Pestañeo. Notaba el sabor a sangre en su boca. Siempre era igual... noches de luna llena, la agresividad, la acuciante necesidad de saciar su sed... pura rutina a causa de la soledad.
Nadie parecia entenderlo. Su clan le habia expulsado sin razon. "No eres bien recibido entre nosotros y esa es mi ultima palabra" le habia dicho el jefe de su manada. ¿Por que? ¿Que habia hecho mal? cazaba, luchaba cuando era necesario... tan solo la luna lo cegaba. La luna... sin poder evitarlo se puso a recordar...
- No esta bien y lo sabes. Estas jugando con cosas demasiado peligrosas...
- ¿Jugando? Dominar la magia no es un juego, es algo necesario, ¿como protegeremos nuestra aldea sin ella?
- Con las armas, como hemos hecho siempre.
- Las armas no sirven cuando un hechicero te despoja de ellas. El fuego debe combatirse con fuego, debemos luchar como iguales.
- ¿Te estas escuchando, Orav? se apodera de ti. Noto ese brillo en tus ojos, es el mismo que tenian aquellos... aquellos a los que tuvimos que exiliar. Se conviertieron en una amenaza.
- Puedo controlarme perfectamente. Es solo un hechizo...
- Subestimas su poder. Cada vez que sale la luna pierdes el control. Cada dia un poco mas, hasta que no puedas evitar su llamada y te vuelvas como ellos, un ser sanguinario que no distingue el bien del mal...
- No creo...
En ese momento un jiron de nubes se despejo y salio la luna. Grande, redonda y brillante en un cielo cuajado de estrellas. Orav la contemplo fascinado y comenzo a pronunciar las palabras, aquellas palabras que salian de su boca sin que pudiera controlarlas, se las sabia de memoria.
Todo se volvio nebuloso. Entre las imagenes que podia distinguir vio al sabio de su pueblo, le decia algo... luego se vio a si mismo atacandole, desgarrandole, necesitaba sentir su sangre, necesitaba que dejara de tratarle como si no supiera lo que hacia... ¿sabia lo que hacia? claro que si. Necesitaba liberar a su aldea de aquellas luchas constantes y ese viejo solo era un estorbo. Controlaba aquel hechizo a la perfeccion, aun era dueño de su voluntad.
Su voluntad. Se giro y la miro. Ahi estaba ella, llorando. ¿Por que lloraba? Tal vez fuera porque el anciano se desangraba en el suelo. Tal vez porque el ya no tenia forma humana, o porque las gentes del pueblo se agolpaban contra la puerta de la casa gritandole con antorchas que se fuera, que estaba exiliado. ¿Exiliado? Solo trataba de ayudarles. Unos ojos verdes le miraron fijamente desde algun punto entre la multitud mientras salia de la casa. "Te lo adverti", le decian claramente. En ese momento lo odio. Lo odio con todas sus fuerzas. Todo era culpa suya. Le habia enseñado la magia, quizas inocentemente, y el se habia cegado. Ella lloraba...
No habia nada que hacer. No era bien recibido como humano entre los de su aldea, ni era bien recibido ahora entre sus semejantes. Pero no se uniria al clan de los sanguinarios, eso nunca. Discernia perfectamente el bien del mal.
Sin darse cuenta caminaba distraidamente y habia llegado hasta la casa de ella. Habia cambiado fisicamente, pero seguia siendo ella... podia verla a traves de la ventana con una espada en la mano practicando aquellos movimientos que le habia enseñado hacia ya tanto tiempo. Si hubiera podido habria sonreido. Practicaba con la mano izquierda, que chica tan cabezota. Siempre decia que era bueno trabajar ambas manos, para que una no superara a la otra en el combate. El solia decirle que eso sonaba muy mal y ella se limitaba a sonrojarse y reir. Siempre conseguia hacerla reir...
Miro hacia el cielo. Las nubes cubrian parcialmente la luna, grande, redonda, brillante. Bajo la mirada, ¿donde estaba? Habia salido a la puerta de casa. Le miraba fijamente. Devolviendole la mirada trato de acercarse lentamente pero un rayo de luna se colo entre el ramaje del bosque. Miro de nuevo al cielo. La miro a ella. Y echo a correr. Corrio con toda la fuerza que sus patas le permitian, corrio sin rumbo fijo hasta que salio a campo abierto. No queria pensar mas, ya no era su vida. Ese era el precio que habia pagado por querer proteger a los suyos, la magia realmente se habia apoderado de el, pero no como todos creian. No perdia la cabeza con la luna, simplemente esta controlaba sus instintos porque ya no podia regresar a su forma humana.
Se subio a una roca y comenzo a aullar...
Dedicado a Varo, ¡feliz cumpleaños vidi!