La cueva se encontraba sumida en un profundo silencio. El ritual visionario estaba a punto de comenzar. Cogí la esfera de madera, miré a mis hermanas y la hice rodar por el tablero. Caminó por el laberinto y juntas contemplamos la senda que dibujaba. El ambiente de la cueva cambió mientras la esfera circulaba... Hice rodar otra que tomó un rumbo diferente por el laberinto, un rumbo misterioso lleno de magia ancestral, un deseo aún no cumplido. La tercera esfera rodó y su movimiento se unió al movimiento primigenio de su hermana desde otro rumbo interior que marcaba el inicio del cambio.
Una imagen surgió entre la neblina otorgándome la visión. Un reino al este donde siempre reina la primavera. Un lugar cubierto de bosques antiguos y misterios indescifrables. Un reino de suaves colinas y grandes prados, bellos ríos y senderos. Su soberano gobierna en armonía sobre la naturaleza, reflejo de su propia esencia, que le confía todos sus secretos. Por ello sus pensamientos se funden con el entorno que le debe su existencia hasta el final de los tiempos. Otra imagen diferente se apoderó de mi visión. Un reino al oeste donde siempre impera el verano. Un paraje montañoso con páramos cubiertos de brezo, pantanos y un valle. Un reino de viento donde la magia no tiene cabida a pesar de su belleza. Su monarca es un noble guerrero capaz de adoptar el aspecto de un hermoso lobo que aúlla en las noches de luna llena. Su carácter y su valentía, así como sus gestas épicas, le han otorgado un lugar entre los grandes reyes de antaño...
La imagen se desdibujó en la niebla y reinó el silencio. La cueva brillaba con la luz interior de mis hermanas visionarias. Hice rodar la cuarta esfera y sonreí sicalíptica, el fuego de mi corazón ardía con fuerza. La quinta esfera rodó por el laberinto tomando un camino intrincado hacia rutas del pasado, la locura interior y la iluminación del caos. La última esfera que podía rodar en esta realidad por el laberinto fue hacia un rumbo de misterio y deseos ocultos.
La visión me mostró el reino del noroeste y el del sureste. Un bosque otoñal y un paisaje de primavera al lado del mar. Conocía bien a su reina, pura magia e imaginación. Una reina de sueños y alma musical. Otra visión reveló el reino del suroeste, cubierto por un manto de nieve de belleza indescriptible. Su monarca reflejaba la pureza del lugar y ocultaba sus secretos tras cristal para que nadie los descubriera jamás. La visión me mostró el reino del norte. Un jardín otoñal con un lago, campos, ríos y suaves colinas. Su reina es una criatura extraordinaria con poderes inimaginables. Domina con justicia y sabiduría y su magia hace que su jardín florezca. Otra visión surgió para revelar el reino del sur y su eterno y suave invierno. Un reino de suaves colinas y bosques que rodean el valle donde se origina su magia, al lado del mar. Su soberana es la más benévola entre los monarcas, pues su alma es pura como el invierno que domina su reino. Su bondad no conoce límites y todas las criaturas de su reino la aman profundamente por su carácter compasivo...
La imagen se desvaneció en la niebla y el silencio de la cueva. Mis hermanas visionarias contemplaron el laberinto mientras hacía rodar la primera esfera por sus caminos insondables en el movimiento sempiterno de la hermandad. Cogí la otra esfera, que rodó hacia el misterio de la eterna búsqueda...
La visión me mostró el reino del noreste y su verano. Un archipiélago paradisíaco que vi mientras rodaba la tercera esfera. Bosques de vegetación exótica y playas de arena dorada. Su carismático monarca domina con serenidad y elegancia sus islas. Las visiones se entremezclaron y revelaron el misterio de los sonidos de libertad que se oían en la antigüedad. Una mirada a una realidad ancestral que permanecía oculta en las brumas de la eternidad de un pensamiento...
La imagen se desdibujó en la niebla y la cueva se oscureció. Las hermanas visionarias iluminaban el lugar con su luz interior. Ninguna osaba quebrar el silencio del ritual y miraban al laberinto. Cogí la cuarta esfera, que rodó mientras la pasión encendía mi espíritu y dibujaba una sonrisa ígnea en mi rostro. Rodó la quinta esfera y su caótico recorrido profundizó el silencio en la cueva cambiando su atmósfera... Rodó la última esfera de esta realidad y su enigmático rumbo se perdió en el silencio de las visionarias...
Continuará...
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