18 agosto 2014

Polychromy

Tenía que escapar de aquel lugar antes de que fuera tarde. Estaba claro que la escritora había perdido interés en su relato, su imaginación se había extinguido o había olvidado aquella narración en la que le había abandonado a su suerte... Esperanzado, contempló a la narradora. Su imagen permanecía helada y no se inmutó. De acuerdo, cuestionar sus dotes literarias no iba a liberarlo... debía buscar otro camino.

De pronto, se percató de algo. Las siluetas informes habían adquirido una llamativa policromía que le hizo pensar que no estaba perdido en aquel mundo narrativo. El silencio le rodeaba, y el paisaje comenzó a configurarse en un bosque de neblina pigmentada que debía atravesar para abandonar aquel lugar para siempre. No tenía voluntad propia, pero sabía que era lo que ella quería, así que la dejaría guiar sus pasos. Por otra parte, la narradora ya no escribía, así que tal vez no era más que un recuerdo perdido en algún recóndito lugar de su memoria... ¡Oh, pero qué filosófico se estaba volviendo! 



Dedicado a Pelayo, ¡feliz cumpleaños!

08 agosto 2014

Beautiful liar

El frío aire de la noche les despejaba mientras abandonaban el lugar volando. Era muy cansado, pero no podían arriesgarse a continuar a pie hasta que hubieran salido de los confines del bosque. 

- A ver, deja que adivine... Si estamos en Gülynes significa que nos hemos desviado bastante de nuestra ruta... Y si mi geografía no me falla, al norte está Nôr, al sur Ôklam, al este Nÿruve y al oeste... ¿Dônydam? -razonó Srynna.
- Pero... hay que ver... ¡no has dado ni una! -se asombró Jeanpo.  
- ¿Cómo que no? -se ofendió la otra mientras Wherynn contenía la risa una vez mas.
- Veamos... ¿sabes que el sol sale por el eeeste, no? -se burló su amigo.
- Si... 
- ¿Según tu en qué dirección volamos ahora?

Srynna se quedó en silencio y miró con poco disimulo a su alrededor. Era noche cerrada y ni siquiera veía la luna. Observó las estrellas y tras un largo rato probó suerte contestando "hacia el oeste".

- ¡Muy bien! -alabó Jeanpo- pues al oeste de Gülynes... está Êmydio.
- ¡NO!

Wherynn y Jeanpo suspiraron al mismo tiempo. Se lo iba a poner difícil...

- ¡¡Yo ahí no voy!! -gritó la ermitaña.
- ¡¡Sssh!! te recuerdo que aún sobrevolamos el bosque... -susurró Wherynn.
- ¡Tenemos hechizos silenciadores! ¡no me engañéis! ¡yo a Êmydio no voy!
- Sólo fue un cinturón...
- ¡Me da igual! ¡tiene que haber otro camino hacia Kôyn!
- Es el atajo más... vamos, es por dónde más se ataja -explicó Jeanpo.
- ¡Y tienen posadas muy acogedoras! -trató de convencerla Wherynn.
- ¡No puede ser! ¡exijo una votación..! Oh, olvidadlo... -dijo tras darse cuenta de que sólo eran tres.
- Se buena y te compraremos alguna poción gore de esas que tanto te gustan...

La joven miró a su amigo y una sonrisa escapó de sus labios en contra de su voluntad.

- Está bien... pero ahora tengo curiosidad, ¿qué hay en los otros puntos cardinales?


Varias horas más tarde por fin llegaron a Êmydio. Era un pueblecito antiguo y modesto donde los viajeros solían ser tratados con suspicacia debido a la posibilidad de que se trataran de habitantes de Gülynes. Sin embargo, una vez comprobado que eran viajeros de paso hacia otras tierras, la gente era muy amable.

- ¡Estoy a-go-ta-da! -recalcó Srynna cuando volvieron a tocar suelo. 
- Al menos no te duelen los pies... -apuntó Wherynn.
- Si, menuda suerte... -contestó la otra con sarcasmo.
- No me parece prudente buscar alojamiento tan cerca del amanecer, la gente sospechará de que hayamos viajado durante la noche -dijo Jeanpo.
- ¿Qué mas da? somos unos pobres aventureros que han escapado de Gülynes con vida, deberían tratarnos con respeto y amabilidad...
- Ya, Sry, pero no siempre es así...
- A lo mejor podemos preguntar a aquel joven...
- ¡Whers! ¡no empieces!

La sacerdotisa rió ante la mirada furiosa de Srynna. 

- Venga, dejadlo. Podemos echar un sueñecito ahí, cerca de esa granja.

Jeanpo señaló una granja que parecía abandonada y tenía unos amplios establos.

- Pensarán que somos unos vándalos...
- Yo necesito descasar, no me importa. Mañana daremos explicaciones -terció Srynna mientras entraba en el lugar.


Era casi mediodía cuando Wherynn abrió los ojos. Los rayos del sol le daban en pleno rostro y la habían despertado, aparte del rumor de los moradores del pueblo, que realizaban sus tareas cotidianas ajenos a su presencia.

- Despertad... tenemos que movernos -susurró a sus compañeros.
- No... estoy muy cansada... -se quejó Srynna medio dormida.
- Whers tiene razón... hay que... levantarse ya... -se desperezó el guerrero.

Tras un rato mientras sus amigos se espabilaban, Wherynn espió a los habitantes del pueblo oculta entre los tablones de una de las paredes del establo. Todo el mundo parecía tranquilo, muy diferentes de los magos y hechiceros de Gülynes. Debían vivir con cierto temor, pero no lo mostraban, o quizá ya se habían acostumbrado.

- ¿Vamos? -preguntó Jeanpo apareciendo a su espalda.

Los tres amigos caminaron por el pueblo en busca del templo que les permitiría trasladarse a Kôyn. Se encontraba a las afuera y un anciano enjuto les señaló el camino. Tras atravesar una pequeña arboleda, llegaron al sitio indicado.

- Espero que esta vez viajemos sin contratiempos... -suspiró Srynna, que tenía ganas de regresar a Yamedoria.
- Pues me da a mi que no... -dijo Jeanpo señalando a unos hombres que se acercaban por otro camino con aspecto de pocos amigos -poneos en guardia.



Dedicado a Saryna, ¡feliz cumpleaños!