El Capi no cabía en sí de felicidad, ¡por fin un barco nuevo! Nuevo por decir algo, porque como bien había observado no estaba en demasiado buen estado... pero era mejor que nada, les permitía hacerse a la mar y viajar de nuevo. ¡No podía pedir más!
- No sé si tallar mariquitas en este barco... -pensó en voz alta Ione- tiene algo que no me acaba de gustar...
- Tállale chinches, ¡esto está infestado! -se quejó Trova.
- Estos Tdagn son un poco guarros... ¿si? -rió Krämse.
- ¡Arriaz velash! debemosh bhuscar algo mejor que esohs trapos... -recomendó Capi. Los marineros se pusieron a buscar en las bodegas algo que pudiera servirles y Trova saludó de forma burlona a los piratas que se habían quedado en Nymrä.
- Ale, ¡que busquen su dichoso tesoro! No hay ningún tesoro en Nymrä, ¿verdad? -preguntó Trova dirigiéndose a Krämse.
- Bueno... el tesoro de nuestros corazones es irremplazable, si tienes un motivo tienes un tesoro... -contestó el hombrecillo.
- Si tienes un amigo tienes un tesoro...
- ¿Si?
- Es el dicho.
- ¡Ah! pero no me refería a eso, ¿si? el tesoro está en nuestros corazones.
Trova miró con cara interrogante a Ione, que simplemente sonrió. Como ya le había dicho anteriormente, Krämse era un genio.
- ¡Mirad lo que je enhcontradooo! -chilló Capi, emocionado, apareciendo detrás de ellos. ¿Cuando había abandonado el timón? Trova salió corriendo y lo agarró justo a tiempo para evitar un fuerte viraje mientras el Capi les enseñaba un hermosísimo astrolabio.
- Bonito astrolabio -dijo Ione.
- ¡OH!
Krämse se había quedado lívido. De un tirón arrancó el instrumento de las manos de un confuso Capi y se puso a examinarlo detalladamente.
- ¿Qué pasa, Krämse? -preguntó la joven.
El hombre no contestó, estaba completamente abstraído. Capi le miraba curioso, no entendía qué tenía de especial ese sextante, aparte de ser una de las pocas cosas no roñosas que se encontraba en el navío.
- ¿Y bien?
Krämse siguió dándole vueltas entre sus dedos, por lo que los otros lo dejaron tranquilo. Ya hablaría cuando quisiera.
- Estos piratas trataron fatal a su embarcación... -comentó Ione, mirando la madera astillada- debían de tener un montón de peleas a bordo.
- Losh Tdagn son muy sanghuinahrios, el peligro acecha cuhando están cerca... se fundaron en el shiglo XVII y deshde entohnces siembran el páhnicoh allí dónde van...
- ¡Qué interesante! ¡cuéntanos más! -pidió Trova desde el timón.
El Capi se sentó en el suelo y algunos marineros se pusieron a su alrededor para escuchar la historia. Krämse seguía examinando el sextante completamente absorto en su tarea, lo que le confería al objeto un atractivo aire de misterio que Ione sentía la obligación de resolver.
- Los pirathas Tdagn... -empezó el Capi.
- ¡¡Lo tengo!! -gritó Krämse agitando el astrolabio, triunfal.
- ¡Oh, oh..!
Todos miraron a Trova, que señaló hacia delante. A lo lejos podía divisarse la silueta de otro barco, también de velas negras y con una bandera pirata.
- ¡Girad a bharlovhento! ¡perdáhmoshlo! -gritó el Capi.
- ¡No puedo, ya vamos en dirección barlovento! -respondió Trova.
- ¡Oh..! phues...
- En serio, mi descubrimiento es muy importante, ¿si? -comentó Krämse, ajeno a la preocupación de los demás.
- ¡Ahora no, Krämse! ¡noh quiehro motinhes! digoo, ¡noh quiero nhada cohn piratash! -chilló Capi, nervioso.
- No se preocupe, Capi. Esos piratas vienen a por el barco, ¿si? pero nosotros somos más listos y los vamos a conducir a una trampa.
- ¿Cómo? -preguntó Trova.
- Dejadme un mapa.
El navío pirata avanzaba lentamente hacia ellos y a través de los catalejos percibieron movimiento en cubierta, señal inequívoca de que los habían visto. Los piratas parecían emocionados, como les dijo uno de los marineros, y Krämse les explico que era normal debido a su descubrimiento. Cuando le preguntaron que había descubierto solo negó con la cabeza.
- Toma, el mapa -le tendió Ione mientras Krämse se situaba al lado de Trova para guiarle.
- Bien... nosotros estamos aqui, ¿si? Si llegamos hasta esta zona hay unos extraños arrecifes donde podrán encallar, no como estos que se ven alrededor -dijo señalando hacia las rocas que emergían del agua.
- ¿Y se lo creerán? -preguntó el joven, escéptico.
- Si, son una insólita formación oculta propia de estas aguas. Casi nadie los conoce, esperemos que ellos tampoco... ¡y de ser así fingiremos ser nosotros quienes no lo saben y les haremos naufragar!
