19 julio 2017

Encore

Aquello había empezado bien pero los jóvenes, en particular uno de los chicos y una de las chicas, eran bastante inconscientes. Llevaban ya dos días en el páramo y no le parecían nada especiales. Desconocían el poder de Vênraëdna y su genio y carácter cuando alguien trataba de dañar a los suyos o a su territorio, y ellos estaban cruzando esa peligrosa línea.

La mañana era cálida pero la casi perenne bruma reinaba por doquier, otorgándole un aire fresco al pantano que casaba perfectamente con el ánimo del espíritu aquel día. Los muchachos estaban haciendo el tonto para variar con sus barbacoas, metiéndose sustos unos a otros y ya parecían haber olvidado su aparición de la noche anterior y del primer día. Solo fragmentos de ella, con sus tatuajes rituales y su larga melena. Con sus ojos oscurecidos por las ojeras. Pero nada les impresionaba.

- ¡Mirad, una rata! -gritó uno de los chicos.
- ¡¡Qué asco!! -chilló la chica de melena castaña -¡mátala!
- ¡NO!

La chica rubia hizo que sus amigos dejasen al pobre animal en paz un segundo.

- Phobos va a enfurecerse... no permite que nadie...
- Phobos, Phobos... ¡Phobos no existe!
- ¡Has dicho su nombre tres veces!

Vênraëdna rió para sí. No se aparecía simplemente porque la mencionasen tres veces, no era clásica. No le gustaba serlo, prefería ir a su bola. Odiaba todo lo precedible en cuanto al terreno espiritual, manías suyas...

- ¿Lo ves? Y no pasa nada... -comentó uno de los chicos- Vamos a matarla, no quiero que me muerda de noche...
- En serio, será mejor que no la toquéis... Por favor... -suplicó la joven.
- ¿Pero lo dices en serio? ¿De verdad tienes miedo?
- Todos la hemos visto...

Los chicos guardaron silencio.

- Yo no me creo esos cuentos de hadas... Será simplemente un reflejo, como las psicofonías, nada real... Nos lo imaginamos, punto.
- Tulpas, egregores...
- ¿Qué? A mi no me hables en idiomas arcaicos -se burló el chico escéptico haciendo reír a los otros.
- ¡No lo hago! ¡Dejad a esa rata!

La chica rubia le caía bien, era la única que parecía respetarla un poco.

El joven se alejó un poco buscando algo y Vênraëdna le siguió de cerca. Cogió un palo y se acercó sigilosamente a la rata, que no molestaba a nadie y roía algo del suelo. Vênraëdna sopló en su oído su frio aliento y el joven se sacudió la oreja.

- ¡No la mates! -imploró la chica rubia tratando de quitarle el palo.
- ¡Venga ya!

El chico la apartó de un empujón y sin que al espíritu le diera tiempo a reaccionar golpeó a la ratita, que quedó medio atontada. Cuando levantó el palo por segunda vez un tremendo chillido le hizo detenerse.

- ¿¿¿Qué demonios es eso???

Un fuego fatuo, cerca del pantano, oscilaba siniestramente encima del agua.

- Solo es un efecto visual...
- ¿¡Y eso!? -exclamó aterrorizada la rubia.

Vênraëdna se dejó ver entre la niebla y puso cara de muerta. O de malas pulgas, quería meterles miedo pero bien. Realmente estaba furiosa, no le gustaban los matones ni aquellos que molestaban a su entorno.

- ¡Es horrorosa! -gritó asustado uno de los chicos.
- So borde -dijo Vênraëdna.
- ¿Qué... qué ha dicho? Mueve... la boca... -dijo temblando la chica de melena castaña.

¡Ah, si! Que a veces no la oían, estos mortales sordos. Ni oyen ni ven, no tienen una pizca de sensibilidad.
Más fuegos fatuos comenzaron a aparecer en el pantano danzando fúnebremente. No hacía falta que fuera de noche, el miedo se respiraba en el ambiente. Los fuegos fueron acercándose a su reina y amiga y dieron vueltas a su alrededor de forma macabra.

- Estamos condenados...

El espíritu seguía allí, sin moverse, poniendo cara de mala leche. Sabía que su rata estaba bien pero aquellos jóvenes necesitaban una lección. Pensó en moverse, pero le parecía que acojonaba más quedándose quieta, impredecible. En realidad hasta cierto punto tenía que controlar las ganas de reírse. Estaba haciéndoselo pasar fatal... "pobres".

- ¿Qué hacemos? -musitó uno de los chicos. Nadie se atrevía a moverse.
- ¡Oh, poderosa Phobos! ¡Sentimos haberte ofendido!

Todos se quedaron mirando a la chica valiente con cara aterrada. Vênraëdna se deslizó hacia la chica rubia y en aquel momento los chicos se dieron cuenta de que no podían huir porque alguien más fuerte regía su voluntad.

- Te protejo... -susurró con claridad el espíritu al oído de la joven. Por alguna razón, en lugar de atemorizarla más su voz la tranquilizó. Estaba segura de que no le haría ningún daño. Ven conmigo y démosles un escarmiento -continuó Vênraëdna.
- ¿Qué te dice? ¡Está en trance! -gritó otro de los chicos viendo a su amiga con los ojos en blanco.

Vênraëdna cubrió a la joven con su túnica y juntas desaparecieron en la niebla.


Dedicado a Veneranda, ¡feliz cumpleaños churri!

2 comentarios:

Vene dijo...

Me encanta mil gracias my diamond girl muamuamua

Wherynn dijo...

De nada, ya sabes que lo hago encantada :)