Las sacerdotisas se reunieron en torno al fuego para comenzar su ritual visionario. Las llamas iluminaban la oscura cueva y creaban sombras en los muros... La sacerdotisa removió las cenizas en busca de las visiones que le traería el ritual... Invocó su poder desde lo más profundo de su interior y entonces el fuego cobró vida... Las llamas crepitaron con fuerza y brotaron por doquier. Podían notar su calidez llegando hasta sus corazones. El fuego ardía con la pasión incandescente del delirio sin dominio. La cueva era testiga de aquel frenesí que nacía de la locura, de aquella sensación que lo incendiaba todo y de aquel fuego ritual que traería consigo la sabiduría...
La llamas se suavizaron y las imágenes comenzaron a surgir... El Reino de los Sentidos dominaba a aquella joven presa del deseo y del caos que dominaban su espíritu. Su ser la había llevado hasta los límites de la realidad, al borde de la frontera de su mundo mágico. La sincronía perfecta la había hecho olvidar, pero su esencia permanecía oculta en aquel lugar. La pasión que daba vida a aquel paraje ensombrecía todo cuanto había sentido... La luz se había apoderado de ella y sus rayos iluminaban su interior, que ardía en las llamas. Las ideas fluían en caos, pero tenían más sentido que nunca en aquel mundo sin igual. La sacerdotisa removió las cenizas para crear nuevas imágenes en el fuego ritual del deseo...
Las visiones comenzaron a cambiar y mostraron un firmamento nocturno, un lienzo estrellado que revelaba todo su esplendor en el silencio. La irrealidad de sus sueños cobraba vida y la luz penetraba en su ser y sus emociones, iluminando el atractivo de aquel mundo único que la había cautivado. El firmamento creó una lluvia de estrellas y la luz brilló iluminando la oscuridad de la noche en aquel mundo demasiado hermoso para ser descrito y tan real que parecía un sueño... Una tormenta de fuego cubrió la escena y la tierra se abrió en ríos de fuego y lava ardiente. Un volcán lejano entró en erupción y su magma se fundió con los ríos de lava creando magníficos laberintos de fuego. La joven se volvía irracional por su apariencia de realidad; aquel reino dominaba su voluntad y sus deseos más profundos. Su cuerpo era de fuego y sus visiones le revelaban que ella y ese mundo pertenecían a un mismo origen. Quería sentir la tormenta en su interior porque deseaba su armonía y su caótica perfección. La lluvia ígnea acariciaba su piel, había conquistado su cuerpo con su ardiente pasión hacía tiempo...
La imagen cambió a un laberinto rodeado de un universo de nebulosas cuajado de estrellas. Un camino de plata la llevó hacia una puerta tras la cual encontró un escorpión con el que se adentró en el místico lugar. La esencia de todo y los misterios de la eternidad los compartían a través del veneno que fluía por ambos, pues estaban destinados a compartir esa realidad única... El escorpión y la joven se miraron, aquel universo les pertenecía y querían conquistarlo hasta sus más lejanos confines. Un paraíso perfecto que florecía a través de la sincronía perfecta que solo juntos sabían crear y que solo a ellos pertenecía. Un mundo de sensaciones en el que sus seres se fundieron en uno solo hasta vislumbrar todos los secretos del Reino de los Sentidos, que reflejaba su mundo interior...
La sacerdotisa sonrió sicalípticamente mirando el fuego.
Las visiones comenzaron a cambiar y mostraron un firmamento nocturno, un lienzo estrellado que revelaba todo su esplendor en el silencio. La irrealidad de sus sueños cobraba vida y la luz penetraba en su ser y sus emociones, iluminando el atractivo de aquel mundo único que la había cautivado. El firmamento creó una lluvia de estrellas y la luz brilló iluminando la oscuridad de la noche en aquel mundo demasiado hermoso para ser descrito y tan real que parecía un sueño... Una tormenta de fuego cubrió la escena y la tierra se abrió en ríos de fuego y lava ardiente. Un volcán lejano entró en erupción y su magma se fundió con los ríos de lava creando magníficos laberintos de fuego. La joven se volvía irracional por su apariencia de realidad; aquel reino dominaba su voluntad y sus deseos más profundos. Su cuerpo era de fuego y sus visiones le revelaban que ella y ese mundo pertenecían a un mismo origen. Quería sentir la tormenta en su interior porque deseaba su armonía y su caótica perfección. La lluvia ígnea acariciaba su piel, había conquistado su cuerpo con su ardiente pasión hacía tiempo...
La imagen cambió a un laberinto rodeado de un universo de nebulosas cuajado de estrellas. Un camino de plata la llevó hacia una puerta tras la cual encontró un escorpión con el que se adentró en el místico lugar. La esencia de todo y los misterios de la eternidad los compartían a través del veneno que fluía por ambos, pues estaban destinados a compartir esa realidad única... El escorpión y la joven se miraron, aquel universo les pertenecía y querían conquistarlo hasta sus más lejanos confines. Un paraíso perfecto que florecía a través de la sincronía perfecta que solo juntos sabían crear y que solo a ellos pertenecía. Un mundo de sensaciones en el que sus seres se fundieron en uno solo hasta vislumbrar todos los secretos del Reino de los Sentidos, que reflejaba su mundo interior...
La sacerdotisa sonrió sicalípticamente mirando el fuego.
Continuará...
2 comentarios:
Me gusta mucho =) Aunque, para mí al menos, la caña empieza demasiado pronto. Sé que se describe una escena de fuego virulenta, pero leída sin música me sugiere más misticismo que la fuerza pura que hay en la percusión y la guitarra.
En cambio en la nebulosa y el camino de plata entro como un guante ;)
Me gustan los matices, por eso describo algo místico con música fuerte (al fin y al cabo tener el poder de la visión es algo grande :D) eso, o era la única melodía potente que me permitía tener un camino de plata en el momento justo y había que disimular lo otro como fuera... jaja. De todas formas que sigas el ritmo es importante, yo reconozco que me perdí al principio (después de 4 meses) y hasta que no di con el camino de plata nada encajó :P
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