El sol ardía radiante en el firmamento creando hermosísimas iridiscencias en el océano. Un nuevo comienzo. Däyn respiró con fuerza el aire con olor a salitre y se sintió renovado. Se acercó al muelle observando los navíos que allí se encontraban hasta que uno en particular llamó su atención. Era un barco restaurado, recién pintado y en un estado envidiable... Y sin embargo, le daba la impresión de tener algún oscuro y tenebroso pasado. Sacudió la cabeza y sonrió. ¿Quién podría tener pensamientos sombríos en un día tan brillante?
- ¡Arriad las velash! ¡Rumboh a la afventuhra!
- ¡Pero si aún no partimos!
El joven miró hacia el lugar de las voces y vio a un señor con pinta de capitán y un pendiente de aro en su oreja izquierda que parecía muy ufano. Los ojos le brillaban y contemplaba con admiración su nave con un orgullo difícil de describir.
- ¡Buenos días! -saludó Däyn acercándose. Por un momento, se sorprendió al ver aparecer del interior de la embarcación a otro señor bajito con un taparrabos hecho de hojas de platanero que le hacía parecer un nativo de tierras lejanas.
El joven miró hacia el lugar de las voces y vio a un señor con pinta de capitán y un pendiente de aro en su oreja izquierda que parecía muy ufano. Los ojos le brillaban y contemplaba con admiración su nave con un orgullo difícil de describir.
- ¡Buenos días! -saludó Däyn acercándose. Por un momento, se sorprendió al ver aparecer del interior de la embarcación a otro señor bajito con un taparrabos hecho de hojas de platanero que le hacía parecer un nativo de tierras lejanas.
- ¡Holah, muchaxo! ¿Qué deseas? -preguntó con voz gangosa.
- Bonito barco, señor... ¿Es suyo?
El Capi sonrió orgulloso y señaló al navío.
- Eshta esh la Galera Roja.
El corazón de Däyn dio un vuelco. ¿"La Galera Roja"?
- ¿Por qué ese nombre? -cuestionó.
El Capi sonrió orgulloso y señaló al navío.
- Eshta esh la Galera Roja.
El corazón de Däyn dio un vuelco. ¿"La Galera Roja"?
- ¿Por qué ese nombre? -cuestionó.
- El Bucanhero de Fhuegoh en rehalidaz es un antighuo bharco pertenehcienteh a losh pihratas Tdang, pero tras unah afventura en alhta mar lo hicimosh nuesstro. Estaba en un eshtado dehplorableh el pobrecihto, pero lo hemosh restaurahdo y cambiando de nombre rehspetahndo su pasado... ¡Y ahora es una vahliente embahrcación que nosh llevaráh a mil y un aventurahs! Tiene ciertho rastro de tehnebrohsidad en lahs bodeghas y eso... pero ya lo iremos soluhcionahndo poco a poco -sonrió confiado.
- Nada "precupante" -corroboró el hombre del taparrabos.
- ¿Y tú quién eres, jovencito?
- ¡Oh! Me llamo Däyn, soy... Bueno, me encanta el mar. Un viajero...
- Me llamo Krämse.
El hombrecillo del taparrabos había bajado por la escalinata del barco y le daba la mano afectuosamente. Le miró largamente y le pareció que sus ojos le atravesaban el alma, como si pudiera leer en su interior... No, no, no, estaba allí precisamente para olvidar todo aquello, para cambiar de aires y rumbo. Un nuevo comienzo.
- Este chico me gusta. Tiene un pasado interesante a juzgar por su mirada y sería un marinero de primera, ¿si? ¿Quieres unirte a nosotros, si? -le preguntó con una sonrisa.
El hombrecillo del taparrabos había bajado por la escalinata del barco y le daba la mano afectuosamente. Le miró largamente y le pareció que sus ojos le atravesaban el alma, como si pudiera leer en su interior... No, no, no, estaba allí precisamente para olvidar todo aquello, para cambiar de aires y rumbo. Un nuevo comienzo.
- Este chico me gusta. Tiene un pasado interesante a juzgar por su mirada y sería un marinero de primera, ¿si? ¿Quieres unirte a nosotros, si? -le preguntó con una sonrisa.
- ¡Querido Krämse! ¿Eshtáis sehguroh? Nuehstra tripulación...
- … Necesita un poeta, un artista, ahora que varios de sus miembros han decidido poner tierra de por medio. Jajaja -rió su propio juego de palabras- necesitamos jóvenes deseosos de aventuras.
- ¿Sabhhéis tohnadas marinehras?
Däyn miró al hombre del pendiente.
- Yo...
- Yo...
- Me llamoh Capi, phor ciertoh, shoy el capitáhn de eshte bfarco. Aunque Krämse tamhbién es capitán, pero me dejah ejjercer el mandoh porque asíh puebde dishfrutar de la brisah marina... ¿Y esa tonada?
No sabía qué hacer. No conocía canciones de piratas más allá de "Yo, ho, ho y una botella de ron" pero seguro que no era eso lo que querían... ¿Y si les recitaba alguna poesía de las suyas?
"¡Madera bajo mis botas!
¡Conciertos de artillería
bravía en funestas notas!
¡Ondea la epifanía
del fin de la jerarquía
bruñida entre pergaminos,
que arpías y libertinos
tomaron por pleitesía!"
Parecía haber captado su esencia. Todos los marineros le miraban boquiabiertos.
"¡Ya ruge nuestra amnistía!
Parecía haber captado su esencia. Todos los marineros le miraban boquiabiertos.
"¡Ya ruge nuestra amnistía!
¡Sucumben los calabozos
en la acuática homilía
de piratas y sollozos!
¡Y alzados entre los trozos,
velamos el cementerio
que atestigua que un imperio
se consume en sus esbozos!"
