24 enero 2015

The Relics of Desire

El sol del atardecer iluminaba la estancia del jardín y relucía en la túnica y el rostro de Akinom otorgándole un aire de divinidad que hacía que Ark-los perdiese conciencia de la realidad. Era tan bella por fuera como hermosa era en su interior, no podía olvidarla y dejar que Hahsuc se uniera a ella. Jamás.

- No me mientas... no ignoras lo que siento por ti, sabes que te quiero desde el día que mis ojos se posaron sobre ti en El Cairo, porque ese día conocí a una joven destinada a ser reina de un imperio y de mis sueños...
- Ark-los... -susurró la joven con un hilo de voz.
- Me enamoré profundamente de tu mirada, de tu elegancia, de lo natural que eras a pesar de tu dinastía, de todas tus virtudes y todos tus defectos... te amo, y sabes que nunca te lo he dicho porque nuestros destinos no han nacido para ser uno...
- Ark-los... 

Las palabras de la joven se desvanecieron en sus labios cuando el consejero le dio un beso. Fue algo tan inesperado y a la vez tan deseado que lo único que pudo hacer fue abandonarse a él. El sol se ocultó mientras los jóvenes se besaban y la luz de las primeras estrellas brilló en el firmamento haciendo que el jardín resplandeciese con misteriosa belleza.


Hahsuc paseaba por la silenciosa estancia aguardando a su prometida. Solo oía el sonido del agua de la fuente que adornaba el jardín y con una sonrisa recordó la leyenda de Narciso. Podía tener a cualquier mujer que se le antojara, pero quería a la futura reina de Imlan. Y si no se rendía a todos sus deseos, la haría su Eco...

- ¡Mi seño... ¡oh!

La sacerdotisa irrumpió en el lugar pero guardó silencio cuando vio que Hahsuc se hallaba solo. 

- Buenas noches, Kârmne... Por lo que veo seguís apareciendo en palacio sin anunciar vuestra presencia...
- Lo siento, señor. Venía a ver a Akinom.
- ¿No puede esperar? -contestó él con su acostumbrada petulancia.
- De todos modos veo que no está aqui... -¿Y si lo golpeaba? pensó.
- Ha ido a hablar con ese consejero... volverá enseguida. ¿Dónde está mi hermano?
- Con la señorita que le presenté. 

En aquel instante una ligeramente ruborizada Akinom surgió de entre las sombras.

- Querido... -dijo con voz suave y soñadora.
- ¿Akinom? ¿Estás bien, mi amor?

La joven sonreía. Kârmne la conocía demasiado bien, algo había pasado con Ark-los. Sin embargo, parecía que Hahsuc no podía ver nada más allá del "amor" que la reina le profesaba. 

- Si, no ocurre nada. No volverá a importunarnos. Le ha quedado muy claro cuál es su lugar y cuál es el mío...

Akinom eludía la mirada de su sacerdotisa porque sabía que leería su mente y entonces no podría disimular su alegría.

- Kârmne venía a decirte algo... aunque preferiría que lo dejase para más tarde y pudiéramos estar un rato a solas... -dijo Hahsuc con una voz tan seductora que le dieron ganas de dar rienda suelta a su hilaridad. ¿Cómo podía ser tan increíblemente pretencioso?
- Lo mejor será que la deje hablar. Si no, no habrá forma de que nos dejen por fin solos... -respondió a su vez con tono persuasivo.
- Está bien... te espero -guiñó un ojo el.

La joven reina se alejó junto a su sacerdotisa y ésta se cercioró de que nadie pudiera escucharlas.

- Mi señora, estáis en peligro mortal.
- Pero qué tacto, Kârmne... -contestó Akinom, demasiado cautivada por lo ocurrido como para que su mente encontrase sentido a aquellas palabras.
- Lo digo muy en serio. Am-näir es una traidora.
- No niego que sea verdad...
- ¡Akinom! De veras, tenéis que huir.

La mirada de su señora era misteriosa, ocultaba algún secreto y sonreía enigmáticamente.

- No abandonaré mi reino... aunque es cierto que pronto emprenderé una travesía por el desierto...
- ¿Con..?
- Mi futuro consorte -sonrió la joven. 

