Varias lunas se sucedieron mientras Srynna, Jeanpo y Wherynn aniquilaban a los trolls del norte. Cuando las tierras por fin estuvieron libres de aquellos seres decidieron emprender el camino de regreso hacia Yamedoria, para visitar de nuevo las cuevas de Twilith Teg y conseguir la magia que les habia prometido.
- No quiero que los Dÿrhenios sepan hacia donde nos dirigimos, de modo que propongo ir hasta Gahül y teletransportarnos desde alli a Kôyn -sugirio Jeanpo de camino a la posada.
- ¿Y tendremos que ir andando? -gimoteo Srynna.
- Claro... ¿no me digas que te duelen los pies?
Srynna puso un mohin y Wherynn fingio observar una estatua para ocultar su risa. Una vez en la posada recogieron todo, se despidieron del amable posadero y emprendieron la ruta hacia Gahül entre quejidos de Srynna y risas mal disimuladas de la sacerdotisa. Unas horas mas tarde, casi al anochecer, llegaron a la aldea.
- Ya sabeis lo que toca, ¡a vender! -dijo Jeanpo en cuanto vio la tienda del estraperlo.
- Si, cualquiera vendia articulos de magia en Dÿrh... -comento Wherynn.
Cuando se deshicieron de todo lo superfluo se acercaron hasta el templo y desde alli pidieron ser teletransportados a Kôyn, el pueblo vecino a Yamedoria. Un potente haz de luz les cubrio por un instante y despues se hizo la oscuridad.
- ¡Por fin en Kôyn! -exclamo alegremente Srynna saliendo del circulo de magia.
- ¡Atomico! -exclamo a su vez Wherynn.
- Algo va mal... -observo Jeanpo.
- ¿Que?
- Fijate Sry... todo esta demasiado oscuro...
- Pero es de noche...
- ¡Brutal! -continuo Wherynn.
- ¿Y esos cadaveres tambien son normales?
- Muertamente...
- ¡Dejate de estupideces, Whers!
Jeanpo examino detenidamente los cadaveres de las diferentes criaturas magicas que se encontraban repartidos alrededor del circulo mientras las jovenes trataban de adivinar hacia donde habian sido teletransportados y por que. Conocian el templo de Kôyn y este distaba mucho de ser aquel lugar. Era demasiado lugubre.
- ¡Orcos! -grito de repente Srynna viendoles aparecer. Wherynn lanzo un hechizo de lealtad y estos se volvieron sus esclavos.
- ¿Por que lo has hecho? -pregunto Jeanpo, extrañado.
- No sabemos a que nos enfrentamos, mejor tener aliados.
- Creo que se donde nos encontramos...
El guerrero señalo una de las columnas del templo, que tenian una inscripcion medio borrada en la que se podia leer "Gü y s".
- Que siniestro...
- Se debe referir a Gülynes.
- ¡No!
- Me temo que si... de modo que lo mejor sera huir cuanto antes, antes de que nos descubran.
Gülynes era un enclave maligno en el que los magos de peor calaña se reunian para robar y asesinar a otros hechiceros en busca de su magia. Los mayores poseedores de magia oscura pertenecian a aquellas tierras y los tres jovenes eran conscientes de que no tendrian nada que hacer ante sus poderes.
- Veo que tenemos visitantes... -susurro una voz espeluznante. De la nada surgio un brujo de apariencia tenebrosa y sonrisa malevola que les miro como si de presas se tratasen- una ermitaña y una sacerdotisa... ¡vuestros dones seran mios!
Antes de que pudieran reaccionar les lanzo un conjuro que uno de los orcos intercepto, muriendo en el acto. Srynna se asusto y entre los pliegues de su tunica noto el caramelo Minethlos, que asio con fuerza y acto seguido arrojo al mago. El caramelo, como la vez anterior, crecio y cobro vida, enfrentandose al hechicero, que le lanzo cuantos hechizos se le ocurrieron. El caramelo, por suerte, era inmune a ellos y pronto lo devoro. A la vista de que no habia mas peligro, menguo hasta su tamaño original.
