09 octubre 2018

Absalón, the Ëdeweiss

La brisa mecía un mechón de pelo ondulado de la meiga mientras el grupo contemplaba el valle de la bruja. ¿En serio tenían que bajar por un Ëdeweiss manflorita para Pänsy? ¿No podía buscarse un novio ella misma? ¿Cuándo se había ondulado SU pelo Polvo de Galleta, y lo más importante, por qué?

- ¿Cuando..?
- Bueno, lo mejor será acabar cuanto antes con esta pantomima. Vamos a Êdimbürgh, convencemos a un hombre desnudo de liarse con Pänsy y le decimos que es el Ëdeweiss.
- ¿En serio? ¿Pero os creéis que la bruja no se va a dar cuenta? -razonó Chico-chica para admiración de Märga.
- ¿Y qué sugieres que hagamos? -lloriqueó Polvo.
- ¡Pues lo que dice la meiga, ir, coger la flor, levantar el conjuro..!
- ¡Eso nos llevaría milenios!
- ¡Exagerados! ¡Su magia es poderosísima!
- ¡Si lo fuera tanto..!

Polvo de Galleta se calló al punto cuando vio la expresión tenebrosa de Märga.

- ¿No dijisteis que queríais aventuras?
- ¡Pero no así! ¡Mi cuerpo!

Cuando la meiga logró convencerles de bajar al valle y ponerse a buscar la flor, unos finos copos de nieve comenzaban a caer en el paisaje.

- ¡Oh, qué bonito! -exclamó Princesa.
- Yo no me entretendría con eso, es nieve mágica...
- ¿Maldita o bendita?

Era el día de las preguntas tontas, estaba claro.

- Concentraos, es una flor blanca o roja, así... -dibujó en el aire una flor que nadie entendió, pero todos asintieron- y no pasa nada si la tocáis, pero no intentéis arrancarla.
- ¿Dónde se encuentra?
- ¿Y cómo quieres que yo lo sepa? -contestó la meiga con un extraño acento que le salió del alma -Hemos venido a buscarla. ¡Buscad!


Pasadas unas horas no parecía haber rastro de la flor, hasta que Chico-chica dio un chillido de emoción.

 ¡Mirad, la he encontrado!

El chico señaló una preciosa flor roja y blanca de largos estambres dorados que relucía entre la nieve. Märga se aproximó con cuidado a ella y la tocó. No ocurrió nada, como esperaba.


- Sí, es esta,
- ¿Y ahora qué? -preguntó impaciente Polvo de Galleta.
- Pues... Tendréis que dejarme a solas un rato.
- ¿Con el hombre desnudo? -gimió Princesa por sorpresa con voz algo celosa. Su novio bufó.
- Como te habrás fijado, es una simple flor. Tengo que concentrarme para romper su bendición y no es nada fácil... Pänsy me lo pidió a mi porque sabe que puedo, pero necesito paz y tranquilidad para lograrlo... -y con vosotros cerca no es nada fácil, pensó.
- Vale, os daremos privacidad a ti y a la flor... -suspiró la chica.

Los chicos se alejaron un poco y Märga les hizo un gesto de que se alejaran más. No quería que pululasen a su alrededor mientras intentaba aquel difícil conjuro.


El atardecer caía suavemente en el valle mientras los chicos miraban con disimulo a la meiga desde la lejanía.

- ¿Creéis que es capaz de hacerlo? No parece muy segura...
- Pänsy cree que puede.
- Pänsy quiere un novio salido de una flor -recordó El doble de chico-chica a Km3.
- Bueno...
- ¡Es Märga la meiga! Yo confío en ella -afirmó Polvo de Galleta.
- ¡Mirad!

Una luz cegadora se abrió en el valle y los chicos decidieron acercarse a toda prisa. Entre bruma dorada y chispas vieron aparecer a un apuesto hombre desnudo que parecía confundido. Märga sonrió orgullosa de sí misma.

- ¡Vaya con el manflorita! -comentó casi para sí Princesa por sorpresa evaluándolo con la mirada.
- Tenía los estambres muy largos... -cuchicheó Km3 mirando a cierta zona.
- ¡A Pänsy le va a encantar! -sonrió Polvo de Galleta complacido.

Märga estaba contenta por haber roto el conjuro, pero la parte más complicada comenzaba en ese preciso instante... ¿Cómo iban a llevar al hombre desnudo a través de tanta distancia sin encontrarse con nadie?