Kârmne miró a Hahsuc, que en aquel momento contemplaba su reflejo en el estanque ensimismado. Akinom negó casi imperceptiblemente.

- ¡Me alegro por vos! ¿Cómo vais..?
- No puedo decirte más, Kârmne. Volveré, pero exigiré una prueba de amor a mi "prometido" que le llevará hasta los confines del desierto, entre las dunas, para liberarme... No puedo decir más. Lo sabrás cuando sea preciso.
- ¿Y qué haré en vuestra pirámide? 
- ¡Oh..! Ese plan sigue en pie... -rió Akinom.
- Perfecto... -sonrió malévolamente la sacerdotisa.

Tras aquello, Kârmne les dejó solos y Hahsuc trató de seducir con todos sus encantos a la reina de Imlan. 

- Por fin... creía que nunca se iría...
- Ahora es mucho más romántico, querido... mira las estrellas...
- ¿Qué quería Ark-los?
- Nada... realmente nada. No perdamos más tiempo... -susurró ella mirándole con amor.


La sacerdotisa recorría los amplios pasillos de palacio muy ufana. En cuanto Berthal tomara la poción que le ocultaría en el aperitivo... jajajaja, ¡no podía esperar!

- Ya verá eshe engrhreídhro, qute mhe grndafnd... -murmuraba para sí de forma ininteligible. 

Mientras caminaba volvió a notar la tablilla de Fe-âh-do entre los pliegues de su túnica. Volvió a sacarla una vez más, se escondió tras un cortinaje y se puso a leerla.

- No puede ser tan difícil... y a lo mejor es bueno descifrarlo antes de que Akinom... Un momento...

Las palabras en mayúscula no tenían ningún sentido, pero las iniciales...


La suerte estaba con ella. Justo cuando Hahsuc había tratado de besarla y antes de que tuviera que buscar la forma de apartarle, su hermano había aparecido y había empezado a relatarle su tarde con la preciosa muchacha que Kârmne le había buscado. Hahsuc estaba encantado, aunque quería pasar tiempo con Akinom. La joven logró librarse de él prometiéndole que la próxima noche tendrían una estancia para ellos solos y dar rienda suelta a su pasión... El se lo había creído y ella por fin había podido retirarse a sus aposentos... 

- ¡Mi sehñogjrah!

Su sacerdotisa venía hacia ella a toda prisa. 

- ¿Kârm..? -la adivina la obligó a entrar en sus aposentos y cerró la puerta.
- Shwu prromhethidod es un bhasgtdardo...
- ¿Qué?
- Hahhfsuk ehs un bhastardgo... -dijo Kârmne sofocada.
- No te entiendo, respira... 
-  Hahsuhk es un basthardo...
- ¿Hahsuc... un bastardo? ya sabemos que es un indeseable... -respondió Akinom.
¡Feh-hâ-do..! La tablhiya...

Las palabras cobraron sentido repentinamente en la mente de Akinom. Si Hahsuc era un bastardo... su reino...

- Imlan jamás será suyo -terció la futura reina con profunda seriedad. Aquello lo cambiaba todo. 


La luz de los primeros rayos del sol iluminaba su pirámide en la lejanía dándole una apariencia majestuosa. La suave brisa del desierto borraba sus huellas, nadie sabría qué camino proseguir para buscarla en aquel inmenso océano de arena.

- ¿Conoces el camino? -preguntó Ark-los.
- Si, sabría llegar con los ojos cerrados. Mi "prometido" tendrá que venir a buscarme... y en algún momento me encontrará... -susurró.

Sus ojos brillaban con el fuego de la venganza y Ark-los sonrió. Entre la orgullosa Akinom y su maléfica sacerdotisa aquellos enemigos bastardos jamás conquistarían Imlan..



Dedicado a Mónica, ¡feliz cumpleaños guapísima!

15 enero 2015

Original bliss

No entendía nada. La puerta se había abierto, había oído un ¡pop! y luego algo pesado cayéndose... Después no había pasado nada durante un rato y luego otro ¡pop! Y ahora estaba con los chicos en medio de una ciudadela desconocida con una grandiosa arquitectura...

