Sellado en la tumba de piedra,
en el muro de niebla por el que trepa la hiedra,
invoco a los poderes ancestrales
en busca de la iluminación.
El sepulcro comenzó a resquebrajarse y la niebla del muro la rodeó para ocultarla en su abrazo de sus enemigos. La hiedra brillaba misteriosamente en la oscuridad con sus tonalidades rojizas y cálidas, fruto del otoño que había nacido en su corazón de tinta. Una potente luz emergió de la piedra y sus ojos se perdieron en las hermosas iridiscencias argénteas que manaban de su interior. Un cofre surgió de la tumba y lo cogió suavemente en sus manos, sintiendo el poder que se hallaba consigo en aquel instante.
El cofre era muy hermoso, de madera con incrustaciones de rubí y estrellas simbolizando algunas constelaciones. En realidad se trataba de tres cofres unidos que otorgaban a su dueño el poder absoluto de la inspiración, los secretos de aquel mundo que no podía ser nombrado, pues casi todos desconocían su nombre. Con suavidad, lo puso en la fría tierra del cementerio y lo acarició con ternura para después tratar de separar las tres partes. El cofre permaneció unido e indestructible.
La niebla la rodeaba pero podía ver a través de sus jirones sus miradas oscuras, esperándola. Brillando con malignidad esperando su fin. Su demonios... Acariciando de nuevo el cofre, cambió de posición las estrellas creando nuevas constelaciones, tratando de encontrar la manera de resolver aquel puzzle misterioso para revelar todos sus enigmas. Uno de los tres fragmentos osciló entre sus dedos y se abrió. Ante sí vio una espiral de luz y oscuridad de la que fluyeron varias notas musicales que componían una melodía que había escuchado en sueños y no podía recordar. La pieza se cerró por si sola con fuerza y ella suspiró. Volvió a cambiar la posición de las constelaciones y se fijó en los círculos concéntricos de los cofres y cómo nunca cambiaban de lugar. Poseían símbolos desconocidos para ella... ¿Tal vez runas antiguas?
La niebla se desvanecía por momentos, sabía que su abrazo ya no duraría mucho. Ni sus miradas. Uno de los cofres, el más grande de todos, vibró en sus manos cuando las constelaciones se alinearon con el rubí del astro principal. Con cierta curiosidad lo abrió lentamente... y no pudo describir su interior. Un reflejo de sí misma, un espejo hecho pedazos... y mil sensaciones e intuiciones que no sabía si eran reales o solo se encontraban en su imaginación. Cerró el cofre y volvió a suspirar. Las imágenes de las constelaciones que formaban el cofre ahora le recordaban a peces, al mar, al origen de la vida... Los sonidos de su alma... Todo estaba en su imaginación, aunque anhelara que no solo fuera así... Prosiguió moviendo las constelaciones tratando de abrir el último cofre, puesto que aunque sabía que los tres podrían abrirse al mismo tiempo y concederle el poder supremo, aún no era digna de él, y quizá nunca lo sería... Ignorando la lágrima solitaria que resbaló por su mejilla, cambió de posición las estrellas de oro y rubíes en busca del secreto del tercer cofre y su interior mientras la niebla cada vez se alejaba más de ella...
No se abría. Acarició la madera con suavidad y la lágrima de su rostro se derramó en ella, haciendo que las estrellas brillaran con fuerza y el tercer cofre se abriera. En su interior había... espíritus de hojas... no sabía describirlo de otra forma. No podía rozarlos siquiera, pero algunos de ellos levitaron suavemente atrayendo a la niebla para que sus enemigos no pudieran leer sus palabras. "Todo lo que podia vislumbrar era una antigua rueca en la que labraba su destino y el laberinto que los hados habian tejido para ella..." rezaba uno de ellos. "Aquel mundo quimérico de oscuridad precisaba una luz que le devolviera la vida. La existencia de su presencia traía consigo la destrucción de los misterios."... "Yrünie närym büryl vöem nörae nÿrenm, rëlyrae nüryev yürmai nërykn röeuam. Wherynn Wöldn nÿem orüdae vÿk düem nÿdae." Algunas de las hojas solo contenían imágenes... Un jardín, una biblioteca, lugares en penumbra, un desierto... Las hojas se deslizaron a su alrededor y volvieron al interior del cofre, que se cerró con una nota musical. Lo cogió y lo escondió en uno de los pliegues de su túnica, cerca de su corazón. Con el poder que le había sido otorgado, alzó la otra mano y creó una luz que confiaba pudiera ahuyentar a las sombras...
Dedicado a Carmen C. por ser tan cool, xdd.