29 junio 2016

The Silent Force

La tormenta emocional había arrasado con todo. Los fragmentos de cristal se esparcían por doquier, pues los truenos habían logrado estallar las vidrieras, que ahora reposaban inertes en el frío empedrado. Un anillo brilló con el haz de luz de uno de los rayos que aún dominaban el firmamento cubierto de nubes plomizas. Lo dejó ahí. El sonido del trueno la hizo suspirar.

Caminó entre las vidrieras rotas oyendo la melodía lejana de un arpa, una melodía siniestra cuyas cuerdas eran tocadas al azar. Vio un curioso orbe verde rodeado de una fina línea de oro encadenándolo y lo tomó en sus manos. Una gema de la Atlántida... Le dio vueltas entre sus dedos y la dejó caer para proseguir su camino entre los escombros. Algunos libros, una cruz, un collar de pinchos... y otros recuerdos. La tormenta aún no se había alejado y oía los truenos, en busca de algo que no sabía definir. O que no quería definir...

Encontraba pedazos de ámbar repartidos por el empedrado, que se helaba con la fría brisa que llenaba de escarcha aquel lugar. Un brote, una frágil flor de color rosa se mecía con la brisa. Aquella había sido la tormenta más fuerte de todas. La única que jamás hubiera querido presenciar. Contempló aquella desolación y volvió a suspirar. Los rayos hacían que viera pequeños retoños florales en los sitios más recónditos; en el muro derruido, entre el ámbar, en las piedras... Incluso logró ver imágenes de su origen, Astralia, veladas por la niebla que la alejaba de ella... Esa maldita niebla que hubiera querido traspasar. Esa maldita cadena de oro que querría romper. Ese lugar que nunca quiso que se hubiera derrumbado en realidad... Una manzana roja apareció a sus pies. La tomó en sus manos y esbozó una triste sonrisa. Tendría que volver al comienzo, cuando el amor no existía. Desplegó sus alas y dejó que la muerte espiritual diese paso a una nueva vida, a una nueva oportunidad, quizá tentar a un mortal...  



Dedicado a María P. por su carácter apasionado.

18 junio 2016

Moste potente potions


Siete pociones brillaban en la oscuridad de la estancia sobre el escritorio de caoba. Una era de color rojo esmeralda, con una sensual figura de mujer cuyos brazos se encontraban en su cintura y lanzando un beso envenenado con una de sus manos. Otra era azul cobalto y tenía la forma de un delfín con Poseidón en su lomo, poderoso tridente en ristre y coronado de autoridad. La tercera era verde agua y parecía una hermosa fuente de la que manaban aguas cristalinas de pureza. La cuarta era violácea y tenía la forma de un antiguo matraz para la alquimia, en el que destellaban diminutas burbujas doradas. La quinta era pálida como la luz de la luna y parecía contener el poder de la existencia y la divinidad de la muerte en su interior. La sexta era ambarina y tenía la figura de un corazón y un león entrelazados en perfecto equilibrio. La séptima era acerada y tenía forma de templo griego, con sus vestales y lugares sagrados rituales.

Una tenía el poder de dominar las voluntades de los seres. De cualquiera. Otra el poder de la seducción y la destrucción. Una contenía un potente veneno que acabaría con la persona cuyos labios la rozasen. Otra poseía el don de la sabiduría. Una de ellas concedería el poder de la eternidad a su portador. Otra la locura a aquel cuyos labios la escogieran. Y una de ellas concedería a su dueño el don de conocer mundos más allá de la imaginación.

Sus fragancias eran embriagadoras. La mujer poseía un aroma sutil y salvaje con notas orientales, vainilla y canela. El delfín y su Poseidón un aroma oceánico y fresco que recordaba a la brisa marina y el salitre. La fuente tenía toques cítricos, limón y kiwi, menta y hierbabuena. El matraz tenía una esencia metálica, óxido y hierro. La poción luz de luna tenía una fragancia indescriptible y suave como el azahar. El león y su corazón tenían un curioso aroma floral, femenino y romántico, pero a su vez olía a sándalo y almizcle, masculino. El templo griego tenía aroma frutal y herbal, amaderado y resinoso.

¿Cual escogerías?


Dedicado a Guillermo, por los aromas campestres.

11 junio 2016

Amber Spirit

Sellado en la tumba de piedra,
en el muro de niebla por el que trepa la hiedra,
invoco a los poderes ancestrales
en busca de la iluminación.

El sepulcro comenzó a resquebrajarse y la niebla del muro la rodeó para ocultarla en su abrazo de sus enemigos. La hiedra brillaba misteriosamente en la oscuridad con sus tonalidades rojizas y cálidas, fruto del otoño que había nacido en su corazón de tinta. Una potente luz emergió de la piedra y sus ojos se perdieron en las hermosas iridiscencias argénteas que manaban de su interior. Un cofre surgió de la tumba y lo cogió suavemente en sus manos, sintiendo el poder que se hallaba consigo en aquel instante.

El cofre era muy hermoso, de madera con incrustaciones de rubí y estrellas simbolizando algunas constelaciones. En realidad se trataba de tres cofres unidos que otorgaban a su dueño el poder absoluto de la inspiración, los secretos de aquel mundo que no podía ser nombrado, pues casi todos desconocían su nombre. Con suavidad, lo puso en la fría tierra del cementerio y lo acarició con ternura para después tratar de separar las tres partes. El cofre permaneció unido e indestructible.

