06 febrero 2017

Dunwich Macabre

El agua del mar entraba a raudales en la cueva y se deslizaba por sus muros de piedra oscureciéndolos mientras la tormenta creaba una atmósfera tenebrosa en aquel día grisáceo en el cual la ermitaña contemplaba el océano... Deseaba que sus aguas plomizas se llevasen la oscuridad que portaba su corazón, que la hundía en lo más tenebroso de su ser... Se sentía como una suerte de criatura maldita por la soledad y el miedo, que no querían apartarla de su lado... Ambos la requerían para sus diabólicos rituales, en los que su espíritu se perdía en la oscuridad de lo incognoscible... No recordaba la luz del sol ni las melodías de la naturaleza... Solo la tormenta, los rayos y el agua que se deslizaba sempiterna por los muros de piedra obnubilando sus sentidos abandonándola en las tinieblas... La lluvia se unía a las aguas del mar con su dulce caricia mientras éstas, saladas, acababan con su pureza en el ciclo eterno... A veces se sentía como el agua, movida por fuerzas omnipotentes en un inmenso oleaje interno... Y sin embargo permanecía allí, estancada, contemplando el océano sin moverse...

La tormenta arreciaba por momentos, así como por instantes el viento quería llevarla al interior de la cueva y descubrir los horrores que en ella se ocultaban... Temía encontrarse a sí misma y no poder volver jamás, perdida en la oscuridad de sus pensamientos en el océano de su existencia, en la maldición que todos portamos en nuestro interior y de la que no podemos ocultarnos sin acabar olvidando nuestros recuerdos...

Y entonces algo cambió en el ambiente... El viento procedía del interior de la cueva y quería arrastrarla en su terrorífico abrazo... Miró al océano por última vez... y sin pensarlo se dejó llevar por la cueva, por el agua que se deslizaba sin cesar por sus muros de piedra, que desprendían un misterioso atractivo ahora que sus ojos se habían acostumbrado a la penumbra de su interior...
Hacía frío y el aire se helaba... El viento la arrastraba por los laberínticos corredores y las galerías de roca gris oscuro... Su espíritu se perdía en las tinieblas y la lluvia, cuya tormenta reflejaba su propia tormenta interior, que nunca olvidaba que el silencio de la soledad y el miedo la querían para sí, para no volver a sentirse solos jamás. Y junto a ellos proseguía el camino hacia la profundidad de la cueva, en la que el agua no dejaba de fluir, hasta que vio cómo los muros se iluminaban en la oscuridad brillando con una luz angelical e indescriptible que jamás había visto en su mundo de tinieblas en el que solo reinaba aquella tormenta. Las voces de las sacerdotisas, que hacían eco en los muros de piedra olvidados, eran tan antiguas como el espíritu que en ella habitaba desde hacía una eternidad... Un espíritu fuerte y hermoso, capaz de iluminar la oscuridad más profunda y brillar en la tormenta más tenebrosa, como un rayo de esperanza en un mundo único y cruel destinado a la muerte, donde la lluvia y las aguas nos transportan al subconsciente, al corazón de la cueva que se encuentra en nuestro interior... Las voces de las sacerdotisas le recordaron su propia fortaleza espiritual, que nunca debía rendirse por fuerte que la tormenta se presentase, pues formaba parte de ella y su existencia y nunca podría escapar de su abrazo de oscuridad... Las sacerdotisas prosiguieron entonando sus dulces cánticos y aunque no podía verlas sentía su caricia, que se unía a la de la tormenta y las aguas en aquel lugar de luz que tanto había temido encontrar y que no estaba maldito como todo aquello que conocía en el exterior de la cueva, corrompido por la malignidad del océano de mentiras y las tinieblas de la esencia... Ya apenas podía sentir el agua y el eco de la tormenta, que la había olvidado liberándola de su encierro maldito mientras las voces de las sacerdotisas se convertían en lo único que podía oír en el lugar... Sus espíritus la reclamaron a su lado para no volver a la tormenta, para que la soledad y el miedo no volvieran a ser parte de su existencia, para que el océano y sus aguas no la encontrasen nunca más... Y se rindió a su frío abrazo dejando que sus enemigos y demonios interiores acabasen con su esencia...


Dedicado a los que sienten su oscuridad. 

2 comentarios:

Licaón dijo...

Hay alguna sinestesia preciosa, y como siempre encaja genial con la música :)

Un saludo

Wherynn dijo...

Las figuras retóricas relacionadas con los sentidos son lo mío ;) y al parecer los escritos oscuros o cómicos... ¡Gracias!

Un abrazo