01 diciembre 2013

Lunacy (Illumination) II


Por un instante, silencio. El rumor del aire me envolvió, haciéndose más intenso por momentos. No sabía de dónde procedía aquella fría corriente, todo a mi alrededor era oscuridad. De repente, comencé a oír voces, voces horribles que empezaron a darme escalofríos. No sabía de dónde venían y no tener visión solo las hacía aún más terribles. Parecían acercarse y me sentí indefensa, pero no dejaría que me amilanaran. Si querían hacerme sufrir iban a tener que luchar con todas sus fuerzas. Las voces estaban cada vez más cerca... llegaron hasta mi... y desaparecieron.

La oscuridad era increíblemente densa. Miré a mi alrededor y solo encontré un vacío opaco, ninguna forma de saber dónde podía encontrarme. Intuía el peligro acechándome en las sombras, pero no era sensato quedarse quieta. Jamás podría irme de allí si no me movía. Y el suelo parecía firme bajo mis pies...
Comencé a avanzar con las manos delante de mi, por si encontraba algún obstáculo en mi camino, quizá a los dueños de aquellas voces... El aire parecía más frío por momentos, aunque quizás solo era impresión mía. Tenía miedo... La oscuridad no cambiaba, siempre densa y opresora, pero continué caminando a pesar de todo. No sabía hacia dónde iba, si me acercaba a mi destino o me alejaba... ni siquiera entendía por qué la oscuridad era todo lo que podía percibir. El aire era tan frío que casi me dolía respirar, notaba una corriente helada rodeándome, pero seguía avanzando, no quería detenerme o me quedaría allí perdida para siempre en medio de aquella oscuridad glacial. La intensidad de mis sentidos empezaba a agudizarse a causa de la falta de visión y por ello comencé a fijarme en mi tacto y en mi oído.

Oí un sonido en la lejanía, símbolo de que quizás no estaba completamente sola en aquella oscuridad. Entonces me di cuenta de que tenía los ojos cerrados. Los abrí y no vi nada, por lo que volví a cerrarlos justo a tiempo para notar que algo más aparte del frío aire me acompañaba en mi viaje a oscuras.
Las voces volvieron a surgir de entre las sombras, aullando mis temores y mis derrotas, pero me negué a escucharlas y seguí caminando como si jamás hubieran estado ahí. Sus gritos me desconcertaban, no entendía por qué tenía que ser yo la que las oía, yo que nunca les había hecho ningún mal para que se comportaran así conmigo. El sentido de la injusticia me hacía avanzar con firmeza, tenía la confianza de que en algún momento se olvidarían de mi y seguirían su camino, como si jamás hubiese existido para ellas. Ojala pudiera olvidarlas también con la misma facilidad y alejarlas de mis pensamientos para que no volviesen a torturarme nunca más...

Sus voces se volvieron monótonas, demasiado simples para que mereciera la pena escucharlas. Lo que decían no tenía ningún sentido, por mucho que se empeñaran. Su frío contacto hacía que me estremeciera, pero no de la forma en que ellas querían. En el fondo me daban pena, y lo sabían. Su cadencia se alejaba lentamente haciendo que mi camino fuese más fácil de recorrer, aunque aún oía su absurdo eco en mi mente repitiendo incesante sus necias palabras. Sin embargo, conocía su más profundo secreto, que en el fondo se sentían aún peor que yo y por eso no podían silenciarse...

Podían aullar cuanto quisieran, porque ya no las percibía como algo amenazante, no tenían nada que ver conmigo ni con mi mundo. Si eso las hacía sentir mejor, que sus gritos se ahogaran en sus propios temores, ocultos tras una fortaleza de mentiras y falsas ilusiones para hacer daño a otros...
Una tenue luz iluminó aquella oscuridad, mostrándome el portal. En algún momento había vuelto a abrir los ojos, y ahora lo veía con claridad. El eco de sus voces envolvía la gélida atmósfera mientras me alejaba de ellas ignorándolas y cruzaba el etéreo umbral hacia la próxima iluminación...



Continuará...

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