19 octubre 2016

Mediaeval romance

https://www.youtube.com/watch?v=wY9SuWf1XHI

Sus miradas se cruzaron por primera vez estando él de guardia en la sala del trono... Ella se mostró sinceramente halagada pero esquivó sus dulces palabras... Estaba prometida a otro guerrero desde hacía poco y no podía faltar a la promesa de amor que le había hecho en lo más profundo de su corazón. La corte y su espiritualidad no le permitían pensar en esos tiernos ojos que habían conquistado parte de su mente en contra de su voluntad sin siquiera saber cómo o cuando había ocurrido... Solo sabía que no podía apartarlos de su pensamiento y cada vez se fijaba más en sus sonrisas cuando hacía guardia, en su elegancia única... El aura que emanaba era tan atractiva como misteriosa, como si todos los enigmas del mundo tuvieran respuesta en su interior y sus ojos fueran los de la esfinge que siempre había buscado...

La corte solía reunirlos y en ella cruzaban pocas palabras, ella sabía cuál era su lugar y él lo respetaba. Las miradas furtivas y los gestos de cariño naturales se sucedían, y ella rogaba por el momento en que le besaba la mano... Su prometido partió a la guerra y él quedó protegiendo el castillo tratando de conquistar su corazón sin que ella se diera cuenta, pues una dama como ella, que había vivido recluida en su interior no sabía ver los ojos del amor más que en su prometido...

Decidió alejarle de su vida, sin dejar de estar presente nunca. Su historia no podía escribirse aún...

Su prometido regresó y con él la felicidad y el olvido de aquel fugaz sentimiento... El tiempo pasaba y ella ya no oía su canto de sirena ni sus palabras en los poemas. El silencio se hizo entre ambos y el destino los alejó aún más cuando fue convocado a otra corte para ser guardián de sus secretos, poseedor de un poder y un rango que merecía por su esfuerzo y lealtad... Y entonces, fue cuando se prometió con otra. Una mujer que jamás reconocería que se parecía a ella. No existían palabras para definir cómo se sentía porque su corazón realmente no le pertenecía y no le amaba, nunca lo hizo... Solo en su mundo... Las Moiras tejían en sus ruecas su destino y sus hilos cada vez eran más finos, pero sus hebras no dejaban de entrelazarse aunque sus caminos no fueran uno solo. Se unían siempre en el mismo punto, en el silencio...
Y así transcurría el tiempo y las estaciones, los solsticios y equinoccios, cada uno en su corte viviendo su vida con sus prometidos y siendo felices sin estar juntos...

Las Moiras tejieron sus hilos y cambiaron el destino de los dos amantes en silencio...

Volvieron a reencontrarse de nuevo en la corte, donde se habían conocido años atrás... Estaba sola, su prometido había partido a otra guerra que le alejaría de su lado sin que ella lo deseara... Cruzaron algunas palabras designadas por las Moiras sin que tuvieran ningún sentido, el vínculo no estaba roto pero no era como antaño, demasiado había cambiado, todo menos sus sentimientos ocultos...

Las Moiras entrelazaron las hebras en sus ruecas...

¿Si no estaban destinados por qué no podían alejarse? ¿Por qué se negaban con todas sus fuerzas a renunciar a aquella nada y lo que significaba para ellos? Quizá su historia nunca sería escrita ni aparecería en ningún poema ni ninguna crónica. Solo en los recuerdos de lo que no había ocurrido y lo que podría haber sido. Sus pensamientos seguirían encontrándose en la eternidad que solo a ellos pertenecía. Una eternidad que jamás llegaría a ser real porque no existía en el mundo mortal...


Dedicado a Caleb, por sus maravillosas creaciones.

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