Ir al pueblo no había sido una buena idea. Sus amigas la pirata, la gimnasta rítmica y la momia también las habían atacado, pero como no tenían fuerzas para reducirlas les habían intentado dar esquinazo. Como iban corriendo, los perros del pueblo se habían puesto nerviosos y las habían perseguido, aunque por fortuna también habían perseguido a sus amigas, que se asustaron y huyeron al bosque. No tenían las llaves de la casa, por lo que tuvieron que forzar una de las puertas usando una de las horquillas de Päu, y había anochecido mientras lo hacían. Después de comprobar que no había nadie en la casa, se habían atrincherado a oscuras y ahora estaban agotadas.
- No creo que nos busquen aquí... -comentó Päu mientras se acomodaba en uno de los sofás.
- Bueno... no se si hablan entre ellas ahora que están chifladas, pero esas tres saben que vinimos al pueblo y deducirán que estamos en casa.
- No pueden entrar...
- Pueden romper una ventana...
- ... y de todas formas, alguien las vería. El pueblo parece tranquilo, no creo que nadie más esté poseído ni nada...
- No se, solo se que tengo mucho sueño y que habrá que hacer turnos. No me voy a dormir tranquila si alguien no vigila...
- Yo no tengo sueño, haré el primer turno.
- ¡Te lo agradezco! -suspiró Wherynn, que se acomodó en el sofá con una de las mantas y pronto se quedó dormida.
¿Qué podía hacer? No podía poner la tv, era mejor que no se viera ningún tipo de luz ni siquiera a través de las persianas o las cortinas. Poner música no sería prudente, no permitiría que oyera ningún ruido. No podía asomarse a la ventana a contemplar el cielo ni leer a oscuras. Empezaba a arrepentirse de haberse ofrecido a hacer el turno, sería muy aburrido...
Las horas pasaban y la casa estaba muy tranquila. Päu bostezaba y pensaba en sus sesiones de hipnosis y en por qué sus amigas estaban tan raras. ¿Estarían hipnotizadas? No parecía que fingieran por la película, eso estaba claro, pero no encontraba ninguna explicación lógica para lo que estaba ocurriendo. Tal vez no la había...
Un ruido en la puerta hizo que se pusiera en guardia. Alguien picaba. Miró el reloj, las 2:38. ¿Quién podía ser a esas horas?
- Whers... -susurró. La chica no se movió. Päu se acercó y la tocó suavemente en el hombro.
- ¿Qué? -preguntó su amiga medio dormida.
- Alguien está picando a la puerta...
Wherynn miró alrededor y vio que aún estaban a oscuras. Aún era de noche. Vio la hora del reloj, las 2:39.
- Vamos a acercarnos a la puerta e intentar mirar por la mirilla. No hagas ningún ruido.
Las chicas se acercaron sigilosamente a la puerta y Päu agradeció que su amiga se despertara tan espabilada. Los golpecitos habían cesado. Wherynn miró con cautela por la mirilla y le hizo un gesto de asombro a Päu. Esta no lo entendió y la chica dibujó unas letras en la puerta con el dedo. "Vampiresa".
- ¿Abrimos? -articuló Päu sin decir palabra.
Wherynn se encogió de hombros y se volvió a asomar. La vampiresa miraba a su alrededor buscando algo a la escasa luz de las farolas. Probablemente quería forzar la puerta como habían hecho ellas. Parecía en sus cabales, pero Wherynn no se fiaba.
- Esperamos a que abra y la reducimos -susurró al oído a su amiga. Procuremos no hacer ruido.
Las chicas se pusieron frente a la puerta con un rollo de cocina y un cuchillo y aguardaron. Su amiga no tardó en abrir la puerta con mucho cuidado.
- ¡Chicas! -exclamó con alegría en voz no muy alta.
- ¡Quieta! ¿cómo has llegado hasta aquí? -siseó Wherynn.
- ¡Me atacaron! ¡están todas locas!
Wherynn se acercó con cuidado y vio que sus pupilas estaban normales. No era peligrosa.
- Pasa... -la chica cerró la puerta tras de sí y las miró.
- Cuéntanos -instó Päu.
- Iba corriendo por el bosque -empezó la chica- con todas las demás y llegamos a una especie de cabaña...
- ¡La cabaña del bosque! ¡Qué mítico! -exclamó sin poder evitarlo Whers.
- ¡Tu! -exclamó a su vez Päu.
- ¿Qué?
- ¡Tu y los errores de las pelis de terror! ¿Cómo fuiste con ellas a la cabaña? -se escandalizó.
- ¡Iban todas y la odalisca me dio miedo! -se defendió su amiga.
- El caso es que entramos en la cabaña y nos dimos cuenta de que faltabas -dijo la vampiresa refiriéndose a Päu- pero ninguna, salvo Wherynn, quiso... se atrevió a volver a por ti.
Wherynn asintió y la vampiresa se sonrojó un poco.
- ¡Teníamos miedo! el caso es que Wherynn buscó por la cabaña, encontró un cuchillo y fue a por ti. El resto nos quedamos pensando qué hacer hasta que la momia empezó a ponerse rara también y sus pupilas se dilataron. Echamos a correr otra vez y me separé del grupo sin querer porque me caí por una ladera del bosque empinada. Encontré unos arbustos densos y me escondí allí hasta que anocheció.
- Lo que explica esos cortes... -interrumpió Päu. La chica asintió.
- No estaba lejos del pueblo, así que pensé en volver antes de que anocheciera, pero apareció la pirata rara y me persiguió. Me dio tanto miedo que me subí a un árbol (se que ella no sabe trepar) y esperé a que se fuera pero no se iba. Luego no se por qué echó a correr y me quedé allí por si volvía. Pensaba quedarme en el árbol toda la noche pero tenía mucho frío y las luces del pueblo me atraían, así que hace poco decidí bajarme y venir aquí.
- Corrió porque nos persiguió a Päu y a mi -le explicó Wherynn.
- Entonces... ¿puedo quedarme?
Wherynn y Päu se miraron y asintieron.
- Chicas, yo tengo muchísimo sueño... ¿me puedo ir a dormir? -bostezó Päu.
- Dormid las dos, yo me quedo vigilando -se ofreció Wherynn.
La vampiresa suspiró aliviada y se acomodó junto a Päu en uno de los sofás. Wherynn se sentó en un cojín en el suelo y suspiró. ¿Dónde acabaría esta historia?
Dedicado a Päu, ¡feliz cumpleaños psicóloga!