06 abril 2018

Eidola (I)


Abrió los ojos en medio de la nada, sintiéndose mareado y sin saber de dónde provenía. Un bosque nocturno rodeado de pirámides de piedra bajo el manto de estrellas. El zumbido de sus oídos era intenso. La vida noctívaga parecía disfrutar de la oscuridad, que los hacía brillar como seres mágicos en la penumbra. Se incorporó aturdido sin entender nada.
Sus ojos se cruzaron en la oscuridad y el tiempo se detuvo durante milenios. Un instante más tarde, había desaparecido sin dejar rastro más allá de su aroma floral en el aire. Su corazón latía con fuerza tras su visión. Su juguetón pelo oscuro y ondulado se mecía suavemente con sus movimientos hechizándolo. El zumbido de sus oídos aumentaba por momentos. Ella hizo su magia.

El polvo de estrellas que había soplado directamente en su rostro le hizo desvanecerse. Oyó voces masculinas y sintió que lo arrastraban hacia algún lugar del bosque. No sabía qué harían con él; notó abrirse una compuerta de piedra y penetraron en una de las pirámides de piedra. Los sacerdotes les esperaban en su interior para comenzar algún extraño ritual. Olía incienso y creyó ver su rostro angelical entre la multitud que confiaba que no le sacrificaría en alguna ceremonia a sus dioses. Sus voces de cánticos solemnes no le tranquilizaban, y menos aún cuando alguien puso sus manos en su rostro y le obligó a cerrar los ojos. Oyó el eco de un joven gritando; sintió unas manos suaves que le tocaban; oyó pasos lentos a su alrededor; sintió el aliento de la magia penetrando sus entrañas *vio estrellas y alineaciones planetarias*escuchó las voces extrañas de los dioses*sintió las nebulosas y vio más allá de ellas*y vio su rostro entrelazado en su destino; y entonces dejó de ver. Le propinaron un golpe que le dejó sin aire... Le pusieron una bebida en los labios y tragó sumiéndose en la oscuridad más profunda que había conocido. Su respiración se aceleró y con ella regresó la visión *Gritos de una guerra a muerte*una joven preciosa que lloraba por su pueblo*un pájaro sobrevolando el cielo*un viajero de las estrellas en el firmamento*un matrimonio celestial con la joven. Silencio por un instante en la pirámide. Oía sus gritos desgarradores pero no entendía a qué se debían ni por qué salían de su garganta. Una serpiente le estaba mordiendo y su veneno penetraba rápidamente en su cuerpo. Suspiró sintiendo el dolor apoderarse de su ser mientras le entumecía los miembros. Era salvaje y no lo comprendía, un dolor insoportable que le adormecía mientras oía sus siseos por toda la pirámide susurrar cerca de él... Sus voces llamaban a las serpientes y las encantaban por razones que desconocía. Las atraían con sus flautas mientras él agonizaba en el altar... El silencio se apoderaba de su mente y sus visiones. Y aún así no podía dejar de soñarla, aunque solo la hubiera visto una vez... Aquella profetisa lo había hechizado.

Abrió los ojos en un mundo telúrico que desconocía, más allá del cielo o el infierno, lejos de su tierra y de la pirámide donde el sacrificio de su espíritu fue el elegido. Veía sus ojos oscuros como en un sueño y su pelo ondulado meciéndose con la brisa, y a su vez oía las voces de la pirámide. El universo cuajado de estrellas ante sus ojos se expandía vasto hasta donde abarcaba su mirada en el silencio. Y alrededor había nebulosas, polvo estelar y un sinfín de meteoritos y planetas entre sus cantos rituales. Su mirada pícara le devolvía a la realidad y a la vez le robaba la razón sin poder escapar de su hechizo. Los cantos rituales habían cambiado y su sonido le trasladaba fuera, al bosque de pirámides en medio de la naturaleza salvaje bajo las estrellas.

Y de pronto se encontraba realmente en el bosque, con sus voces rodeándolo y pidiéndole que regresara a Xibalba a cumplir la misión que le había sido encomendada. Aún no entendía cómo había llegado allí, pero la magia de los nativos era poderosa y no podía huir de ella, y menos de... ella. Los cantos de los pájaros en la noche no podían distraerle de su mirada, que permanecía clavada en él desde el interior de la pirámide, desde la oscuridad de los tiempos más antiguos... Si ella quería que fuera a Xibalba no podría negarse, sus sentidos estaban totalmente cautivados por la joven...


End part I

2 comentarios:

Licaón dijo...

Mola y desconcierta. Se empatiza muy bien con el prota y su sentimiento continuo de "ande carajo estoy y que pasa?" ;) Y está muy bien apoyado por la música siempre, con la ambientación típica y con los cambios de ritmo que casi da la sensación de asíncronía cuando más turbia se pone la cosa.

En cuanto al recurso del que me hablabas. ¿Te refieres a la forma de escribir cuando aparecen ráfagas rápidas de visiones amplias que no tienen que ver con la situación física del prota? Aunque no sé si "física" es la palabra adecuada aquí... más bien donde el prota siente estar en cada momento ;P

Wherynn dijo...

La música me llevaba por diferentes lugares, de ahí las visiones.

En cuanto al recurso nop, keep on tryin' :P tienes que leer ambas partes para verlo ^^