23 septiembre 2017

The Princess of Yngre

Epílogo

Los deseos de Andre se cumplieron y el día siguiente amaneció nublado y gris. La noche había sido muy tranquila, y tras un suculento desayuno de bayas traído por los Feros para envidia del Reotipo, que quería servir a su princesa, se pusieron en camino. 

- Desciende con precaución, no vayáis a dañaros... -dijo el Fero que la había salvado dándole la mano a la joven y provocando una mirada furibunda por parte del Reotipo, que no entendía esas confianzas. Suerte que se había corregido rápidamente... 
- Cuanto antes lleguemos antes podré regresar a mi hogar -respondió ella con una voz que nuevamente hizo eco. 
- El eco... 
- ... ¡de la montaña! -respondió la princesa alzando la voz y provocando un eco real. Los Feros se miraron entre sí y guardaron silencio. 


Tras un tiempo que se les hizo eterno, el grupo logró alcanzar el arroyo y durante unos minutos se refrescaron en él. Andre parecía muy feliz y los Feros se alegraron de que por un instante olvidara su maldición.

- ¡Vamos, la cueva espera! ¡El tesoro de los Reotipos para mi compañero de aventuras! -exclamó la princesa haciendo que el pecho de Ttudo se hinchara de orgullo cuando le designó "compañero". La joven se dio cuenta de sus palabras e ignoró la sonrisa del Reotipo mientras penetraba en la cueva sola.
- ¡Esperad, princesa! -urgió uno de los Feros mientras la seguía.

La cueva estaba, literalmente, en el interior del arroyo. Detrás de una cascada que surgía de la propia montaña en el corazón de Nürien. Andre no podía contener su emoción, el tesoro de los Reotipos por fin volvería a ser suyo tras la guerra de las brujas. 

- ¿Dónde se encuentra según el manuscrito?
- Aquí, en este rincón oscuro tras las rocas... -dijo la princesa mientras desenterraba rocas llenas de musgo. 
- ¡Princesa... vuestras manos! -exclamó uno de los Feros viendo que la joven se hacía sangre en ellas sin que pareciera siquiera sentirlo.
- ¡Tenemos que conseguirlo! -dijo ella, frenética.
-  ¿..Princesa?

La cueva comenzó a mostrar su misterioso poder y a revelar la auténtica forma de bruja de Andre, cuya piel se caía descubriendo otra verdosa y arrugada, al mismo tiempo que su pelo se volvía oscuro y liso y sus ojos muertos.

- ¡Por eso los unicornios huían de ella! ¡Es una bruja! -gritó uno de los Feros.
- ¿Qué ocurre..?

El Reotipo también estaba cambiando de forma y antes de que nadie pudiera reaccionar se tapó con su capucha pasada de moda y se acercó a Andre.

- ¡Princesa, os han maldecido! ¡Tenéis que luchar contra la bruja!
- ¡No me deis órdenes! -chilló ella- ¡El tesoro será de mi estirpe!

Sin que los Feros supieran qué hacer, Ttudo se abalanzó contra la bruja y la tiró al suelo mientras ella le lanzaba un conjuro que le dejó sin respiración por un instante. El Reotipo trató de sujetarle las muñecas pero la mujer era más fuerte que él. Los Feros se lanzaron hacia ella y el que la había salvado la miró fijamente a los ojos mientras entre todos trataban de contenerla. La bruja chilló y el Reotipo vio algo brillando entre las rocas.

- ¡El tesoro! -exclamó cogiendo el pequeño cofre con una mano. La bruja lo miró y trató de liberarse de los Feros, que habían formado un círculo y trataban de exorcizar su magia oscura. Ttudo abrió el cofre y los ojos pálidos de la bruja quedaron ciegos mientras se quedaba inmóvil. Su cuerpo comenzó a elevarse en la cueva y los Feros la soltaron, confundidos. El Reotipo retiró más piedras mientras otros cofrecillos aparecían por doquier. Ordenó a los Feros que los abrieran y los dispusieran alrededor del cuerpo de la bruja, cuyos ojos azules miraban a la nada y cuya boca no paraba de proferir gritos de angustia. Una vez finalizaron el ritual, los cofres emitieron una luz cegadora y el espíritu de la bruja desapareció en el limbo, encerrado por toda la eternidad. Los cofres se cerraron de golpe al unísono. Andre cayó liberada en brazos del Reotipo. 
- ¡La habéis salvado!

Ttudo sonrió sin que le vieran debajo de la capucha y contempló a Andre. La princesa abrió lentamente los ojos y el alivio podía notarse en su aura purificada. No había maldición de la bruja ni hechizo del círculo de hadas. El símbolo del dorso de su mano había desaparecido por completo a excepción de un lunar que permanecería por siempre como fruto de la liberación maligna.

- ¡Princesa! ¡Sois vos! -dijo alegremente el Fero que la había salvado en el bosque.

