Locura... Sentimientos que envenenan tu mente a través de pensamientos oscuros e irracionales... la soledad, la melancolía, el delirio sin fin...
Caos. La negación... La oscuridad abraza esos pensamientos y se convierte en tu amiga mas fiel... tu mejor aliada, la voluntad que mueve tu mundo, tu mejor arma para acabar con ellos...
El paisaje quedaba parcialmente oculto por los jirones de niebla que paseaban entre la naturaleza salvaje del sombrío lugar. La niebla se cernía sobre mi y hacía que errara en mi camino, aunque no sabía hacia dónde tenía que destinar mis pasos para poder huir. Todo a mi alrededor era misterioso y desconocido, como si me hallara en la pesadilla de un cuento de hadas maldito en la imaginación. Ni la voluntad más fuerte hubiera podido resistir todo ese tormento sin eludir la realidad por algunos instantes en los que escaparse a un mundo quimérico en el que la luz por fin brillaba era el único modo de serenar la tormenta que arreciaba en su interior y clamaba su sed de venganza cada vez con más fuerza...
El silencio era tan profundo que los pensamientos hacían eco en mi mente, pero las palabras carecían de sentido alguno y me desorientaban. Mi percepción de la realidad se estaba desdibujando, y la cordura que me quedaba me abandonaba lentamente sin pausa. La venganza se forjaba en mis deseos más ocultos y salvajes, incendiando mi apasionada fantasía y dándome fuerzas para proseguir. Nunca me había sentido tan irracional y deseosa de justicia, la sangre latía en mis venas y me confería un poder que me hacía sentir única y especial, el ser idóneo para demostrarles que sus palabras morirían en sus labios sin que pudieran crear ninguna sombra a mi alrededor ni en mi interior...
El aullido de unos lobos cambió radicalmente la atmósfera que me rodeaba y el ambiente se llenó con sus gemidos, que reclamaban la sangre del sacrificio de aquellos a los que aún no habían logrado destrozar con sus potentes fauces. Una sonrisa peligrosa cruzó por mi rostro, si se atrevían a acercase tendrían que enfrentarse a mi furia, que ardía como el fuego en mi corazón y me otorgaba una fuerza que estaba más allá de su imaginación. El peligro acechaba oculto entre la niebla, pero ya no tenía ningún miedo de enfrentarme a sus misterios, pues los enigmas que silenciaban en la profundidad de sus vacías mentes serían revelados para que sus voces no volvieran a escucharse jamás en mi mundo.
Unas figuras silenciosas comenzaron a surgir de entre la bruma, pálidas y espectrales, moviéndose lentamente hacia mi. Sus rostros lívidos carecían de expresión alguna, lo que les convertía en seres indescifrables capaces de cualquier atrocidad. Sus movimientos eran pausados, preludiando la agonía a la que pensaban someterme sin razón alguna por puro placer. No podían creer realmente que iba a dejarme dominar por sus necias versiones de mi realidad... La niebla comenzaba a arremolinarse lenta e inexorablemente a nuestro alrededor, cegando la visión de la majestuosa y salvaje naturaleza que nos rodeaba. No había manera de saber qué querían aquellas figuras muertas más allá de la realidad, y el miedo a lo desconocido se respiraba en el ambiente. Sin embargo, no podían hacer que olvidara aquel hermoso paisaje que había tras ellas y que cada vez anhelaba con más fuerza por el simple hecho que de me había sido negado. Jamás conseguirían que apartara la mirada de mis sueños para creerme sus vanas mentiras...
Las figuras se cerraron sobre mi y su frialdad comenzó a helarme el corazón sin que me diera cuenta. Los pensamientos fluían caóticos en mi interior, aquello carecía de sentido alguno y deseaba venganza. Las cadavéricas figuras trataron de guiarme contra mi voluntad hacia una laguna que no había visto y que estaba repleta de fuegos fatuos. Pretendían acabar conmigo y aún no entendía sus razones, si es que existían. Los fuegos me sedujeron por un instante, pero no fueron capaces de adueñarse de mi alma. Sus designios no tenían cabida en mi realidad, mi mente no les pertenecía. Me di la vuelta y me dirigí hacia la bruma, hacia aquella soledad amiga que aún no me había traicionado. Las figuras quedaron en silencio atrás.
La niebla hacía que mis pensamientos volvieran a brillar con sentido, nítidos a pesar de estar perdida. Cualquier incógnita sería mejor que la pesadilla que estaba dejando atrás, tan irreal y distópica. La oscuridad iluminaría mis deseos y los haría realidad, y la bruma guiaría mis pasos en lugar de extraviarme. Mis enemigos quedarían expuestos y el tiempo sería mi mejor aliado para olvidarlos. La conquista del miedo sería más dura de lo que imaginaría nadie, pero mi personalidad era fuerte y podría con todo. No temía a nada siempre y cuando encontrara mi camino libre por fin de toda aquella maldad sin razón. El mundo conocería mi verdadero yo y vería su fulgor resplandeciente, el destino que iba a forjarme a través de mi voluntad. El verdadero desafío aún tardaría en llegar, pero la muerte del inconsciente les perseguiría sin tregua hasta que todas sus voces se aunasen en el silencio de sus pecados...