- ¿Alguien me puede explicar qué hacemos aquí? Y de paso qué es "aquí"... Aunque...
- Estamos en Edymbrä -respondió simplemente Nêither.
- ¿¿Dónde?? -se asombró la brujita con una enorme sonrisa.
- En Edym...
- ¡Ya sé dónde es, estúpido Jonas! ¡Siempre he querido venir aquí! -comenzó literalmente a dar saltos Niree.
- Fue el primer sitio que se me ocurrió... -dijo el brujo.

La chica ya estaba lejos, contemplando todos los hermosos lugares que cubría su visión.

- ¡Mirad que tabernas más bonitas! -dijo señalando hacia una que ponía "Dêacön Brodyes Tavern", cuyo exterior estaba adornado con plantas y ribeteado en dorado.
- Esta es la Rôyal Mäyl, la avenida principal...
- ¡Oh! ¡Vamos al sitio donde aquella famosa prosista escribió la obra de...
- ¿Me has llamado "Jonas" de verdad?
- ¡Calla, Jason!
- Deberíamos dejar el paseo para otro momento, es posible que "ella" no esté buscando... -sugirió Nêither.

- ¿Pero no la dejaste fuera de combate? -preguntó la brujita.
- Si, pero solo un tiempo. Vendrá tras nosotros.

- ¡No me puede arruinar este día tan perfecto! 

Eomer le tocó el hombro y silenciosamente le mostró una gloriosa catedral.

- Muy bonita, Eomer, pero yo quiero...
- Creo que Basqueroix te la está mostrando...


Junto a la catedral, el rostro encendido de la otra maga brillaba a la luz de su varita.

- ¡Ni hablar! 

La brujita fue hacia la chica, que la contemplaba sorprendida. No espera esa reacción.

- ¡Tu! -le gritó.
- ¿Perdona? -respondió la maga.
- ¿Dónde están mi mandrágora y mi jengibre? ¿Por qué me los has robado?
- Yo no he sido...
- ¡Mentirosa! No me obligues a sacarte la verdad... 
- ¡Con su botellita verde oscuro! -añadió Jonas sin venir a cuento.
- Muy bien, cielo. ¡Te voy a coger de aprendiz y todo..!
- Ha sido Slâazar.

La maga miró enfurruñada al brujo poniendo un mohín. 

- ¿Lees el pensamiento? -le admiró Jonas.
- Si. Es uno de mis dones, lo he estado perfeccionando. Tu amigo no habla mucho, pero piensa bastante...

Eomer hizo un gesto de indiferencia y Jonas miró a Gvÿ.

- Si, nos entendemos psíquicamente. ¿Cómo creías si no..?
- ¿Queréis dejar de perder el tiempo? ¿De verdad ha sido ese psicópata enfermizo? -preguntó Niree.
- Aún no has superado el verle desnudo, ¿eh, pillina?

Niree miró a Nêither con un profundo odio y la otra chica hizo un ademán extraño, como si estuviera... ¿celosa?


- Si, ha sido él. Me prometió diamantes y joyas...

El brujo ahogó una risita. Al parecer no era exactamente "eso" lo que le había prometido...


- ¡Oh, ya basta! Se la he dado porque... bueno, da igual. Es problema vuestro. Está en su casa. No volváis a entrar en la mía o no seré tan amable... 

La chica desapareció con otro ¡pop!

- ¿Cómo ha sido tan facil..? -preguntó Jonas, sorprendido.
- Solo hay una cosa que no entiendo... -comentó Nêither- ¿Por qué se ha cambiado de ropa para venir? Cuando me abrió la puerta iba en bermuditas...
- ¡Si, y ahora se ha puesto un pijama! -dijo la brujita en alusión al vestido blanco y largo con un dibujito en la pechera que llevaba la chica y que no la favorecía en absoluto.
- ¿Vamos a casa de Slâazar? ¡No quiero que me..!
- ¡.. robe la guitarra! Qué pesado eres, ¡que está a salvo! -le aseguró Nêither.
- ¡Yo quiero visitar la ciudadela! ¡No me voy sin ver los lugares emblemáticos! -gritó Niree fuera de si.
- ¡Vale, Pamela!

