23 septiembre 2015

Walking on air

El silencio era tan profundo que ni siquiera el susurro de las hojas de los árboles osaba quebrarlo. El rumor del río en la lejanía, las voces del bosque, las hadas y cuantas criaturas fantásticas lo habitaban... nada se atrevía a hacer ningún sonido en aquel momento. Era como si el tiempo se hubiera detenido en una suerte de pesadilla eterna, un instante inmortal al margen de la realidad. ¿Cuándo había oscurecido? ¿Cuándo se había extinguido toda esperanza? Los fuegos fatuos danzaban sobre la ciénaga de forma siniestra, meciéndose con una brisa de aire inexistente. Un presagio de muerte.

Andre avanzaba hacia ellos con una fuerza irresistible. Ttudo estaba desesperado, la princesa parecía tener una energía sobrehumana en aquel momento y no era capaz de disuadirla de ningún modo. Su mirada estaba perdida y hubiera jurado que la luz se había olvidado de brillar en sus ojos castaños. Su palidez, su cabellera rubia y rizada y su liviana túnica azul la convertían en un espectro esbelto y temible bajo aquella ominosa tenebrosidad. Parecía que toda bondad la hubiera abandonado, que su preciosa princesa se hubiera desfigurado para formar parte de aquella siniestra danza de ultratumba que los fuegos fatuos habían comenzado...

- ¡Princesa..!

La joven le daba la espalda y el agua pantanosa la cubría casi hasta la cintura. Ante su grito angustiado se giró lentamente y Ttudo no pudo evitar sentir un escalofrío. Sus ojos era ahora azules y pálidos, muertos, su rostro tan lívido que casi parecía transparente. El hechizo de aquellos fuegos era potente, la magia de la bruja impenetrable. Pero no pensaba rendirse y entregar a la joven tan facilmente.

- ¡Os dijimos que no cruzarais!

El Reotipo gritó asustado cuando una figura alta le adelantó y empezó a vadear la ciénaga hasta alcanzar a Andre. La joven profirió un alarido agudo y penetrante y trató de atacar al desconocido, pero este la tomó de las manos y la miró fijamente. Ttudo pudo ver la lucidez acudiendo a los ojos de su querida princesa, y cómo estos se oscurecían hasta tomar su color habitual. Andre parecía confusa y aturdida, y muy desorientada. Los fuegos fatuos habían desaparecido.

- ¿Estáis bien, mi señora?
- Si... ¿qué ha ocurrido?
- No os preocupéis, estáis a salvo.

El joven la tomó en sus brazos y Ttudo sintió una punzada de envidia cuando los vio acercarse. Era un Fero del sur, probablemente uno de los que les esperaban en el límite del bosque. 

- ¿Vos estáis bien? -preguntó el elfo dirigiéndose al Reotipo.
- Perfectamente, gracias. Podéis liberarla, la tierra es firme bajo sus pies. 
- Veo que habéis tenido varios contratiempos en el bosque... el hechizo que pesa sobre vos es poderoso, princesa, y la marca de la bruja adorna ahora vuestra piel. 
- ¡Oh..! 

Andre se miró el dorso de la mano, donde un extraño y oscuro símbolo había surgido de la nada.

- ¿Adorna..?

Todo ocurrió con mucha rapidez. Ttudo se desmayó, Andre chilló y la oscuridad se cernió en su totalidad sobre ellos.


Cuando abrió los ojos vio a varios Feros a la luz de unas antorchas que la contemplaban con semblante preocupado y el bosque de Yngre detrás, cuyos árboles susurraban su destino tenebroso. Ttudo estaba con ellos y la miraba con amor. Hubiera preferido permanecer en la oscuridad que recordar aquella mirada llena de devoción... Un momento, estaba siendo muy mala. El Reotipo había velado por su bienestar y la había protegido de los peligros, aunque con poco acierto. Le estaba muy agradecida.

- Ya no estamos en el bosque... -susurró.
- Yngre es un lugar maligno, nunca debisteis atravesarlo. Incluso nuestros poderes son traspasados por su embrujo maldito. Siento mucho mi comportamiento, princesa, la magia de la bruja también me alcanzó -se disculpó el Fero que la había rescatado de la ciénaga, bastante abatido.
- No os preocupéis... nadie está a salvo en sus confines. 
- Yo me di cuenta de que estaba hechizado cuando dijo lo de "adornando", pero la oscuridad fue más fuerte que mis capacidades... -se disculpó a su vez Ttudo.
- Lo entiendo, Te... Ttudo. Ahora alejémonos de aquí, no quiero permanecer cerca del bosque esta noche.



Dedicado a Andrea, ¡feliz cumpleaños rubia!

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