- Ese caramelo es lo mejor que nos ha pasado a nivel defensivo... -suspiro Wherynn, aliviada.
- Tenemos que irnos ya, probablemente aparezcan otros.
- Vamos a camuflarnos -propuso Srynna. Poco despues habia ejecutado varios encantamientos que les permitian ser invisibles, atravesar objetos y cubrir sus huellas.
- Seria interesante que tengas el Minethlos a mano, por si acaso... -comento Jeanpo a Srynna.
- Y tal vez estaria bien dejar unos cadaveres falsos para que los magos que vengan crean que hemos muerto -dijo a su vez la ermitaña.
- Vale, pero no les pongas nuestros rostros, inventate otros...
- Pero necesito cuerpos...
Srynna miro a los orcos que les acompañaban y sin mediar palabra asesino a tres de ellos, dejandoles solo con dos como protectores.
- Suerte que estan bajo tu hechizo... -susurro Jeanpo a Wherynn.
- Ya... afortunadamente no se enteran de nada. Aun asi les ordenare que vigilen la zona, de ese modo podremos alejarnos...
La ermitaña convirtio a los orcos en tres humanos cualquiera mientras Jeanpo enviaba un mensaje a traves del circulo para advertir en Gahül que este habia sido desviado hasta Gülynes. Unos minutos mas tarde comprobo que ya no se podia viajar a traves de aquel enclave.
- Todo listo, ¡podemos irnos! -anuncio Jeanpo.
- Antes dejadme hacer un hechizo silenciador -dijo Srynna, que dominaba aquel conjuro con tanta maestria que podian comunicarse entre ellos sin que el resto del mundo les escuchara.
Una vez realizado, emprendieron la marcha. Todos salieron por la puerta del templo excepto Wherynn, que atraveso una de las paredes hacia el exterior.
- ¿Que haces, freaky? -le pregunto Jeanpo.
- Divertirme... ¡mirad, otro brujo! -señalo.
El mago encapuchado fue hacia el templo mientras los tres compañeros partian del lugar. Para cuando fue capaz de rastrear su magia ya se encontraban muy lejos.
- No quiero que los Dÿrhenios sepan hacia donde nos dirigimos, de modo que propongo ir hasta Gahül y teletransportarnos desde alli a Kôyn -sugirio Jeanpo de camino a la posada.
- ¿Y tendremos que ir andando? -gimoteo Srynna.
- Claro... ¿no me digas que te duelen los pies?
Srynna puso un mohin y Wherynn fingio observar una estatua para ocultar su risa. Una vez en la posada recogieron todo, se despidieron del amable posadero y emprendieron la ruta hacia Gahül entre quejidos de Srynna y risas mal disimuladas de la sacerdotisa. Unas horas mas tarde, casi al anochecer, llegaron a la aldea.
- Ya sabeis lo que toca, ¡a vender! -dijo Jeanpo en cuanto vio la tienda del estraperlo.
- Si, cualquiera vendia articulos de magia en Dÿrh... -comento Wherynn.
Cuando se deshicieron de todo lo superfluo se acercaron hasta el templo y desde alli pidieron ser teletransportados a Kôyn, el pueblo vecino a Yamedoria. Un potente haz de luz les cubrio por un instante y despues se hizo la oscuridad.
- ¡Por fin en Kôyn! -exclamo alegremente Srynna saliendo del circulo de magia.
- ¡Atomico! -exclamo a su vez Wherynn.
- Algo va mal... -observo Jeanpo.
- ¿Que?
- Fijate Sry... todo esta demasiado oscuro...
- Pero es de noche...
- ¡Brutal! -continuo Wherynn.
- ¿Y esos cadaveres tambien son normales?
- Muertamente...
- ¡Dejate de estupideces, Whers!
Jeanpo examino detenidamente los cadaveres de las diferentes criaturas magicas que se encontraban repartidos alrededor del circulo mientras las jovenes trataban de adivinar hacia donde habian sido teletransportados y por que. Conocian el templo de Kôyn y este distaba mucho de ser aquel lugar. Era demasiado lugubre.