Después de darle un buen coscorrón a Jonas, Niree por fin pudo pasear a sus anchas. Grÿêfrairs Bbôby, la taberna de la prosista, la catedral, el castillo, las mazmorras... todo era hermoso y antiguo, con un halo mágico que la extasiaba.

- ¿Ahora vamos a ver a Slâazar? -dijo Jonas.
- ¿Qué manía te ha entrado con él?
- ¡Pero si eres tú la que quiere saber por qué te roba!
- Un momento... mi varita... -dijo Niree.
- Su "varita" es la que debería preocuparte -masculló Jonas.
- ¿Qué le pasa? ¿quién te pide amistad? -preguntó a su vez Nêither.
- ¿Amistad?
- Si, Jonas. Los magos pueden conectar sus varitas y forjar alianzas, la de Niree está brillando en rojo... alguien quiere contactar con ella...

La brujita hizo un movimiento con la varita y el rostro amable de un señor que parecía muy simpático y llevaba un pendiente en una oreja la saludó desde la neblina que se había formado alrededor.

- ¡¡¡Es... es..!!!
- ¿Qué? -susurró Jonas.
- ¡¡¡¡ES EL CAPI!!!! -chilló Niree emocionada -¡¡es el mejor día de mi vida!! ¡¡Edymbrä y el Capi!! -Niree estaba completamente eufórica.
- ¿Pero quién..?
- Esa es la menor de nuestras preocupaciones... hablando de Slâazar, me parece que no tendremos que movernos... -comentó Nêither.



Dedicado a Irene, ¡feliz cumpleaños bruji!

07 enero 2015

Sail away


Epílogo


El plan de Krämse había salido a la perfección. Los piratas habían encallado en los arrecifes y gracias a la maestría de Trova, con la inestimable colaboración del Capi, que tomó el mando del timón cuando a su grumete le dio un inexplicable ataque de hipo, lograron esquivar los traidores escollos. Tras la aventura, Ione examinó el mapa detalladamente y se dio cuenta de que se encontraban en una zona donde la piratería reinaba por doquier, por lo que decidieron cambiar el rumbo hacia regiones más tranquilas.

- ¿Nos contará ahora en ¡hip! que consiste ¡hip! su hallazgo? ¡Hip! ¡Demonios! -se quejó Trova.
- ¡BUH!

El joven se giró hacia Capi sin inmutarse. Sin embargo, el hombre movía las manos cómicamente tratando de asustarlo y ponía unas muecas tan graciosas que le dio un ataque de risa.

- ¡Oh! vaya par... -suspiró Ione.
- Quiero volver a Nymrä, ¿si?

Toda la tripulación que se encontraba en cubierta quedó en silencio y miró al hombrecillo. 

- Ahora que por fin me escuchan... tengo hambre, ¿que vamos a comer, si?

Trova estalló en nuevas carcajadas, apenas podía respirar. Si le seguían dando ataques de risa de ese calibre se acabaría quedando sin aliento y tendrían que arrojarlo por la borda...

- Déjenle que de rienda suelta a su hilaridad... ¿pescado?


Unos días más tarde, Capi informó a su tripulación de que según el rumbo que estaban tomando pronto podrían regresar al muelle donde se había originado la aventura. Ione dudaba un poco de la veracidad de esa afirmación porque el Capi seguía fiándose de su brújula que marcaba el noreste, pero Trova y Krämse la tranquilizaron diciéndole que por las noches subían en secreto al timón y cambiaban sutilmente la dirección para seguir la ruta que el capitán había marcado con tinta en el mapa.

