27 diciembre 2011

The Goblet of Fire


El aire puro del Machu Picchu le hacia sentir vivo. El joven arqueologo se encontraba solo aquella mañana paseando por las ruinas de la antigua civilizacion tratando de ordenar sus pensamientos. Sus compañeros aun no se habian levantado y los primeros rayos de sol empezaban a surgir en el firmamento tiñendolo de dorado. Habia visto tantos hermosos amaneceres en aquel sitio... habian sido los mejores meses de su vida, sobretodo al descubrir a su pequeño amigo pichu. ¿Donde estaria el pequeñin?

- ¡Pichu! ¡pichu! vaya, me siento tonto, parece que me llamo a mi mismo... -rio.
- ¡Pichu!
- ¡Aqui estas!
- ¡Pi!

El animalillo se alejo y Pichu le siguio, divertido. Las piedras y los escalones de hierba dificultaban su paso, pero estaba adquiriendo una gran agilidad. En ese momento tropezo con una roca y se cayo de bruces. ¡Pues vaya!

-¡Pi, chu!
- Si, ya voy... -contesto Pichu frotandose su rodilla dolorida- suerte que no me ha visto nadie...
- ¡Pi, pi, chu!

El arqueologo se levanto y continuo siguiendo a su amigo. Parecia conducirle a las afueras del poblado, lejos de las ruinas y del campamento. ¿Que querria mostrarle? Solo habia rocas y vegetacion, musgo y maleza. Y hacia frio, bastante frio. Una sombra oscurecio el paisaje. ¿Otra tormenta?

- ¡Pi! ¡pichu! -exclamo el animalillo introduciendose en una pequeña cavidad.
- ¡Eh! yo ahi no puedo entrar. ¡Pichu! -llamo Pichu, asomandose al agujero. Toco la roca y descubrio que se deshacia entre sus manos. En poco tiempo logro abrir un boquete lo bastante ancho como para que parte de la estructura se desmoronase y dejase al descubierto una cueva. Cogio su linterna y se interno en la oscuridad.
La caverna parecia bastante estrecha y afortunadamente solo tenia un camino, con lo cual no habia perdida. Pichu anduvo durante un rato sin encontrar al animalillo, que no acudia a su lado a pesar de que lo llamase, y de pronto se vio ante una solida pared. La cueva tenia dos bifurcaciones, izquierda y derecha. No debia haber cantado victoria tan pronto...

- Veamos... llevo una cuerda, asi que no pasa nada. La ato aqui -dijo mientras amarraba firmemente la soga a una roca puntiaguda que surgia del suelo- y asi no me pierdo. Y no se para que hablo en voz alta, si estoy solo. Bien, ¿y ahora por donde voy? -penso. ¡Izquierda!

Pichu emprendio el camino que habia escogido esperando encontrar al pokemon y llamandolo constantemente. La soga era muy larga, asi que podia moverse con libertad. La caverna comenzaba a ser un laberinto y el joven fue eligiendo rutas al azar segun le apetecia. De pronto, escucho un sonido extraño a lo lejos. Instintivamente tiro de la cuerda, y la noto floja. Tiro otra vez y se detuvo. Aja, si hacia como en las peliculas y seguia tirando se encontraria con la cuerda en la mano y cara de imbecil. No, no, no, daria la vuelta.

- ¡Vaya! ¡no me he fijado si habia pinturas rupestres! -exclamo al iluminar una de la paredes, que desprendia un brillo rojizo- pues asi me entretengo en el viaje de vuelta. ¿Donde se habra metido Pichu? ¿Y por que sigo hablando en voz alta?
- ¡Pi! -sono en la distancia.
- ¡Eh! ¡Pichu! creo que venia de este pasillo -comento consigo mismo asomandose a una de las galerias- a ver... puedo seguir dejando la cuerda como rastro, con tal de no tirar fuerte... nadie va a ir y alejarla de la roca donde la ate... ¿no? ¡a la aventura!



Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños bloggero!

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