcación... -comentó Ione, mirando la madera astillada- debían de tener un montón de peleas a bordo.
- Losh Tdagn son muy sanghuinahrios, el peligro acecha cuhando están cerca... se fundaron en el shiglo XVII y deshde entohnces siembran el páhnicoh allí dónde van...

- ¡Qué interesante! ¡cuéntanos más! -pidió Trova desde el timón.

El Capi se sentó en el suelo y algunos marineros se pusieron a su alrededor para escuchar la historia. Krämse seguía examinando el sextante completamente absorto en su tarea, lo que le confería al objeto un atractivo aire de misterio que Ione sentía la obligación de resolver. 

- Los pirathas Tdagn... -empezó el Capi.
- ¡¡Lo tengo!! -gritó Krämse agitando el astrolabio, triunfal.
- ¡Oh, oh..!

Todos miraron a Trova, que señaló hacia delante. A lo lejos podía divisarse la silueta de otro barco, también de velas negras y con una bandera pirata. 

- ¡Girad a bharlovhento! ¡perdáhmoshlo! -gritó el Capi.
- ¡No puedo, ya vamos en dirección barlovento! -respondió Trova.
- ¡Oh..! phues...
- En serio, mi descubrimiento es muy importante, ¿si? -comentó Krämse, ajeno a la preocupación de los demás.
- ¡Ahora no, Krämse! ¡noh quiehro motinhes! digoo, ¡noh quiero nhada cohn piratash! -chilló Capi, nervioso.
- No se preocupe, Capi. Esos piratas vienen a por el barco, ¿si? pero nosotros somos más listos y los vamos a conducir a una trampa. 
- ¿Cómo? -preguntó Trova.
- Dejadme un mapa.

El navío pirata avanzaba lentamente hacia ellos y a través de los catalejos percibieron movimiento en cubierta, señal inequívoca de que los habían visto. Los piratas parecían emocionados, como les dijo uno de los marineros, y Krämse les explico que era normal debido a su descubrimiento. Cuando le preguntaron que había descubierto solo negó con la cabeza.

- Toma, el mapa -le tendió Ione mientras Krämse se situaba al lado de Trova para guiarle.
- Bien... nosotros estamos aqui, ¿si? Si llegamos hasta esta zona hay unos extraños arrecifes donde podrán encallar, no como estos que se ven alrededor -dijo señalando hacia las rocas que emergían del agua.
- ¿Y se lo creerán? -preguntó el joven, escéptico.
- Si, son una insólita formación oculta propia de estas aguas. Casi nadie los conoce, esperemos que ellos tampoco... ¡y de ser así fingiremos ser nosotros quienes no lo saben y les haremos naufragar!
- Me da miedo... -comentó Ione ante el entusiamos de su mentor.
- Son piratas malos, ¿si? No merecen mi hallazgo.
- A prhopóhshito, ¿qué ehs? -preguntó Capi.
- Primero debemos librarnos de los piratas, después os lo cuento.



Dedicado a Jose y Violeta, ¡feliz cumpleaños bollus!

01 enero 2014

Lunacy (Illumination) III


Oí unos sonidos extraños en aquel lugar a oscuras, que poco a poco se fue iluminando... Era una estancia con una tonalidad sepia, como si me hubiera transportado a un viejo recuerdo del que ya no tenía conciencia... Todo en ella estaba desordenado y roto, como si su dueño hubiera abandonado el lugar hacía mucho tiempo... Miré a mi alrededor en busca de algo que tuviera sentido dentro de aquel caos, pero no encontré nada que me dijera lo que quería descubrir, ningún elemento que me recordara aquel pasado que ya no era parte de mi... Mis ojos se posaron en un antiguo relicario que contenía algunos recuerdos de una época antaño olvidada, que mostraban todo el dolor oculto que yacía tras aquella perenne sonrisa que denotaba una fuerza que realmente no sentía, una alegría que nunca fue auténtica, un dolor velado tras una regia fortaleza que comenzó a ser parte de su personalidad, el orgulloso escudo que empuñó durante años para defender su personalidad...
Los recuerdos pertenecían a una persona que había muerto en mi interior hacía siglos, y sin embargo aún arrastraba su cadáver...

No supe en que momento me eché a llorar, pero las lágrimas resbalaron por mis mejillas mientras trataba de recordar a aquella persona que yacía en lo más profundo de mi mente, que paseaba por las noche por mis pensamientos para recordarme que hubo una época en la que los sueños no eran tan fáciles de alcanzar. Toda aquella crueldad nunca estuvo justificada, y ambas lo sabíamos en este momento, en el que el brillo de un nuevo amanecer nos iluminaba y hacía que sonriéramos de verdad apreciando nuestra suerte...

