Las sacerdotisas estaban sumidas en un profundo silencio, al igual que la cueva donde se reunían con la eternidad. Solo se oían sus cantos, siniestros y hermosos, llenando de oscuridad el lugar donde hacían su ritual visionario. Miré a mis hermanas, cuyas miradas se ocultaban tras sus capuchas, e invoqué las imágenes de las tinieblas en el orbe visionario...
Blanco y negro, ausencia de color. Una joven caminaba en un mundo de caos perdida en sus quimeras. Podía sentir el horror en su interior, aunque prosiguiera su camino. Aquel pandemónium quería acabar con ella y desvanecerla en la oscuridad. Pero algo en su mirada mostraba que no había abandonado. El portal renovó sus fuerzas y desapareció en su acuosa lucidez dejando atrás las reminiscencias de su pasado...
Silencio y oscuridad. La joven caminaba en la densa negrura, sin rumbo, totalmente ciega. Sentía un frío insoportable y tenía miedo, pero avanzaba sin dudar. Sus sentidos se agudizaron y comenzó a fijarse en los sonidos que la rodeaban. Las voces la torturaban en las sombras pero las ignoró. Su existencia vacía en el eco, sus aullidos y temores dejaron de importarle cuando alcanzó la luz del portal hacia la próxima iluminación...
Las sacerdotisas levantaron sus miradas en la oscuridad de la cueva. Aquel faro y su luz no pertenecían a aquella visión...
La estancia en tonalidad sepia parecía un viejo recuerdo, desordenado y roto, abandonado. Un antiguo relicario guardaba las pesadillas de aquel cadáver que yacía en su interior... La imagen cambió a un paisaje con jirones de niebla en una naturaleza salvaje. La joven erraba en su camino, la realidad se desdibujaba y la cordura ya no tenía sentido. Solo la venganza, los lobos y aquellas figuras espectrales, los fuegos fatuos. La conquista de la oscuridad y la bruma hizo que la luz brillara en su interior antes de atravesar el portal... Por un instante, un mundo de serenidad y burbujas, el origen del espíritu. Pero los sueños y su irrealidad no eran su destino, por lo que la joven cruzó el portal de cristal. La última visión era de un universo en perfecta sintonía de silenciosa belleza. La joven aulló con todas sus fuerzas dejando libre toda su furia, aterrando a sus enemigos. Su esencia carmesí se fundió en el éter creando hermosas ondas, y sintieron el dolor del caos. La iluminación de su locura iluminó sus pensamientos e hizo brillar su mundo por toda la eternidad...
Las sacerdotisas alzaron la mirada hacia su hermana suprema, que se despojó de la túnica que la cubría quedando desnuda. Todo su cuerpo estaba envuelto en espinas recubiertas de sangre carmesí, cuyas gotas brillaban como rubíes en contraste con la oscuridad. Sus enemigos habían dejado cicatrices en su espíritu que nunca llegaría a olvidar, aunque la luz de su interior las hiciera desvanecerse misteriosamente...
La luz del faro iluminó su oscuridad...
Las sacerdotisas alzaron la mirada hacia su hermana suprema, que se despojó de la túnica que la cubría quedando desnuda. Todo su cuerpo estaba envuelto en espinas recubiertas de sangre carmesí, cuyas gotas brillaban como rubíes en contraste con la oscuridad. Sus enemigos habían dejado cicatrices en su espíritu que nunca llegaría a olvidar, aunque la luz de su interior las hiciera desvanecerse misteriosamente...
La luz del faro iluminó su oscuridad...
Continuará...
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