El sonido de un cuerno ritual nos devolvió a la realidad. La sonrisa se me borró del rostro y miré hacia fuera. Los nativos del lugar estaban reunidos en torno a la pirámide y me esperaban. El sonido del cuerno revelaba el inicio de la ceremonia de bienvenida en la tierra de los mortales. No cesarían hasta rendirme pleitesía, de modo que lentamente caminé hacia el umbral del monumento y salí a la luz del sol con la elegancia digna de una diosa. Sus plegarias habían sido escuchadas y querían agradecerlo con sus ritos tradicionales. Su voz había traspasado los mundos hacia una esfera de poder inmortal.
Sus cánticos comenzaron en cuanto me vieron iluminada por el sol. Los dioses eran recibidos con todos los honores y sacrificios que se les ocurrían. Las guirnaldas de flores teñían el lugar con sus tonalidades de alegría. La melodía de sus voces agradecía mi presencia en su hermosa tierra. La música cesó mientras descendía los escalones de piedra de la pirámide. Los ancianos del lugar no recordaban haber visto nunca a ninguno de sus dioses. Mi presencia era reverenciada porque hacía décadas de la última visión del otro mundo. Sus voces y rituales por fin habían llegado hasta el mundo de sus creencias.
Cuando toqué la hierba la atmósfera cambió y se llenó de una sensualidad mística que robó los sentidos de los que me rodeaban por un instante y les dejó entrever el mundo inmortal al que habían invocado y al que algún día pertenecerían por toda la eternidad.
Sus cánticos volvieron a llenar el ambiente de tradición y folclore. Tantas veneraciones eran esenciales para honrar a los dioses en la tierra. Me ofrecieron una guirnalda de flores entre sonrisas y alabanzas. Sus ojos me veían mucho más hermosa de lo que era en realidad. Las piedras con mi figura estaban completamente adornadas con orquídeas. Agradecí el detalle haciendo que sus tonalidades se volvieran más brillantes. El fuego ritual que ardía entre las pirámides se hizo más intenso. Las mezclas de plantas aromáticas envolvían el ambiente con su fragancia.
El sonido del cuerno me recordó que debía partir para liberarles de la perdición. Sus espíritus tenían que encontrarse con la eternidad en el más allá para hallar la paz. El joven que me había invocado apareció tras de mi y me tendió una piedra ovalada ambarina con una mirada profunda. Cuando la acaricié me vi envuelta en un aura de luz que me llevaría a la enigmática esfera donde se encontraban aquellas almas perdidas que precisaban de los dioses para recobrar su antigua iluminación y descubrir el camino hacia el mundo de la inmortalidad... Lo último que vi fue su sonrisa...
Sus cánticos comenzaron en cuanto me vieron iluminada por el sol. Los dioses eran recibidos con todos los honores y sacrificios que se les ocurrían. Las guirnaldas de flores teñían el lugar con sus tonalidades de alegría. La melodía de sus voces agradecía mi presencia en su hermosa tierra. La música cesó mientras descendía los escalones de piedra de la pirámide. Los ancianos del lugar no recordaban haber visto nunca a ninguno de sus dioses. Mi presencia era reverenciada porque hacía décadas de la última visión del otro mundo. Sus voces y rituales por fin habían llegado hasta el mundo de sus creencias.
Cuando toqué la hierba la atmósfera cambió y se llenó de una sensualidad mística que robó los sentidos de los que me rodeaban por un instante y les dejó entrever el mundo inmortal al que habían invocado y al que algún día pertenecerían por toda la eternidad.
Sus cánticos volvieron a llenar el ambiente de tradición y folclore. Tantas veneraciones eran esenciales para honrar a los dioses en la tierra. Me ofrecieron una guirnalda de flores entre sonrisas y alabanzas. Sus ojos me veían mucho más hermosa de lo que era en realidad. Las piedras con mi figura estaban completamente adornadas con orquídeas. Agradecí el detalle haciendo que sus tonalidades se volvieran más brillantes. El fuego ritual que ardía entre las pirámides se hizo más intenso. Las mezclas de plantas aromáticas envolvían el ambiente con su fragancia.
El sonido del cuerno me recordó que debía partir para liberarles de la perdición. Sus espíritus tenían que encontrarse con la eternidad en el más allá para hallar la paz. El joven que me había invocado apareció tras de mi y me tendió una piedra ovalada ambarina con una mirada profunda. Cuando la acaricié me vi envuelta en un aura de luz que me llevaría a la enigmática esfera donde se encontraban aquellas almas perdidas que precisaban de los dioses para recobrar su antigua iluminación y descubrir el camino hacia el mundo de la inmortalidad... Lo último que vi fue su sonrisa...
Continuará...
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