Lady Arüora miraba alternativamente a su sobrino y a aquella muchachita que habia escogido como prometida. Era bella, ciertamente, pero eso no bastaba. Sus modales distaban mucho de ser refinados, su risa era estruendosa y hablaba con demasiada libertad para ser una futura esposa de la alta sociedad. Tendria que convencer a su sobrino de que no era adecuada...
- Querido, Lady Synföny esta deseando visitar tu nueva mansion, la que me comentaste que estas preparando para tus esponsales... -comento Lady Arüora posando su taza de te.
- Es una vieja amiga de la infancia -aclaro el joven a Aîcliä, que trataba de contener su creciente desagrado hacia la tia de su amado y a duras penas era capaz de componer una sonrisa convincente.
- Sera agradable tener visitantes -respondio ella. Pues si que no se andaba por las ramas esa vieja rata calva... -penso.
- Es una muchacha tan encantadora... ¡y casadera! seria estupendo que encontrara un buen partido, alguien como tu... -prosiguio mientras Aîcliä se atragantaba con una galleta- ¿estas bien, querida?
- Perfectamente, tia. ¿Puedo llamarla tia?
Lady Arüora se quedo livida y, adivinando el juego de la joven, le sonrio afectuosamente de una forma tan cariñosa que Aîcliä estuvo a punto de echarse a temblar. Aquella señora infundia terror cuando sonreia, pues se quedaba mirando al vacio con la mirada perdida y parecia una demente. Su sobrino no sabia que hacer, deseaba que su tia comprendiera que Aîcliä era la mujer perfecta para el, pero notaba el rechazo de la mujer hacia su prometida.
- Claro que si, querida. Pronto seremos parientes -contesto con naturalidad cogiendo un bollito de almendras.
- Señor... -dijo una sirvienta que aparecio en el lugar.
- Disculpadme.
El joven se retiro apresuradamente de la sala para disgusto de ambas y Lady Arüora continuo imperterrita alabando a Lady Synföny y sus elegantes amigas. Aîcliä no se dejaba impresionar y tampoco entendia a que venia aquel discurso cuando su prometido ya no estaba alli, pero aun asi prosiguio sonriendo a la señora. Tal vez queria provocarla...
- Disculpadme, tenia que recoger algo... -murmuro el joven a su regreso moviendo una cajita entre sus manos- Esto es para ti, Aîcliä, me alegro que este aquí mi tia para presenciar este momento.
Lady Arüora miro aterrada la cajita esperando que no fuera alguna reliquia familiar. ¡Sus joyas en manos de esa mujerzuela! nunca lo permitiria. Aîcliä extendio la mano y abrio el envoltorio para encontrarse con un bello aderezo de diamantes y gemas que desconocia. Su prometido sonrio ante su rostro, que mostraba gran emocion, y Lady Arüora contuvo un grito. ¡El aderezo no!
- Querido... ¿no crees que es excesivo? -pregunto la joven.
- Todo es poco para mi futura esposa. Es un aderezo que pasa de generacion en generacion en mi familia y siempre ha adornado a las damas mas elegantes y distinguidas -le explico.
- ¡Es completamente inapropiado!
Aîcliä y su prometido se volvieron hacia Lady Arüora, cuyo semblante habia palidecido notablemente para adquirir de pronto un tono rojizo oscuro.
- ¡No puedes regalarle algo asi a una señorita tan frivola!
- ¡Pero tia!
- ¡¡Ya esta bien!!
Aîcliä se levanto de un salto y agarro violentamente la tetera, levantandola sobre Lady Arüora, que la miro horrorizada.
- ¡Lleva toda la tarde insultandome y estoy harta! quiero a su sobrino y voy a formar parte de su familia. ¡Espero que lo entienda, o si no derramare esta tetera sobre usted para que no lo olvide!
- La conozco desde siempre, tia, cumplira su amenaza... -dijo su sobrino tratando de ocultar su orgullo por su futura mujer. Siempre habia adorado ese caracter suyo que la hacia diferente del resto de damas que conocia.
- ¡Esto es intolerable!
La mujer se levanto rapidamente y se dirigio a la puerta seguida de su sobrino y Aîcliä, que aun tenia la tetera en la mano.
- Tia...
- ¡Te arrepentiras de esto, muchacha! -grito Lady Arüora cerrando de un portazo.
Dedicado a Alicia, ¡feliz cumpleaños bollin!