- ¡Orcos! -grito de repente Srynna viendoles aparecer. Wherynn lanzo un hechizo de lealtad y estos se volvieron sus esclavos.
- ¿Por que lo has hecho? -pregunto Jeanpo, extrañado.
- No sabemos a que nos enfrentamos, mejor tener aliados.
- Creo que se donde nos encontramos...
El guerrero señalo una de las columnas del templo, que tenian una inscripcion medio borrada en la que se podia leer "Gü y s".
- Que siniestro...
- Se debe referir a Gülynes.
- ¡No!
- Me temo que si... de modo que lo mejor sera huir cuanto antes, antes de que nos descubran.
Gülynes era un enclave maligno en el que los magos de peor calaña se reunian para robar y asesinar a otros hechiceros en busca de su magia. Los mayores poseedores de magia oscura pertenecian a aquellas tierras y los tres jovenes eran conscientes de que no tendrian nada que hacer ante sus poderes.
- Veo que tenemos visitantes... -susurro una voz espeluznante. De la nada surgio un brujo de apariencia tenebrosa y sonrisa malevola que les miro como si de presas se tratasen- una ermitaña y una sacerdotisa... ¡vuestros dones seran mios!
Antes de que pudieran reaccionar les lanzo un conjuro que uno de los orcos intercepto, muriendo en el acto. Srynna se asusto y entre los pliegues de su tunica noto el caramelo Minethlos, que asio con fuerza y acto seguido arrojo al mago. El caramelo, como la vez anterior, crecio y cobro vida, enfrentandose al hechicero, que le lanzo cuantos hechizos se le ocurrieron. El caramelo, por suerte, era inmune a ellos y pronto lo devoro. A la vista de que no habia mas peligro, menguo hasta su tamaño original.
- Ese caramelo es lo mejor que nos ha pasado a nivel defensivo... -suspiro Wherynn, aliviada.
- Tenemos que irnos ya, probablemente aparezcan otros.
- Vamos a camuflarnos -propuso Srynna. Poco despues habia ejecutado varios encantamientos que les permitian ser invisibles, atravesar objetos y cubrir sus huellas.
- Seria interesante que tengas el Minethlos a mano, por si acaso... -comento Jeanpo a Srynna.
- Y tal vez estaria bien dejar unos cadaveres falsos para que los magos que vengan crean que hemos muerto -dijo a su vez la ermitaña.
- Vale, pero no les pongas nuestros rostros, inventate otros...
- Pero necesito cuerpos...
Srynna miro a los orcos que les acompañaban y sin mediar palabra asesino a tres de ellos, dejandoles solo con dos como protectores.
- Suerte que estan bajo tu hechizo... -susurro Jeanpo a Wherynn.
- Ya... afortunadamente no se enteran de nada. Aun asi les ordenare que vigilen la zona, de ese modo podremos alejarnos...
La ermitaña convirtio a los orcos en tres humanos cualquiera mientras Jeanpo enviaba un mensaje a traves del circulo para advertir en Gahül que este habia sido desviado hasta Gülynes. Unos minutos mas tarde comprobo que ya no se podia viajar a traves de aquel enclave.
- Todo listo, ¡podemos irnos! -anuncio Jeanpo.
- Antes dejadme hacer un hechizo silenciador -dijo Srynna, que dominaba aquel conjuro con tanta maestria que podian comunicarse entre ellos sin que el resto del mundo les escuchara.
Una vez realizado, emprendieron la marcha. Todos salieron por la puerta del templo excepto Wherynn, que atraveso una de las paredes hacia el exterior.
- ¿Que haces, freaky? -le pregunto Jeanpo.
- Divertirme... ¡mirad, otro brujo! -señalo.
El mago encapuchado fue hacia el templo mientras los tres compañeros partian del lugar. Para cuando fue capaz de rastrear su magia ya se encontraban muy lejos.
Dedicado a Saryna, ¡feliz cumpleaños!
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