Andre abrió los ojos y se vio en brazos de Ttudo. Como siempre, trató de apartarse de él con cierto asco y por una vez el Reotipo, ofendido, la dejó en el suelo con poca delicadeza.

- ¿Qué formas son estas de tratar a una princesa? -exclamó uno de los Feros, sorprendido. Andre no dijo nada pero también le pareció de muy mala educación. El Reotipo se retiró la capucha y mostró su verdadero rostro. Todos los presentes ahogaron un grito.

- La cueva revela las verdaderas formas de los que penetran en su interior... 

- Nobles y gallardos, con un porte envidiable... -susurró Andre recordando las palabras del manuscrito y mirando con cierto deseo al Reotipo, que se había convertido en un joven alto y bien parecido. Sus ojos claros, su melena castaña y sus brazos musculosos no dejaban nada a la vista que no fuera perfecto. Era casi aún más bello que los propios Feros, la hermosa raza élfica.
- Lleváis despreciándome por mi presencia todo el viaje, no creáis que no me he fijado... -contestó el Reotipo con una voz que de repente le pareció sumamente seductora, a pesar de su evidente tono de enfado.
- ¿Qué decís? 
- ¡No disimuléis! Me teníais asco porque sois una niña mimada, la princesa de cuento de un reino de fantasía...  Pues debéis saber la verdad.
- No, no se la digáis... -suplicó uno de los Feros.
- ¡Claro que sí! 
- ¡No!
- En realidad, no sois una princesa.

El silencio se hizo en la cueva mientras Andre se quedaba boquiabierta.

- Así es. Vuestros padres os adoptaron porque no podían tener hijos. Sois la descendiente sin magia de la bruja de Yngre.

Andre ahogó un grito y los Feros bajaron la mirada.

- Todo el reino lo sabe y todo el reino os respeta porque sois buena y una líder excepcional. Pero no os creáis mejor que el resto porque vuestra sangre sea noble. No lo es. La mía sí.  

La joven no sabia qué decir y se sentía culpable por su actitud. Es cierto que le había juzgado mucho por su aspecto, pero... Ella era buena persona...

- Disculpadme si os he ofendido... - musitó, sumisa.
- No pasa nada. Todos conocíamos vuestro secreto, ya no debéis temer a ese destino fatal, nunca se cumplirá...

Andre se sonrojó. ¿Podía leerle los pensamientos? ¿Sabía lo que pensaba en aquel instante? ¿Cómo se arrepentía de no haberle besado cuando tuvo ocasión?

- Os alegrará saber al menos que estáis comprometida conmigo...
- ¿Cómo? ¿Qué?
- Vuestros padres me comprometieron a vos cuando solo erais un bebe... Yo no tendría más de cinco años. Querían que demostrarais que las princesas pueden casarse con nobles sin ser príncipes... Un nuevo linaje puro de forma distinta... 

Era demasiado, la princesa no sabía como reaccionar y estaba agotada por tantas emociones. Los Feros y su prometido la llevaron de vuelta durante largas jornadas al castillo donde sus parientes le explicaron toda la historia y cómo la habían rescatado de la bruja, que había renegado de ella por no tener magia y había intentado matarla en el río. 

- La bruja de Yngre juró venganza porque secuestramos a su linaje, según sus palabras, a pesar de que...
- Intentase acabar conmigo. Lo entiendo. Fue horrible sentirla en mi interior y luego saber que todos sabíais que era su descendiente...  Me avergüenzo de mis raíces...
- ¡No yeee pa tanto mozaaaa! ¡Nosotros te queremos ne!

Prefirió no preguntar por qué sus sirvientes más cercanos, Capi y la criada de Chester, junto a ese norteño tenían que estar ahí mientras contaba sus intimidades pero bueno... Tampoco sentía que pudiera opinar a pesar de seguir siendo la princesa de Milan Manor... 

- Gracias, sois muy amables -dijo tomando la mano de su futuro esposo, que sonreía ampliamente. La había perdonado por haber sido tan inmadura y se lo agradecía en el alma. Era un buen hombre.


Un año más tarde, Gvis del norte, Feros del sur, Reotipos del este y Ladoscurienses del oeste se juntaron para celebrar la magnífica boda entre la princesa y el delegado del Clan Siniestro. Andre rió ante el hecho de que frente al mundo seguía teniendo que llamarle Ttudo, porque no podía revelar su nombre real salvo a sus allegados de más confianza. El enlace fue precioso en un día soleado donde las rosas y los pétalos de otras flores revoloteaban en el ambiente, las hadas lanzaban su purpurina creando brillos y alegrando a los invitados y la princesa brillaba más que nunca junto a su querido esposo.

Y fueron felices y comieron perdices.


Fin. 


Dedicado a Andrea, feliz cumpleaños.

No hay comentarios: