13 mayo 2014

Origin

Mordred. Era Mordred. Fuera quien fuera. 

No lograba pensar con claridad, sus pensamientos vagaban inconexos y sentía miedo. Tenía una sensación muy extraña, como si hubiese recodos en su mente con recuerdos que hubiesen sido borrados o a los que no podía acceder. Trató de recordar los últimos días. Había estado en el castillo bordando, con sus damas, perfeccionando su latín, quería aprender a hilar... La guerra seguía su curso y los caballeros aún no regresaban; Sin embargo, nunca les faltaban víveres... Hacía años que había comenzado, casi tantos como tenía ella, por eso jamás había salido al exterior... No conocía el mundo, y las historias que traían los escasos viajeros no era halagüeñas, así que nunca había sentido curiosidad por abandonar aquel lugar... hasta ahora. Una profunda y desgarradora nostalgia se apoderó de ella al ver en su mente aquel rostro. No le conocía... 

La joven contempló de nuevo el océano gris que la rodeaba. ¿Qué había tras esas fronteras? De pronto aquellas murallas la ahogaban y la retenían. Quiso recordar su sueño... Estaba aquel Mordred, que hablaba de un desfiladero... Una imagen estremecedora cruzó por su mente. Esa imagen trajo consigo otra de un monasterio que jamás había visto.

- Yn... Se que ese monasterio se llama Yn... ¿Pero cómo puedo saberlo? Ya no distingo la realidad de los sueños... -murmuró para si. 

El sonido de la madera crujiendo de un barco anclado hizo que desviara la vista de nuevo hacia el océano. Debía encontrar a ese joven... No era como que se hubiera enamorado y tuviera que partir en loca aventura a buscarlo, sino que presentía que un destino más grande que ella misma dependía de encontrarlo. Era ahora o nunca. 

Ërov cogió rápidamente un bolso y comenzó a llenarlo de útiles y algo de ropa. Una fuerza irresistible la movía, y las extrañas imágenes de una vida que quizá era suya acudían fragmentadas a su memoria y le decían que estaba haciendo lo correcto. Su tio Vlädés no era quien decía ser, al menos eso deducía por el recuerdo de un pergamino de suma importancia...


Se detuvo. ¿Qué estaba haciendo? Aquello no tenía ningún sentido. Había soñado con un joven y se había vuelto completamente loca, no tenía ninguna otra explicación. Salvo... que alguien quisiera que creyera que se había vuelto loca. ¡Oh! ¿por qué todo tenía que ser tan complicado? ¿o era ella quien lo estaba complicando?

- Veamos... tengo que aclarar mis ideas. Me dejo llevar por mi intuición y me voy... o me quedo aquí e ignoro todas estas sensaciones que me ha provocado el sueño. Si tan solo tuviera una señal...

¡Ya estaba! ¡necesitaba un aguamanil!

Acababa de recordar una escena desvaída en la que una sacerdotisa realizaba una especie de adivinación con un aguamanil. La joven miró a su alrededor y vio una pila con agua para lavarse. Eso serviría. 
Necesitaba algo con lo que cortarse. Miró nuevamente a su alrededor pero no encontró nada, por lo que decidió intentar usar alguna roca afilada de su aposento. Encontró una suelta bajo su lecho y, totalmente decidida, se hizo un corte en la palma de la mano. La sangre tiñó el agua y formó un hilo. Nada especial. Ërov lo contempló desilusionada... Aquello demostraba que solo había sido un sueño... La joven se giró con lágrimas en los ojos. No podía ser... no quería que fuera así. Volvió a mirar el agua. El hilo rojo se movió y formó la figura de un barco que se dirigía inexorablemente hacia un abismo. Una travesía por los océanos. 

La luz se hizo en su mente. 


Había sido duro, pero lo había logrado. Casi no podía creérselo. Era polizonte de un barco que se dirigía a tierra, una tierra en guerra que no conocía. No sabía cazar, no tenía con qué defenderse, ni sabía hacia dónde debía ir. Conocía algunas plantas y podía distinguir las bayas y frutas que les servían en el castillo; confiaba en que eso fuera suficiente, aunque no tenía ni idea de cómo hallarlas. Debería internarse en los bosques, a pesar de todos los peligros que eso entrañara. Tenía que encontrarle, ahora que estaba segura de que él también la buscaba. 



Dedicado a Verónica, ¡feliz cumpleaños maja!

1 comentario:

Vero dijo...

Me ha encantado, te has vuelto a lucir y me quedo muy muy intrigada por saber por dónde irá la historia Es genial esperar este regalo cada vez!! jijiji