El portal brilló a mi lado en medio de la estancia y echando un último vistazo a mi alrededor lo atravesé sin mirar hacia atrás mientras el olvido lograba que los malos recuerdos se borrasen... 



Continuará...

Ravenheart












La intensa negrura de los muros de su castillo brillaba de forma sobrenatural en la profunda oscuridad de la noche. Una corriente de aire surcó las ramas de los árboles y penetró por una de las vidrieras rotas, moviéndose a través de las estancias cubiertas de niebla nacarada hasta llegar a la sala del trono, donde hizo oscilar la melena azabache de una joven de penetrantes ojos verdes que alzó la vista del pergamino que leía. 

- Te esperaba.

La corriente de aire se volvió azulada y comenzó a girar sobre si misma hasta convertirse en una figura sepulcral que sonrió de manera siniestra a la reina gótica. Sus ropajes, al igual que sus manos y su cabellera, se desdibujaban en neblina; emitía una débil luz que no pertenecía al mundo mortal y sus movimientos eran lentos y pausados, como si se perdieran en el tiempo.

¿Realmente aún no has comenzado tu misión? -preguntó con voz etérea.
- Que ya no pertenezcas al mundo de los vivos no te exime de ser respetuosa con tu reina.

La figura femenina cambió su rostro totalmente. Con una reverencia, se inclinó.

- Lady Blue.
- ¿Lady Blue..?
- Lady Blue Kanoo -completó la mujer.
- ¿Qué deseas? -dijo la reina.
- Saber por qué el velo continúa rasgado y los muertos regresan a la tierra de los vivos.
- Trato de descubrirlo a través de este pergamino -señaló la joven.
- ¿No sería mejor consultar el Libro de las Sombras?
- La Wicca no tiene nada que ver.

Lady Blue la miró con firmeza y el espíritu guardó silencio. Los secretos de su religión nunca debían ser confesados a los no iniciados, y su linaje no era lo bastante puro como para sentir la magia que rodeaba la naturaleza de aquel mundo. 

- De todos modos no entiendo cómo puede gustarte que tu castillo esté lleno de ánimas que no pertenecen a este lugar...
- Todos pertenecieron a este mundo y ahora regresan en forma de niebla a recorrer los caminos que anduvieron en vida. La existencia es una mera conjetura, no sabemos qué hubo antes y tememos lo que haya después... -reflexionó Lady Blue.
- Sêdnä...
- ¡¡NO!!

Lady Blue movió las manos con rapidez y provocó un rayo de energía eléctrica que rodeó al espíritu. 

- Jamás... pronuncies... mi nombre...
- ¡Lo siento, mi señora! 
- Jamás... pronuncies... mi... nombre... -continuó la joven, con los ojos totalmente negros. Sus poderes psíquicos eran muy potentes.

La energía aumentó en intensidad, y de repente, se extinguió. Lady Blue miró al espíritu, que le devolvió una mirada desafiante. 

- ¿Qué ocurre? 
- Nada, mi señora... Los misterios del más allá, al igual que los secretos de la Wicca, no deben ser revelados... y es por eso que el velo...
- Si, conozco el oráculo.
- Deberíais prestarle auténtica veracidad. La conexión entre ambos mundos... revela una profunda... océano... de los albores... de la existencia...

El espíritu se desvaneció tras sus palabras en una suave iridiscencia. Lady Blue sonrió para sus adentros y abandonó su trono. Si, su castillo estaba lleno de ánimas... lleno de antiguos autores, viejos reyes, sirvientas anónimas y bardos medievales, druídas, alquimistas, sacerdotisas y artistas olvidados. Todos habían sido convocados tras murmurar extrañas letanías, y todos habían acudido prestos a su aquelarre. Nadie les había obligado, lo hacían por propia voluntad. El velo no podía permanecer rasgado, pero la tentación de hablar con figuras históricas de gran relevancia para el desarrollo de la humanidad era más fuerte que ella... Quería oír sus historias de sus propias voces, y entonces la niebla nacarada volvería a su reino inmortal cuando el velo se sellara. No dejaría que vagaran a oscuras durante toda la eternidad, lo juraría ante cualquier poder supremo y cumpliría su promesa.