- Sigo pensando que debería aprender a leer las estrellas... -murmuró Ione mientras todos se reunían en cubierta.
- ¡Mi queridíjihma tripulacióhn! llevfamos mesehs en el océano y jemos vivhido avehnturas la mar de... la mar de... jajaja.
- En serio, ¿otra vez esa broma? -musitó a su vez Trova.
- ¡La mar de divertidas! Y peligrosash -añadió rápidamente al ver los rostros de algunos marineros-. He pherdidoh mi amhado barco... -los ojos se le empañaron e Ione se enterneció- pfero ahora tenemohs este, que con las rehformahs adecuahdas ¡será un navío formidable! Pohr supfuesto, antes de nada he de prehguntar a mi queridísimo Krämse si ehstá de acuerdho con la idea de anhclar en ese lugar...
- Yo soy un hombre del mundo, ¿si? El mundo es mi hogar y estaré encantado de ir a ese precioso pueblecito de nuevo (ya lo conocía, ¿si?) con tan digna y grata compañía...

Capi se emocionó y le dio un abrazo a Krämse. Le había cogido muchísimo cariño a aquel extraño y peculiar hombrecillo que se negaba a vestirse con otra cosa que no fuera el taparrabos de hojas de platanero con el que lo habían encontrado porque había descubierto que ir desnudo era cómodo, práctico y "muy sesy", como solía bromear. 


- Ay... -suspiró Ione conmovida.
- Tranquila... -Trova la abrazó.


Unas semanas después arribaron a puerto. Tuvieron ciertos problemas mientras se acercaban a la costa ya que, a pesar de que no enarbolaban la bandera pirata, la embarcación tenía muy mala pinta. Únicamente la gran sonrisa de Capi y su alegre camaradería con la tripulación -que se veía a leguas- lograron que les dejasen fondear. 

- Y bien... ¿Ohs ha guhstado la travfesía, mhuchachohs? -preguntó Capi poniéndoles un brazo en cada hombro mientras descendían del barco.
- ¡A mi si! estoy deseando volver a hacerme a la mar... -respondió Ione con vehemencia.
- Yo también... reconozco que me lo he pasado genial, han sido unos meses inolvidables... -sonrió Trova.
- ¡Puehs volfveremos a zarpar! Antehs debo arreglar eshte desahstre de navfío, ¡pero en unas semhanas estará como nuevo! Volverhemos al mhar y buscarhemos el tesohro!
- ¿Qué tesoro? -se interesó Krämse.
- ¡El que sea! -sonrió de oreja a oreja Capi, para después alejarse corriendo a la posada para pedir aposentos para todos los que quisieran proseguir con el.
- Jajajajaja -empezó a reír Ione.
- ¿Qué?
- ¡Mirad cómo va ataviado..! ¡Igual que la madera del barco!


Mientras caminaba se fijaron en que llevaba puestos unos calzones marrones y una camisa de un tono más oscuro junto con un cinto que coincidían exactamente con las tonalidades del viejo navío y curiosamente a la misma altura.

- ¡Oh, vaya..! -rió Trova junto a Krämse, que volvió a ser presa de sus típicas convulsiones.
- ¡¡Krämse!! -gritó de repente Ione- ¡No nos ha contado el secreto del astrolabio!

El hombrecillo sonrió pícaramente.

- Recuerdan que fui abandonado en Nymrä, ¿si? Mi tripulación tuvo un percance con... ¡los Tdagn!
- ¡OH! -exclamaron los dos amigos a la vez.
- ¿Si? Y entonces yo les dije que...
- ¿Usted es capitán? ¿Y por qué no tomó el mando..?
- Capi es un buen capitán y adora su cometido, no quería molestarlo con nimiedades. Y además a mi no me importa, ¿si? Así descanso y tengo tiempo libre -rió convulsivamente. 

- ¿Y qué pasó? -urgió Ione.
- Les dije que en Nymrä había un tesoro. En realidad es mentira, pero ellos me dejaron allí para que reflexionara y se lo entregara. Cuando me secuestraron yo tenía este bonito sextante en la mano... y no pude ocultárselo, y me lo robaron. Este es el tesoro.

Ione lo contempló fascinada y Trova poco impresionado.

- ¿Ah, si? -dijo simplemente, poco convencido.

- Este es uno de los astrolabios de... ¡Hiparco de Nicea!

La joven ahogó un grito de admiración pero Trova siguió mirándolo sin entender.

