01 junio 2016

Visions (legacy) VI


El sonido de unas campanillas y los cánticos de las sacerdotisas llenaban el silencio de la cueva. El último ritual visionario estaba a punto de comenzar. Me incliné sobre las cenizas de las flores en la piedra y dejé que me mostraran su visión secreta de la eternidad...

Una voz se oía en los ecos del mundo de inmortalidad de la diosa... La invocaba a su mundo... Envuelta en ondas de luz y oscuridad se dejó llevar a su realidad terrenal... La pirámide de piedra se encontraba en una tierra hermosa... El joven que la había invocado le narró la historia de su pueblo... Se moría en la guerra de la conquista de la iluminación mística... Sus espíritus ya no descansaban en el más allá... Precisaban de la salvación de sus almas si no querían desvanecerse en la historia para siempre... El sonido de un cuerno ritual la devolvió a la realidad... Los nativos del lugar querían rendirle pleitesía a su diosa... Tras dejarse venerar por su presencia, partió a liberarles de la perdición... El joven le entregó una piedra ovalada ambarina y cuando la acarició se vio envuelta en un aura de luz que la llevó a las enigmáticas esferas de las almas perdidas para recobrar su iluminación...

La selva era oscura y misteriosa y los espíritus vagaban silenciosos entre la neblina... La realidad y el delirio cruzaron fronteras en su mente hasta que halló la senda de plata evanescente que iluminó su camino... Las voces de los muertos se oían por cada rincón de aquella tierra quimérica donde conoció a las telúricas, que le mostraron la telaraña de su propio porvenir y los misterios de su destino... Caminando por la senda de plata llegó a una selva tropical de llamativas tonalidades... Un murciélago le dio la bienvenida a Xibalba, la tierra de los muertos... Liberó sus almas, pero no el secreto de cómo había ocurrido... Ya podía regresar a su hogar y meditar sobre los tejidos hilos del destino... que estaba irrevocablemente unido a aquel joven corazón de escorpión...

La sacerdotisa miró a sus hermanas desde la esencia primigenia, cuyo silencio llenaba la cueva mientras se desvanecían. Solo se oían las campanillas y sus cánticos místicos en el eco, desde las profundidades de la visión de un mundo pasado... La joven contempló la cueva con los ojos del espíritu. Sus muros se iluminaban poco a poco con las runas del destino. Dejó que la visión de ese mundo único para ella penetrase en sus sentidos mientras escogía el camino de la inmortalidad...


Fin.

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