- Äenylan nÿrobehian, äenylen nüryveial.

La figura de una joven esbelta, de larga cabellera castaña y ojos oscuros emergió entre la bruma. Al igual que con el anterior espíritu, su silueta se difuminaba en la niebla.

- Ödyhn -se inclinó con una reverencia la reina.
- Lady Kanoo -respondió a su vez el espíritu. Su voz hacía un ligero eco.
- Por favor, sacerdotisa, os imploro que me contéis los secretos de la Atlántida -pidió Lady Blue.

La joven sonrió y dirigió su mirada al más allá, recordando su anterior vida.

- ¿Qué deseais saber?
- Habladme de vuestras creencias.
- La población de la Atlántida reverenciaba a dos deidades -comenzó la sacerdotisa- Ammu, diosa de la Luna, y Sa'at, su hijo. Nuestra religión se basa en la paz y el entendimiento. Ammu era la madre amorosa del pueblo y nos proveía de todas nuestras necesidades. Su hijo era su consorte. Cuenta la leyenda que cuando ya era un jovencito, Sa'at salió solo a cazar sin decir a su madre a dónde iba. Entonces se cruzó con un monstruo marino, una gran criatura de fuerza ilimitada. Sa'at pensaba que podría domar a aquella bestia, pero pronto se vio atrapado entre sus poderosos tentáculos. Ammu, que había ido en busca de su hijo, venció a la criatura, devolviéndola a su guarida en las profundidades del océano cósmico y así evitando que el joven perdiera la vida. Sa'at cambió desde entonces y se volvió inestable, inquieto, y a veces propenso a realizar actos de una violencia sin sentido. Estaba dispuesto a destruir mundos enteros sin razón. Con el fin de contenerle y calmar su destructiva energía, Ammu le nombró su consorte y le permitió ayudarla en el gobierno del universo. Su responsabilidad era viajar al sol todos los días. A pesar de los esfuerzos de su madre, Sa'at se desmoralizó poco a poco y amenazó con causar más destrucción. Así, Ammu le envió lejos para luchar con un toro, una bestia que ella sabía que podría vencer, consiguiendo de esta forma mantener a su hijo y consorte bajo control.

Lady Blue la contemplaba fascinada. Nunca había soñado con el privilegio de poder escuchar las historias del mundo a través de sus habitantes pasados.

- Contadme mas, os lo suplico.
- Las sacerdotisas vivíamos en la Atlántida, pero también en numerosas comunidades secretas alrededor del mundo. Celebrábamos los Festivales Lunares dos veces al año, en conmemoración a la generosidad divina y la sabiduría de nuestra amada diosa, así como los sacerdotes de Sa'at celebraban el Festival del Sol, de gran exuberancia, dónde los jóvenes de la isla tomaban parte en competiciones que les daban la oportunidad de mostrar su fuerza y agilidad, además de deslumbrar y divertir a las jóvenes de la isla.

Su mirada se perdió en la lejanía, y Lady Blue adivinó que sus recuerdos demostraban añoranza de su anterior vida.

- ¿Qué podéis contarme de vuestra historia?

La sacerdotisa la miró con seriedad.

- Las recientes generaciones de la isla no recordamos por qué o cuándo nuestros antepasados se asentaron en la Atlántida -dijo. No conocemos nuestra historia. ¿Desde cuándo existimos? ¿Cómo llegamos a ser lo que fuimos? Éramos muy conscientes de nuestras diferencias con el resto de pueblos, que en nuestra época luchaban por emerger de aquello que vosotros denomináis prehistoria. Nosotros teníamos la sensación de haber estado siempre allí, con nuestras leyes, costumbres y tradiciones. Siento no poder revelaros más acerca de esto -se disculpó.
- No os preocupéis, vuestra historia me cautiva. Parece que vivíais en un lugar de paz y armonía, donde la rivalidad y los secretos no parecían intrigar ni prosperar. ¿Me equivoco?
- Es cierto, mi señora. Eran buenos tiempos. 

Lady Blue guardó silencio mientras el espíritu de aquella joven sonreía dulcemente. Era muy afortunada por poder conocer su mundo, oculto durante siglos a la humanidad.

 - Lleváis un hermoso cristal en vuestro cuello, ¿qué es? -preguntó la reina con curiosidad. La joven lo acarició con ternura.

- Es nuestro secreto, el más grandioso. Os lo revelaré si me juráis no desvelárselo a nadie más.



Dedicado a Sedna, ¡feliz cumpleaños guapa!