- Es uno de los primeros astrolabios que se fabricaron. Vale una fortuna porque nadie sabe que existe, ¿si? Y yo lo heredé de un familiar, va pasando de generación en generación...
- ¡Pero se lo robaron!
- Si. Pero yo sabía que volverían. Por eso estaba haciendo flechas, para recuperarlo de nuevo.
- ¡Es usted un genio! ¡Y muy valiente!
- Si que lo es... -asintió Trova, con un renovado respeto hacia aquel hombre tan especial.
- Ahora tendré que ponerlo a salvo, y ningún sitio mejor que con Capi. Mirad, nos está haciendo señas, debe haber encontrado aposentos. Vayamos a descansar, ¡nos esperan muchísimas aventuras! Y quiero cambiarme las hojas de platanero, ¿si?



Fin.



Dedicado a Jose y Violeta, ¡feliz cumpleaños nenis!

01 enero 2015

A New Age Dawns III


El sonido de un cuerno ritual nos devolvió a la realidad. La sonrisa se me borró del rostro y miré hacia fuera. Los nativos del lugar estaban reunidos en torno a la pirámide y me esperaban. El sonido del cuerno revelaba el inicio de la ceremonia de bienvenida en la tierra de los mortales. No cesarían hasta rendirme pleitesía, de modo que lentamente caminé hacia el umbral del monumento y salí a la luz del sol con la elegancia digna de una diosa. Sus plegarias habían sido escuchadas y querían agradecerlo con sus ritos tradicionales. Su voz había traspasado los mundos hacia una esfera de poder inmortal.

Sus cánticos comenzaron en cuanto me vieron iluminada por el sol. Los dioses eran recibidos con todos los honores y sacrificios que se les ocurrían. Las guirnaldas de flores teñían el lugar con sus tonalidades de alegría. La melodía de sus voces agradecía mi presencia en su hermosa tierra. La música cesó mientras descendía los escalones de piedra de la pirámide. Los ancianos del lugar no recordaban haber visto nunca a ninguno de sus dioses. Mi presencia era reverenciada porque hacía décadas de la última visión del otro mundo. Sus voces y rituales por fin habían llegado hasta el mundo de sus creencias.

Cuando toqué la hierba la atmósfera cambió y se llenó de una sensualidad mística que robó los sentidos de los que me rodeaban por un instante y les dejó entrever el mundo inmortal al que habían invocado y al que algún día pertenecerían por toda la eternidad.

Sus cánticos volvieron a llenar el ambiente de tradición y folclore. Tantas veneraciones eran esenciales para honrar a los dioses en la tierra. Me ofrecieron una guirnalda de flores entre sonrisas y alabanzas. Sus ojos me veían mucho más hermosa de lo que era en realidad. Las piedras con mi figura estaban completamente adornadas con orquídeas. Agradecí el detalle haciendo que sus tonalidades se volvieran más brillantes. El fuego ritual que ardía entre las pirámides se hizo más intenso. Las mezclas de plantas aromáticas envolvían el ambiente con su fragancia.
El sonido del cuerno me recordó que debía partir para liberarles de la perdición. Sus espíritus tenían que encontrarse con la eternidad en el más allá para hallar la paz. El joven que me había invocado apareció tras de mi y me tendió una piedra ovalada ambarina con una mirada profunda. Cuando la acaricié me vi envuelta en un aura de luz que me llevaría a la enigmática esfera donde se encontraban aquellas almas perdidas que precisaban de los dioses para recobrar su antigua iluminación y descubrir el camino hacia el mundo de la inmortalidad... Lo último que vi fue su sonrisa...


Continuará...

Dark light

La tentación de los sentidos era la ambrosía de su espíritu. La sensual voluptuosidad del delirio ardía en su corazón con la ígnea pasión del fuego que convertía todo en un éxtasis de frenesí. El velo permanecería rasgado hasta que los mundos antiguos le revelaran todos sus enigmas arcanos. Las leyes de la naturaleza, los misterios del pasado... Anhelaba saber, anhelaba el poder que daba el conocimiento. Y tenía la voluntad de descubrirlo todo.

Lady Blue meditaba en la sala del trono. ¿A quién invocar esta vez? ¿Algún antiguo alquimista que le relatara sus conquistas en el terreno de la ciencia mágica? ¿Alguna dama del Renacimiento o del Barroco que le narrara como era el mundo visto por la nobleza que vivía en castillos como el suyo? ¿Algún genio de la literatura que compartiera la esencia de sus escritos con ella?

