Ëve se despertó, sobresaltada. Aún era de noche, y la única luz que podía ver en su habitación provenía de una farola cercana. Qué extraño, hubiera jurado que había bajado las persianas... Se incorporó y trató de recordar su sueño... Estaban sus amigos, en un parque de lo más tétrico, había un precipicio... Luego apareció la enredadera y el caballo alazán, que le dijo que sus amigos mentían y que debían contarle quién soñaba realmente...
Analicemos:
Es un sueño. Por lo tanto, lo que ocurre es fruto de mi mente, así que no debería darle importancia.
Pero...
Los personajes de mis sueños cobran vida, por no se qué que me habían explicado... sueños muy vívidos o algo así...
La joven se giró y miró en derredor. Nadie en su habitación.
Tenía miedo de levantarse e ir a la cocina a por un vaso de agua para despejarse. No sabía lo que se podía encontrar, y las palabras de aquel caballo la habían dejado intranquila. Seguramente no significaban nada, como tuviera que hacer caso de todo lo que soñaba...
Un ruido la distrajo de sus pensamientos. Era como un suave tintineo, acompañado del sonido de unos cascos... Vale, tenía que seguir medio dormida, eso no podía ser... pero tampoco se atrevía a salir de la cama para comprobarlo. ¡Qué contrariedad!
El tiempo pasaba y no sabía qué hacer. No era capaz de dormirse, los pensamientos revoloteaban por su mente y no la dejaban relajarse. Por otra parte, el sonido de los cascos y el tintineo se hacían cada vez más evidentes, y rogaba que tan solo se tratase de la televisión, que se habría encendido de algún modo casual cuando... bueno, cuando algún objeto se volcó sobre el mando a distancia. Podría ocurrir, ¿no?
El sonido del tintineo cesó. Ëve se quedó muy quieta, casi sin respirar. Trataba de recordar si había algo en algún lugar de la casa que pudiera sonar de aquel modo. ¿Unos cositos de esos que se cuelgan en las puertas? No se acordaba de cómo se llamaban, y de todos modos no había nada parecido en su casa. Llevaba un buen rato despierta, y el cansancio de pensar empezaba a hacerse notar. No parecía que nada fuese a atacarla aquella noche, si no ya habría entrado... o quizás esperaba a que estuviese dormida. Pero eso no tenía ningún sentido, nada de lo que hubiera salido de su mente podría dañarla en la vida real... al menos así se lo había dicho una vez el Palomitero. Los pensamientos negativos nos hacen daño, pero no pueden acabar con nosotros en un sentido tan literal. Lo mismo pasaba con los sueños cuando sus personajes escapaban de ellos hacia el mundo de la vigilia. Estaba a salvo, de hecho, si hubiera querido, podría haber acabado con sus personajes simplemente utilizando el pensamiento adecuado. La omnipotencia de los sueños trasladada a todo lo que se derivaba de ellos. ¡Oh, pero que filosófica se estaba poniendo!
Todos estos pensamientos la reconfortaron e hicieron que lentamente se adormeciera...
Analicemos:
Es un sueño. Por lo tanto, lo que ocurre es fruto de mi mente, así que no debería darle importancia.
Pero...
Los personajes de mis sueños cobran vida, por no se qué que me habían explicado... sueños muy vívidos o algo así...
La joven se giró y miró en derredor. Nadie en su habitación.
Tenía miedo de levantarse e ir a la cocina a por un vaso de agua para despejarse. No sabía lo que se podía encontrar, y las palabras de aquel caballo la habían dejado intranquila. Seguramente no significaban nada, como tuviera que hacer caso de todo lo que soñaba...
Un ruido la distrajo de sus pensamientos. Era como un suave tintineo, acompañado del sonido de unos cascos... Vale, tenía que seguir medio dormida, eso no podía ser... pero tampoco se atrevía a salir de la cama para comprobarlo. ¡Qué contrariedad!
El tiempo pasaba y no sabía qué hacer. No era capaz de dormirse, los pensamientos revoloteaban por su mente y no la dejaban relajarse. Por otra parte, el sonido de los cascos y el tintineo se hacían cada vez más evidentes, y rogaba que tan solo se tratase de la televisión, que se habría encendido de algún modo casual cuando... bueno, cuando algún objeto se volcó sobre el mando a distancia. Podría ocurrir, ¿no?
El sonido del tintineo cesó. Ëve se quedó muy quieta, casi sin respirar. Trataba de recordar si había algo en algún lugar de la casa que pudiera sonar de aquel modo. ¿Unos cositos de esos que se cuelgan en las puertas? No se acordaba de cómo se llamaban, y de todos modos no había nada parecido en su casa. Llevaba un buen rato despierta, y el cansancio de pensar empezaba a hacerse notar. No parecía que nada fuese a atacarla aquella noche, si no ya habría entrado... o quizás esperaba a que estuviese dormida. Pero eso no tenía ningún sentido, nada de lo que hubiera salido de su mente podría dañarla en la vida real... al menos así se lo había dicho una vez el Palomitero. Los pensamientos negativos nos hacen daño, pero no pueden acabar con nosotros en un sentido tan literal. Lo mismo pasaba con los sueños cuando sus personajes escapaban de ellos hacia el mundo de la vigilia. Estaba a salvo, de hecho, si hubiera querido, podría haber acabado con sus personajes simplemente utilizando el pensamiento adecuado. La omnipotencia de los sueños trasladada a todo lo que se derivaba de ellos. ¡Oh, pero que filosófica se estaba poniendo!
Todos estos pensamientos la reconfortaron e hicieron que lentamente se adormeciera...
Dedicado a Eva, ¡feliz cumpleaños neni!