- Me da miedo... -comentó Ione ante el entusiamos de su mentor.
- Son piratas malos, ¿si? No merecen mi hallazgo.
- A prhopóhshito, ¿qué ehs? -preguntó Capi.
- Primero debemos librarnos de los piratas, después os lo cuento.
- Bueno... el tesoro de nuestros corazones es irremplazable, si tienes un motivo tienes un tesoro... -contestó el hombrecillo.
- Si tienes un amigo tienes un tesoro...
- ¿Si?
- Es el dicho.
- ¡Ah! pero no me refería a eso, ¿si? el tesoro está en nuestros corazones.
Trova miró con cara interrogante a Ione, que simplemente sonrió. Como ya le había dicho anteriormente, Krämse era un genio.
- ¡Mirad lo que je enhcontradooo! -chilló Capi, emocionado, apareciendo detrás de ellos. ¿Cuando había abandonado el timón? Trova salió corriendo y lo agarró justo a tiempo para evitar un fuerte viraje mientras el Capi les enseñaba un hermosísimo astrolabio.
- Bonito astrolabio -dijo Ione.
- ¡OH!
Krämse se había quedado lívido. De un tirón arrancó el instrumento de las manos de un confuso Capi y se puso a examinarlo detalladamente.
- ¿Qué pasa, Krämse? -preguntó la joven.
El hombre no contestó, estaba completamente abstraído. Capi le miraba curioso, no entendía qué tenía de especial ese sextante, aparte de ser una de las pocas cosas no roñosas que se encontraba en el navío.
- ¿Y bien?
Krämse siguió dándole vueltas entre sus dedos, por lo que los otros lo dejaron tranquilo. Ya hablaría cuando quisiera.
- Estos piratas trataron fatal a su embarcación... -comentó Ione, mirando la madera astillada- debían de tener un montón de peleas a bordo.
- Losh Tdagn son muy sanghuinahrios, el peligro acecha cuhando están cerca... se fundaron en el shiglo XVII y deshde entohnces siembran el páhnicoh allí dónde van...
- ¡Qué interesante! ¡cuéntanos más! -pidió Trova desde el timón.
El Capi se sentó en el suelo y algunos marineros se pusieron a su alrededor para escuchar la historia. Krämse seguía examinando el sextante completamente absorto en su tarea, lo que le confería al objeto un atractivo aire de misterio que Ione sentía la obligación de resolver.
- Los pirathas Tdagn... -empezó el Capi.
- ¡¡Lo tengo!! -gritó Krämse agitando el astrolabio, triunfal.
- ¡Oh, oh..!
Todos miraron a Trova, que señaló hacia delante. A lo lejos podía divisarse la silueta de otro barco, también de velas negras y con una bandera pirata.
- ¡Girad a bharlovhento! ¡perdáhmoshlo! -gritó el Capi.
- ¡No puedo, ya vamos en dirección barlovento! -respondió Trova.
- ¡Oh..! phues...
- En serio, mi descubrimiento es muy importante, ¿si? -comentó Krämse, ajeno a la preocupación de los demás.
- ¡Ahora no, Krämse! ¡noh quiehro motinhes! digoo, ¡noh quiero nhada cohn piratash! -chilló Capi, nervioso.
- No se preocupe, Capi. Esos piratas vienen a por el barco, ¿si? pero nosotros somos más listos y los vamos a conducir a una trampa.
- ¿Cómo? -preguntó Trova.
- Dejadme un mapa.
El navío pirata avanzaba lentamente hacia ellos y a través de los catalejos percibieron movimiento en cubierta, señal inequívoca de que los habían visto. Los piratas parecían emocionados, como les dijo uno de los marineros, y Krämse les explico que era normal debido a su descubrimiento. Cuando le preguntaron que había descubierto solo negó con la cabeza.
- Toma, el mapa -le tendió Ione mientras Krämse se situaba al lado de Trova para guiarle.
- Bien... nosotros estamos aqui, ¿si? Si llegamos hasta esta zona hay unos extraños arrecifes donde podrán encallar, no como estos que se ven alrededor -dijo señalando hacia las rocas que emergían del agua.
- ¿Y se lo creerán? -preguntó el joven, escéptico.
- Si, son una insólita formación oculta propia de estas aguas. Casi nadie los conoce, esperemos que ellos tampoco... ¡y de ser así fingiremos ser nosotros quienes no lo saben y les haremos naufragar!
- Me da miedo... -comentó Ione ante el entusiamos de su mentor.
- Son piratas malos, ¿si? No merecen mi hallazgo.
- A prhopóhshito, ¿qué ehs? -preguntó Capi.
- Primero debemos librarnos de los piratas, después os lo cuento.
Dedicado a Jose y Violeta, ¡feliz cumpleaños bollus!
1 comentario:
Ay con que intriga me he quedado!!!!! jajajaja muchas gracias!!!!!!! Un besote enorrrrme :D genial como siempre
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