La joven sonrió cuando vio su imagen reflejada en un espejo. Parecía rozar el borde de la locura, pero en realidad estaba más consciente que nunca. Su castillo lleno de ánimas no era irracional, tenía sentido. 

- Imhnahal nüryevin shalbäm, imlûvien nÿlh ölnâr.

La sombra de un joven con un extraño símbolo en su rostro emergió de entre la niebla nacarada.

- Milord... -se inclinó Lady Blue en reverencia. 

La risa fresca y juvenil de uno de los espíritus hizo eco en la sala. Era una risa femenina, se trataría de la cortesana de aquel hombre tan apuesto...

- ¿Quiere unirse a nosotros?
- Si -respondió el joven alzando una de sus desdibujadas manos. Otra sombra apareció a su lado, la de una jovencita descarada y muy maquillada que se abanicaba teatralmente con un precioso abanico de seda. La mirada de Lady Blue se oscureció. Los espíritus no debían tener el poder de aparecer por si solos. Tal vez el velo no debía permanecer resquebrajado por más tiempo...
- Tenéis un castillo bellísimo, Lady Blue. Muy gótico... -la risa de la joven volvió a hacer eco en la sala. 
- Sois muy amable.
- ¿Qué queréis saber, milady? -preguntó el joven.
- Desearía conocer los secretos de la alquimia.


De nuevo, la risa de la joven. Era impertinente y empezaba a sospechar que no acabarían bien.

- Como sabéis, el mundo y el universo están formados por cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego. La unión entre sí crea un quinto elemento que contiene la potencia de todos en su máxima exaltación y equilibrio...
- Y estos cortinajes rasgados, las vidrieras rotas... tiene un estilo barroco y neoclásico, ¿no? Una mezcla tan interesante y especial como la dama que aún lo habita en vida... -comentó el espíritu de la joven. Lady Blue la ignoró e hizo una seña al alquimista. 
- Con la alquimia descubrimos a su vez que toda sustancia se origina de tres compuestos: mercurio, azufre y sal, es decir, espíritu, alma y cuerpo, los tres principios... 
- Me encantaría poder pasear por estas bellas estancias, pero, ¡ay! yo ya solo me deslizo... jijijijiji -rió la joven mientras se abanicaba. 

Lady Blue empezaba a perder la paciencia. Una pequeña descarga eléctrica recorrió su mano.

- ¡Milady! ¿No os estaré importunando?

La reina gótica guardó silencio.

- Es una pena que el velo nos deje recorrer los senderos que recorrimos en vida... sin que los mortales puedan hacer nada para esquivarnos...
- El velo puede sellarse en cualquier instante... solo se precisa de una voluntad fuerte... -susurró Lady Blue con voz tenue.

- ¿Y vos la tenéis?

La reina perdió la paciencia y una potente corriente de energía rodeó al ánima, que reía descarada.

- ¿Pensáis que podéis dañarme? Nadie puede traspasar las fronte... -su voz se extinguió y su figura incorpórea quedó suspendida en el aire, inmóvil, con una mueca 
de terrible dolor mientras la suave brisa que penetraba por las resquebrajadas vidrieras la deslizaba suavemente por la estancia de forma siniestra. El joven alquimista quedó horrorizado y tras ahogar un grito de terror desapareció en la niebla. Los ojos de Lady Blue eran oscuros y opacos. Sus instintos la habían dominado en una suerte de delirio. Lentamente, la tonalidad verde se hizo presente. 
- No deberías provocarme... -suspiró la joven. Inmediatamente, cerró los ojos y su visión remota le permitió contemplar todas las estancias de su castillo, en el que la bruma se agitaba inquieta. Tenía que haberse dominado, no deseaba que nadie supiera que sus poderes psíquicos eran capaces de atravesar la materia y llegar a la esencia de todo. El secreto no debía ser revelado, y yacería entre esos muros hasta el fin de la eternidad...


Dedicado a Sedna, ¡feliz cumpleaños gótica!