15 enero 2014

Millennium

No estaba mentalmente preparada para aquello. Se había puesto en lo peor, pero sus más horripilantes pesadillas no alcanzaban a describir el atroz espectáculo que contemplaban sus ojos. Desde que atravesó la puerta se vio inmersa en un mundo rosa de peluche que parecía una réplica de la casa de la Barbie más pija y empalagosa que había visto jamás. Aquí y allá veía tapetes, puntillas, objetos de color rosa que no debían tener ese color, lacitos, ositos, perritos y montones de cosas que acababan en "itos". Todo era tan hortera que tenía ganas de echarse a llorar, suicidarse, o lo que fuera necesario para dejar de ver todo aquello.

- ¡Qué traaauma! ¿por qué a mi? ¿por qué tuve que ganar ese juego? -se preguntó en voz baja mientras avanzaba por las estancias con la sensación de ser una muñeca.

Estaba tan desorientada entre tanta purpurina que casi había olvidado a qué había ido. Un momento... ¿para qué estaba allí? ¡Aah! vale, vale, el jengibre y la mandrágora, alguien las había robado de su casa... Y hablando de casas, con lo bonita que era esta por fuera, ¿cómo podía tener tan mal gusto su decoradora? En ese instante recordó el pollo en el ojal que adornaba la chaqueta que Jason había encontrado y ahora llevaba en la mano y le dio un escalofrío. No quería encontrarse con ella por nada del mundo... cogería sus ingredientes, le dejaría algún maleficio para fastidiarla y se iría a toda prisa. Sus amigos la esperaban fuera, nada podía salir mal.

¿Nada?

¡Todo estaba saliendo mal! Las habitaciones se parecían mucho entre ellas y todo lo que tenían parecía de juguete. Parecía imposible pensar que un ser humano real viviera allí, pero es que ella era... bueno... "muy especial". Por decirlo de alguna forma. El caso es que era incapaz de encontrar la cocina, el sitio más lógico para guardar el jengibre, aunque tampoco es que la chica tuviera muchas luces... podía haberlo puesto en cualquier sitio, y no estaba dispuesta a husmear entre todos sus cacharritos. Si estuviera segura de que no estaba en casa, un poco de magia y...

- ... es que en verano cuando me depilo no me duele, porque como estoy muy morena...

Genial, estaba en casa. Niree escudriñó a través de la puerta por la que salía la voz. Debía ser su cuarto, adornado tan hortera como el resto de la casa, pero con más fotos de ella aún si cabía. Solo le faltaba la palabra "ego" escrita por algún lado...

- Perdona... creo que he escuchado un ruido... ¡luego te llamo!

La chica colgó el teléfono, tomó su varita y se puso en guardia. Niree maldijo para si, ¡qué lástima haber pisado aquel peluche! Le dio una patada y lo mandó a la otra esquina del cuarto. Estaba harta, ¡solo quería coger sus ingredientes y largarse! Un duelo con esa panoli no le apetecía en absoluto, y menos en ese momento, en el que la chica sujetaba la varita de una manera tan extraña... Quizá acababa de pintarse las uñas...

- ¿Quién anda ahí? 

¡Argh, no sabía dónde meterse! La brujita ejecutó un salto gimnástico y se escondió tras un sofá justo a tiempo para evitar que la otra la viese al salir de su habitación. La chica miró a todos lados, varita alzada, y empezó a moverse con cautela por la sala. Niree no sabía qué hacer, podía intentar el típico hechizo de invisibilidad, pero para ello tendría que hablar en voz alta y la otra la descubriría. Solo le quedaba cruzar los dedos y esperar que no la encontrara.

- Se que estás ahí, ¡te veo un pie a través del espejo!

¡¡Vaya!! Era cierto, aquella casa estaba llena de espejos, incluso en los sitios más inauditos. Era de suponer que le gustaba ver cómo le quedaban los zapatos antes de salir... o quería verse las pantorillas, ¡qué mas daba! El caso es que la había descubierto, ¿qué iba a hacer ahora?

El sonido del timbre distrajo a ambas de sus pensamientos. La dueña de la casa no sabía que hacer. No podía dejar a su "invitado" ahí y arriesgarse a que se le escapara... Sonrió maliciosamente y conjuró una jaula alrededor de Niree, que no pudo hacer nada. 

- Te quedarás ahí hasta que vuelva, después te daré una lección -dijo la chica sin ni siquiera pararse a mirar quién podía ser.

Niree guardó silencio. Con suerte Jason... ¿qué decía? ¡Nêither! tendría algún plan para sacarla de allí. A estas alturas supondría que se había quedado atrapada y vendría a salvarla. Si, estaba segura. Si podría, vendría.



Dedicado a Irene, ¡feliz cumpleaños Iván!

1 comentario:

Anónimo dijo...

ajajajajajajaja llevo media hora riéndome! Sabes lo mejor? que mientras lo leía recordaba a mi ex diciendo que ahora se encarga de la selección de personal de cierto sitio. Quién sabe, a lo mejor la próxima historia se centra en una entrevista-interrogatorio jajaja :P
Gracias vida, me ha encantado el regalo. Firmado: el papá de Iván.