Escogiendo una ruta al azar, el joven continuo caminando esperando encontrar un sitio donde empezar a escribir su cronica tranquilamente. Como si alguien le adivinara los pensamientos, una butaca de aspecto confortable surgio en medio del paisaje, y lo que le rodeaba se transformo en un paraje ideal para poder dedicarse a su trabajo. Guîmorëll se sento, saco su portatil y comenzo a escribir no sin antes rodearse de parte de las golosinas que llevaba en la bandolera. Trabajar le daba hambre.
Oniros se levanto de su trono de sueños. Paseo por la estancia y contemplo el tablero, meditando. El silencio era tan profundo que podia oir los agiles dedos del joven tecleando a toda velocidad. Se sento nuevamente y suspiro.
Guîmorëll se levanto de la butaca y se estiro, bostezando. Llevaba mucho tiempo escribiendo, o al menos eso creia. El paisaje se habia vuelto muy abstracto, y le parecio ver imagenes que pertenecian a sus propios sueños, algunas de las cuales le hicieron sonrojar.
Oniros dejo escapar una sonrisa.
La luna reflejo la musica de las esferas y el joven miro en derredor. Una figura cerca de el le contemplaba en silencio con una expresion que no sabia definir. Le dedico algunas palabras, pero la figura no respondio. Oniros solo hablaba el lenguaje de los sueños. Con un suave movimiento le tendio un bello orbe que quedo suspendido en el aire cuando Guîmorëll quiso tocarlo, manifestando todos los misterios que rodeaban el lugar. El joven notaba algo de incoherencia en todo aquello, pero los sueños estan dominados por un inconsciente que no se puede gobernar. Cuando quiso darse cuenta, Oniros ya habia desaparecido.
- Un orbe... me recuerda al palantir en pequeñito... -comento para si observando la esfera, que giraba sobre si misma. Sin embargo, se distrajo cuando vio una apetitosa chocolatina dando saltos cerca de el. ¿Seria muy cruel morderla? tenia una pinta deliciosa... Guîmorëll fue detras de ella y la chocolatina, adivinando sus intenciones, huyo despavorida. ¡Si solo seria un trocito..!
Oniros se sumergio en las ondas del profundo abismo de la existencia y vertio su esencia en aquel orbe, esperando que el joven fuese capaz de revelar sus secretos.
Dedicado a Guillermo, ¡feliz cumpleaños mecanografioso!