01 enero 2015

Dark light

La tentación de los sentidos era la ambrosía de su espíritu. La sensual voluptuosidad del delirio ardía en su corazón con la ígnea pasión del fuego que convertía todo en un éxtasis de frenesí. El velo permanecería rasgado hasta que los mundos antiguos le revelaran todos sus enigmas arcanos. Las leyes de la naturaleza, los misterios del pasado... Anhelaba saber, anhelaba el poder que daba el conocimiento. Y tenía la voluntad de descubrirlo todo.

Lady Blue meditaba en la sala del trono. ¿A quién invocar esta vez? ¿Algún antiguo alquimista que le relatara sus conquistas en el terreno de la ciencia mágica? ¿Alguna dama del Renacimiento o del Barroco que le narrara como era el mundo visto por la nobleza que vivía en castillos como el suyo? ¿Algún genio de la literatura que compartiera la esencia de sus escritos con ella?

La joven sonrió cuando vio su imagen reflejada en un espejo. Parecía rozar el borde de la locura, pero en realidad estaba más consciente que nunca. Su castillo lleno de ánimas no era irracional, tenía sentido. 

- Imhnahal nüryevin shalbäm, imlûvien nÿlh ölnâr.

La sombra de un joven con un extraño símbolo en su rostro emergió de entre la niebla nacarada.

- Milord... -se inclinó Lady Blue en reverencia. 

La risa fresca y juvenil de uno de los espíritus hizo eco en la sala. Era una risa femenina, se trataría de la cortesana de aquel hombre tan apuesto...

- ¿Quiere unirse a nosotros?
- Si -respondió el joven alzando una de sus desdibujadas manos. Otra sombra apareció a su lado, la de una jovencita descarada y muy maquillada que se abanicaba teatralmente con un precioso abanico de seda. La mirada de Lady Blue se oscureció. Los espíritus no debían tener el poder de aparecer por si solos. Tal vez el velo no debía permanecer resquebrajado por más tiempo...
- Tenéis un castillo bellísimo, Lady Blue. Muy gótico... -la risa de la joven volvió a hacer eco en la sala. 
- Sois muy amable.
- ¿Qué queréis saber, milady? -preguntó el joven.
- Desearía conocer los secretos de la alquimia.


De nuevo, la risa de la joven. Era impertinente y empezaba a sospechar que no acabarían bien.

- Como sabéis, el mundo y el universo están formados por cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego. La unión entre sí crea un quinto elemento que contiene la potencia de todos en su máxima exaltación y equilibrio...
- Y estos cortinajes rasgados, las vidrieras rotas... tiene un estilo barroco y neoclásico, ¿no? Una mezcla tan interesante y especial como la dama que aún lo habita en vida... -comentó el espíritu de la joven. Lady Blue la ignoró e hizo una seña al alquimista. 
- Con la alquimia descubrimos a su vez que toda sustancia se origina de tres compuestos: mercurio, azufre y sal, es decir, espíritu, alma y cuerpo, los tres principios... 
- Me encantaría poder pasear por estas bellas estancias, pero, ¡ay! yo ya solo me deslizo... jijijijiji -rió la joven mientras se abanicaba. 

Lady Blue empezaba a perder la paciencia. Una pequeña descarga eléctrica recorrió su mano.

- ¡Milady! ¿No os estaré importunando?

La reina gótica guardó silencio.

- Es una pena que el velo nos deje recorrer los senderos que recorrimos en vida... sin que los mortales puedan hacer nada para esquivarnos...
- El velo puede sellarse en cualquier instante... solo se precisa de una voluntad fuerte... -susurró Lady Blue con voz tenue.

- ¿Y vos la tenéis?

La reina perdió la paciencia y una potente corriente de energía rodeó al ánima, que reía descarada.

- ¿Pensáis que podéis dañarme? Nadie puede traspasar las fronte... -su voz se extinguió y su figura incorpórea quedó suspendida en el aire, inmóvil, con una mueca 
de terrible dolor mientras la suave brisa que penetraba por las resquebrajadas vidrieras la deslizaba suavemente por la estancia de forma siniestra. El joven alquimista quedó horrorizado y tras ahogar un grito de terror desapareció en la niebla. Los ojos de Lady Blue eran oscuros y opacos. Sus instintos la habían dominado en una suerte de delirio. Lentamente, la tonalidad verde se hizo presente. 
- No deberías provocarme... -suspiró la joven. Inmediatamente, cerró los ojos y su visión remota le permitió contemplar todas las estancias de su castillo, en el que la bruma se agitaba inquieta. Tenía que haberse dominado, no deseaba que nadie supiera que sus poderes psíquicos eran capaces de atravesar la materia y llegar a la esencia de todo. El secreto no debía ser revelado, y yacería entre esos muros hasta el fin de la eternidad...


Dedicado a Sedna, ¡feliz cumpleaños gótica!

1 comentario:

Sedna dijo...

¡¡¡¡Me encantó!!!! Sólo por tus relatos merece la pena cumplir años <3 Mil gracias Eva, uno de los mejores regalos de cumple. ^^