Y por fin su sueño se había cumplido. Aîcliä abrió los ojos despertando al lado de su esposo en una hermosa cama de dosel. No pudo evitar sonreír. La boda había sido magnífica, mucho mejor de lo que hubiera esperado. Lady Arüora había mantenido la compostura hasta que casi tenía el anillo puesto en el dedo y después fingió un desvanecimiento para que las nupcias no siguieran adelante. Ella, solícita y cumpliendo su promesa de hacía tanto tiempo, había derramado el té sobre su rostro para despertarla. La señora montó en cólera y la rabia hizo que confesara todos sus terribles planes en cuanto a la pareja y a desheredar a su sobrino. Lady Synföny trató de calmarla y su prometido, decepcionado, les dio a elegir entre pasar el día en familia y celebrar su felicidad o irse para no volver. No renunciaría a su futura esposa. Ambas optaron por quedarse y mantenerse lo más alejadas posible de la pareja, excepto cuando Aîcliä se acercó a Lady Arüora para decirle que era una rata calva odiosa pero que si cambiaba de actitud no le importaría tener una tía Kangaru. La señora no tuvo más remedio que aceptar y resignarse.
Después todo fue maravilloso. El baile fue clásico, divertido y ameno, el convite delicioso y la tarta de bodas la más grande y bonita que había visto en su vida. Su vestido blanco brillaba a la luz del sol casi tanto como su aderezo y la corona de flores y perlas sobre su cabello le daba un aire etéreo y hermoso. Nunca había habido una novia más alegre ni un marido más orgulloso de su mujer y el fuerte carácter que poseía, el que le había enamorado desde niños.
Fin.
Dedicado a Alicia, ¡feliz cumpleaños!
2 comentarios:
Hay historias e historias y algunas tienen un lazo rojo fuerte y constante sobre sí.
Mi abraz☆
¡Gracias! Aunque sea una de mis historias que menos define quien soy como escritora ;)
¡Un abrazo!
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