Silencio absoluto.
- Se... llama "Homilía pirata..." -dijo con cierta timidez.
- ¡FASCINAHNTE! ¡Qué ohbra de arte! ¡Qué arhtishta entre nuestrhas filas! -aplaudió Capi encantado.
- Me gusta mucho, ¿si? ¿Te unirás a nosotros?
Däyn asintió emocionado. ¡Por fin podría hacerse a la mar!
- ¡Yha verás quéh bfien! ¡Thal ves enconthremos sirehnas... ¡¡o bohcinahs!! -rió el Capi ante su propio chiste. Däyn soltó un bufido de risa. ¡Qué señor más ocurrente!
- Te advierto de que vamos en busca de serias aventuras, tesoros ocultos y navegaremos por sitios peligrosos... Pero seguramente tu magia interior nos será muy útil...
- ¡Yha verás quéh bfien! ¡Thal ves enconthremos sirehnas... ¡¡o bohcinahs!! -rió el Capi ante su propio chiste. Däyn soltó un bufido de risa. ¡Qué señor más ocurrente!
- Te advierto de que vamos en busca de serias aventuras, tesoros ocultos y navegaremos por sitios peligrosos... Pero seguramente tu magia interior nos será muy útil...
- ¿Eh?
Krämse le sonrió y empezó a reírse compulsivamente al compás de todo su cuerpo. Däyn alucinaba, ¿Dónde se estaba metiendo?
- Ocultas secretos, muchacho, y está bien. ¿Dominas los vientos de cristal?
El joven se puso en guardia. ¿Quién era ese señor y por qué sabía eso sobre él?
- No te "precupes", todos tenemos nuestros enigmas. Mira, ven.
El hombrecillo le invitó a subir a la nave y Däyn, tras ver la mirada de aprobación del Capi, que parecía encantado con su nueva presencia en el barco, le siguió. El señorín le llevó hasta su camarote, que estaba adornado de forma muy particular, con objetos recogidos de los lugares más recónditos del mundo y algunas conchas marinas que reconocía de las cercanías. Incluso tenía unos pequeños arrecifes en un acuario... Pero lo que realmente captó su atención fue un magnífico astrolabio que guardaba encima de la mesa custodiado por un cristal.
- ¡Oh... qué maravilla! -admiró con sinceridad.
- Es mi astrolabio de Hiparco de Nicea. Un sextante de lo más particular y antiguo.
- El matemático y astrónomo griego... -recordó Däyn mientras lo observaba detenidamente.
- Sabía mucho de constelaciones, ¿si? Como tú.
Däyn le miró y Krämse sonrió enigmáticamente.
- El universo... un pequeño cosmos a escala...
- ¿Cómo..?
- ¡Oh! ¿Tienes la brújula?
Aquello era demasiado. ¿Cómo podía saber..?
- Nuestro capitán también tiene una. La suya indica el noroeste -dijo mirándolo significativamente. Sintiéndose más seguro, Däyn rebuscó en su capa y sacó su propia brújula. En aquel momento estaba detenida marcando el norte.
- Bonita pieza. Mágica, ¿si? Indica tu corazón, ¿no?
No sabía qué decir.
- Tranquilo, estás a salvo aquí. Tal vez no de la sacerdotisa del navío, pero de todos los demás si. Solo son marineros, Capi es su capitán y buscan tesoros.
- ¿Hay una... sacerdotisa?
Oh, no.
- ¡No pasa nada! Ella ni siquiera lo sabe. Trae mala suerte tener mujeres a bordo, ¿si? Pero Capi siempre ha sido un aventurero y nada supersticioso. Ni notarás su presencia, oh, aunque ella si que notará la tuya...
- No se si esto es buena idea... -titubeó Däyn.
- Tranquilo, es invisible a los ojos. No te hará daño.
Definitivamente, no entendía nada.
- Tú olvida lo que te he dicho, ¿si? Vamos a preguntar a Capi cuando quiere partir, ahora que por fin has llegado para unirte a nuestra tripulación.
- ¿Me esperabais?
Krämse le miró y por un instante le pareció que era consciente de que sin querer había hablando demasiado.
- A un artista. Los viajes son aburridos sin algo de sesera a bordo, ¿si?
- ¡Llehvaba thanto tiempo en losh astihlleros! -suspiró el Capi, encantado de volver a navegar- ¡No había quiénh exhorcizahra a esos eshpírituhs!
- ¿Qué?
Varios marineros se giraron, asustados, mientras el Capi tomaba el timón.
- ¡Ooh! ¡Es un dhecir! Como erah de losh Tdagn… -disimuló moviendo el navío distraído mientras miraba su brújula.
- ¿Había espíritus a bordo?
Nadie contestó y todos comenzaron sus labores. ¿Tendría que arrepentirse de haber partido a la aventura?
La noche estrellada y el mar el calma serenaban sus pensamientos. Le habían asignado un bonito y tranquilo camarote en lo más profundo del barco, donde las aguas susurraban sus misterios a la vieja madera de la embarcación, que mantenía su aire lóbrego a pesar de la restauración y los alegres adornos de los que la habían provisto, como Capi había mencionado. En realidad lo notaba en su atmósfera... "El Bucanero de Fuego", ¿Quién lo hubiera dicho? Sacó su brújula, que giraba de nuevo incontrolada hasta que señaló un punto perteneciente a un islote cercano que podía ver a simple vista.
- ¡Eh! -gritó al muchacho de la torre vigía. No estaba. Miró a su alrededor y decidió subirse a una cofa en busca de algo que le dijera por qué la brújula señalaba ese lugar. Miró guiándose por la luz de las estrellas y lo que vio le dejó sin aliento.
Dedicado a Dani, ¡feliz cumpleaños Licaón!