14 febrero 2014

Hooked on a feeling

Todo aquel paisaje era demasiado abstracto para su gusto. Parecía estar inmerso en alguna suerte de mundo surrealista dentro de algún cuadro... surrealista. Si hasta pensar empezaba a ser más duro de lo que... ¿pensaba?

Miró en lontananza y vio el mar. Unos preciosos barcos formaban en el horizonte de modo que a simple vista parecían un puente. Otros navegaban más cerca, y sus velas estaban compuestas por mariposas. En el desierto que se encontraba, vio los característicos relojes derretidos símbolo del surrealismo que se encontraban en el imaginario de la humanidad. En un acantilado cercano, una mujer hermosísima vertía agua en el mar desde la cascada que formaban sus cabellos. ¿Cómo iba a concentrarse en un lugar así?


Oniros sonrió desde su reino. El orbe aún giraba cerca de Guîmorëll, pero este no parecía especialmente interesado en descubrir sus secretos. Quizás el paisaje le distraía demasiado... Sea como fuere, su crónica se vería con mejores ojos si incluía los enigmas del orbe. Suponiendo que pudiera desentrañarlos...


El joven Rômendazmne trató de aclarar sus ideas. De pronto, recordó el orbe-palantir que la figura le había tendido hacía... ¿cuánto hacía? El tiempo parecía transcurrir de una forma muy peculiar en aquel lugar... La esfera permanecía suspendida en el aire y su particular cromatismo le hizo pensar en mundos fantásticos donde las criaturas no poseían magia, las personas no tenían el poder de cambiar de realidad a voluntad y los días y las noches se sucedían sin ningún intervalo temporal entre ellas... ¡ja! ¡un mundo así no podía existir! 


Oniros sonrió de nuevo. Aquel joven tenía pensamientos muy cuando se lo proponía, pero no tenía ni idea de que estaba mucho más cerca de esa realidad de lo que imaginaba. Si no resolvía pronto el enigma del orbe, su mundo se comenzaría a desdibujar dentro del mundo onírico. Tal vez incluso ya estaba pasando... 


El palantir le inspiraba incluso más que aquel mundo surrealista que le rodeaba. Guîmorëll siguió imaginando aquel mundo insólito que tan bien quedaría en su crónica, si no fuera porque la era sobre mundos existentes. De todos modos, si realmente existía, quizá pudiera viajar a el a través de las nebulosas, tan solo hacía concentrarse de verdad en su deseo. No podía ser tan difícil, ya lo había alguna vez. ¿Por qué parecía que algunas palabra se perdían en sus pensamientos? 


Oniros suspiró. Ya había comenzado.



Dedicado a Guillermo, ¡feliz cumpleaños Meyers!

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