La niebla la rodeaba pero podía ver a través de sus jirones sus miradas oscuras, esperándola. Brillando con malignidad esperando su fin. Su demonios... Acariciando de nuevo el cofre, cambió de posición las estrellas creando nuevas constelaciones, tratando de encontrar la manera de resolver aquel puzzle misterioso para revelar todos sus enigmas. Uno de los tres fragmentos osciló entre sus dedos y se abrió. Ante sí vio una espiral de luz y oscuridad de la que fluyeron varias notas musicales que componían una melodía que había escuchado en sueños y no podía recordar. La pieza se cerró por si sola con fuerza y ella suspiró. Volvió a cambiar la posición de las constelaciones y se fijó en los círculos concéntricos de los cofres y cómo nunca cambiaban de lugar. Poseían símbolos desconocidos para ella... ¿Tal vez runas antiguas?

La niebla se desvanecía por momentos, sabía que su abrazo ya no duraría mucho. Ni sus miradas. Uno de los cofres, el más grande de todos, vibró en sus manos cuando las constelaciones se alinearon con el rubí del astro principal. Con cierta curiosidad lo abrió lentamente... y no pudo describir su interior. Un reflejo de sí misma, un espejo hecho pedazos... y mil sensaciones e intuiciones que no sabía si eran reales o solo se encontraban en su imaginación. Cerró el cofre y volvió a suspirar. Las imágenes de las constelaciones que formaban el cofre ahora le recordaban a peces, al mar, al origen de la vida... Los sonidos de su alma... Todo estaba en su imaginación, aunque anhelara que no solo fuera así... Prosiguió moviendo las constelaciones tratando de abrir el último cofre, puesto que aunque sabía que los tres podrían abrirse al mismo tiempo y concederle el poder supremo, aún no era digna de él, y quizá nunca lo sería... Ignorando la lágrima solitaria que resbaló por su mejilla, cambió de posición las estrellas de oro y rubíes en busca del secreto del tercer cofre y su interior mientras la niebla cada vez se alejaba más de ella...

No se abría. Acarició la madera con suavidad y la lágrima de su rostro se derramó en ella, haciendo que las estrellas brillaran con fuerza y el tercer cofre se abriera. En su interior había... espíritus de hojas... no sabía describirlo de otra forma. No podía rozarlos siquiera, pero algunos de ellos levitaron suavemente atrayendo a la niebla para que sus enemigos no pudieran leer sus palabras. "Todo lo que podia vislumbrar era una antigua rueca en la que labraba su destino y el laberinto que los hados habian tejido para ella..." rezaba uno de ellos. "Aquel mundo quimérico de oscuridad precisaba una luz que le devolviera la vida. La existencia de su presencia traía consigo la destrucción de los misterios."... "Yrünie närym büryl vöem nörae nÿrenm, rëlyrae nüryev yürmai nërykn röeuam. Wherynn Wöldn nÿem orüdae vÿk düem nÿdae." Algunas de las hojas solo contenían imágenes... Un jardín, una biblioteca, lugares en penumbra, un desierto... Las hojas se deslizaron a su alrededor y volvieron al interior del cofre, que se cerró con una nota musical. Lo cogió y lo escondió en uno de los pliegues de su túnica, cerca de su corazón. Con el poder que le había sido otorgado, alzó la otra mano y creó una luz que confiaba pudiera ahuyentar a las sombras...


Dedicado a Carmen C. por ser tan cool, xdd.

01 junio 2016

Visions (legacy) VI


El sonido de unas campanillas y los cánticos de las sacerdotisas llenaban el silencio de la cueva. El último ritual visionario estaba a punto de comenzar. Me incliné sobre las cenizas de las flores en la piedra y dejé que me mostraran su visión secreta de la eternidad...

Una voz se oía en los ecos del mundo de inmortalidad de la diosa... La invocaba a su mundo... Envuelta en ondas de luz y oscuridad se dejó llevar a su realidad terrenal... La pirámide de piedra se encontraba en una tierra hermosa... El joven que la había invocado le narró la historia de su pueblo... Se moría en la guerra de la conquista de la iluminación mística... Sus espíritus ya no descansaban en el más allá... Precisaban de la salvación de sus almas si no querían desvanecerse en la historia para siempre... El sonido de un cuerno ritual la devolvió a la realidad... Los nativos del lugar querían rendirle pleitesía a su diosa... Tras dejarse venerar por su presencia, partió a liberarles de la perdición... El joven le entregó una piedra ovalada ambarina y cuando la acarició se vio envuelta en un aura de luz que la llevó a las enigmáticas esferas de las almas perdidas para recobrar su iluminación...

La selva era oscura y misteriosa y los espíritus vagaban silenciosos entre la neblina... La realidad y el delirio cruzaron fronteras en su mente hasta que halló la senda de plata evanescente que iluminó su camino... Las voces de los muertos se oían por cada rincón de aquella tierra quimérica donde conoció a las telúricas, que le mostraron la telaraña de su propio porvenir y los misterios de su destino... Caminando por la senda de plata llegó a una selva tropical de llamativas tonalidades... Un murciélago le dio la bienvenida a Xibalba, la tierra de los muertos... Liberó sus almas, pero no el secreto de cómo había ocurrido... Ya podía regresar a su hogar y meditar sobre los tejidos hilos del destino... que estaba irrevocablemente unido a aquel joven corazón de escorpión...

La sacerdotisa miró a sus hermanas desde la esencia primigenia, cuyo silencio llenaba la cueva mientras se desvanecían. Solo se oían las campanillas y sus cánticos místicos en el eco, desde las profundidades de la visión de un mundo pasado... La joven contempló la cueva con los ojos del espíritu. Sus muros se iluminaban poco a poco con las runas del destino. Dejó que la visión de ese mundo único para ella penetrase en sus sentidos mientras escogía el camino de la inmortalidad...


Fin.