El portal apareció entre las sombras y me acerqué despacio hacia él. Un frío gélido trató de retenerme, pero lo ignoré. Sola, traspasé el umbral.
El silencio era tan profundo que los pensamientos hacían eco en mi mente, pero las palabras carecían de sentido alguno y me desorientaban. Mi percepción de la realidad se estaba desdibujando, y la cordura que me quedaba me abandonaba lentamente sin pausa. La venganza se forjaba en mis deseos más ocultos y salvajes, incendiando mi apasionada fantasía y dándome fuerzas para proseguir. Nunca me había sentido tan irracional y deseosa de justicia, la sangre latía en mis venas y me confería un poder que me hacía sentir única y especial, el ser idóneo para demostrarles que sus palabras morirían en sus labios sin que pudieran crear ninguna sombra a mi alrededor ni en mi interior...
El aullido de unos lobos cambió radicalmente la atmósfera que me rodeaba y el ambiente se llenó con sus gemidos, que reclamaban la sangre del sacrificio de aquellos a los que aún no habían logrado destrozar con sus potentes fauces. Una sonrisa peligrosa cruzó por mi rostro, si se atrevían a acercase tendrían que enfrentarse a mi furia, que ardía como el fuego en mi corazón y me otorgaba una fuerza que estaba más allá de su imaginación. El peligro acechaba oculto entre la niebla, pero ya no tenía ningún miedo de enfrentarme a sus misterios, pues los enigmas que silenciaban en la profundidad de sus vacías mentes serían revelados para que sus voces no volvieran a escucharse jamás en mi mundo.
Unas figuras silenciosas comenzaron a surgir de entre la bruma, pálidas y espectrales, moviéndose lentamente hacia mi. Sus rostros lívidos carecían de expresión alguna, lo que les convertía en seres indescifrables capaces de cualquier atrocidad. Sus movimientos eran pausados, preludiando la agonía a la que pensaban someterme sin razón alguna por puro placer. No podían creer realmente que iba a dejarme dominar por sus necias versiones de mi realidad... La niebla comenzaba a arremolinarse lenta e inexorablemente a nuestro alrededor, cegando la visión de la majestuosa y salvaje naturaleza que nos rodeaba. No había manera de saber qué querían aquellas figuras muertas más allá de la realidad, y el miedo a lo desconocido se respiraba en el ambiente. Sin embargo, no podían hacer que olvidara aquel hermoso paisaje que había tras ellas y que cada vez anhelaba con más fuerza por el simple hecho que de me había sido negado. Jamás conseguirían que apartara la mirada de mis sueños para creerme sus vanas mentiras...
Las figuras se cerraron sobre mi y su frialdad comenzó a helarme el corazón sin que me diera cuenta. Los pensamientos fluían caóticos en mi interior, aquello carecía de sentido alguno y deseaba venganza. Las cadavéricas figuras trataron de guiarme contra mi voluntad hacia una laguna que no había visto y que estaba repleta de fuegos fatuos. Pretendían acabar conmigo y aún no entendía sus razones, si es que existían. Los fuegos me sedujeron por un instante, pero no fueron capaces de adueñarse de mi alma. Sus designios no tenían cabida en mi realidad, mi mente no les pertenecía. Me di la vuelta y me dirigí hacia la bruma, hacia aquella soledad amiga que aún no me había traicionado. Las figuras quedaron en silencio atrás.
La niebla hacía que mis pensamientos volvieran a brillar con sentido, nítidos a pesar de estar perdida. Cualquier incógnita sería mejor que la pesadilla que estaba dejando atrás, tan irreal y distópica. La oscuridad iluminaría mis deseos y los haría realidad, y la bruma guiaría mis pasos en lugar de extraviarme. Mis enemigos quedarían expuestos y el tiempo sería mi mejor aliado para olvidarlos. La conquista del miedo sería más dura de lo que imaginaría nadie, pero mi personalidad era fuerte y podría con todo. No temía a nada siempre y cuando encontrara mi camino libre por fin de toda aquella maldad sin razón. El mundo conocería mi verdadero yo y vería su fulgor resplandeciente, el destino que iba a forjarme a través de mi voluntad. El verdadero desafío aún tardaría en llegar, pero la muerte del inconsciente les perseguiría sin tregua hasta que todas sus voces se aunasen en el silencio de sus pecados...
El portal apareció entre las sombras y me acerqué despacio hacia él. Un frío gélido trató de retenerme, pero lo ignoré. Sola, traspasé el umbral.
Continuará...
4 comentarios:
Buenísimo =) me encanta sobre todo la primera parte, donde la prota va cobrando deseos de venganza y la combinación de texto y música hace que piensas que en cualquier momento va a saltar y cargarse al primero que pille ;)
Una lástima que la música luego se desvíe... pero en el último Luna eso no va a pasar ;)
¿En el último? ¿El próximo será el final?
No, quedan dos, pero ya se va a ir perfilando el fin... bwajaja!!
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