- ¡Oh, hermosa princesa!

Sin que nadie lo esperara, el hombre desnudo se arrodilló ante Princesa por sorpresa, que parecía sorprendida y encantada a partes iguales. Su novio le miraba furioso. 

- ¡Sois la bella dama de mis sueños! ¡Nunca se vio hermosura igual!
- Os he liberado del hechizo... -dijo Märga intentando llamar su atención. No es que estuviera molesta de que el hombre solo se hubiera fijado en Princesa y ni la hubiera mirado... Un momento... ¡Si tenía cuerpo de hombre! Claro, claro...
- ¡Mi princesa prometida! ¡Mi alma gemela! -suspiró el hombre completamente extasiado.
- ¿Pero qué dices, insensato? ¡Tú vas a ser el amante de Pänsy, no te fijes en ella! -chilló desesperado Polvo.
- ¡Y tiene novio! -gritó el novio de Princesa. La chica estaba encantada de recibir tanta atención.
- ¡Es mi amor verdadero, ni Pänsy ni nadie ocupará jamás mi corazón!

Sin que se lo esperaran, el hombre se puso en pie y le plantó un beso de película a la joven, que correspondió entusiasmada. Al instante una lluvia de chispas doradas les rodeó y Princesa se vio convertida en una adorable joven que hacía sombra a la inmensa belleza de la meiga, o de Polvo de Galleta en ese momento.

- ¡Qué espanto! ¿Qué le ha hecho a mi Princesa? -se horrorizó su novio.

La belleza está en los ojos del que mira.

- ¡Mi amor! ¡Ëdeweiss a su servicio, mi señora, ahora y siempre! ¡Os amo! -exclamó con fervor el hombre.
- Yo... -por fin parecía que Princesa tomaba conciencia de lo que estaba ocurriendo.
- ¡Sois tan hermosa y perfecta!
- Desde luego es el hombre adecuado para Pänsy, bailándole el agua cada instante... -comentó en un susurro Km3.

Märga estaba anonadada. ¿Cómo podía salir todo tan mal? Aquel manflorita afrodita afrodisiaca se había enamorado de la mujer incorrecta y no se lo podía llevar así a Pänsy… Y había agotado sus fuerzas liberando esa flor del hechizo, necesitaría varios días para poder realizar el conjuro de nuevo sobre una nueva flor... Todo era increíble. ¿Cuántos Absalón habría por el mundo?

- Un momento... ¿Has dicho que te llamas "Ëdeweiss"? -cuestionó Märga al hombre sin poder evitar mirarlo directamente a... el estambre. ¿¿Qué hacía??
- Sí, señor.
- ¿Señor? Ah, si... Pero... ¿No eres Absalón, como todos?
- Todos somos únicos, señor.

¿Podía ser que Absalón fuera una flor concreta? ¿Tal vez se equivocó y tendría que haber elegido una de las flores blancas?

- ¿Qué demonios significa eso? -rugió Polvo de Galleta.
- La verdad es que no tengo ni idea...
- Vuestro don del brujo sin nombre sería ideal en esta situación aciaga... -observó Chico-chica.

¡Ya empezaban con los vocablos medievales!

- Mirad, no entiendo nada. Esto no tendría que estar ocurriendo -dijo Märga.
- ¡La maldición de las ninfas! -exclamó el novio de Princesa dándose cuenta.
- ¿Qué? 
- ¿No será la respuesta? 
- No creo... Aunque pudiera... -dudó Märga.
- ¿Entonces que es? -gimoteó Polvo de Galleta.
- ¡No lo sé! Dejadme pensar...

No sabía si era el destino o Pänsy quien se reía de ella, pero esto pasaba de castaño oscuro. Ëdeweiss contemplaba arrobado a Princesa, que había encontrado un charco de lluvia y admiraba su recién descubierta belleza mientras su novio la miraba con disgusto al verla convertida en un monstruo.

- Quizá el beso de amor erróneo... ¿Quién le manda ser tan besucón? -murmuró Märga, enfadada.
- ¿Qué haremos, mi señora? ¡Quiero mi cuerpo! -lloró Polvo una vez más.
- Ay... pues no va a quedar más remedio que hablar con las ninfas...

El grupo casi al unísono ahogó un grito de horror.

- Que son ninfas, ¿eh? No arpías, o súcubos...
- ¡Súcubos!

Märga contempló a Chico-chica, que de repente parecía ruborizado.

- Yo... una vez conocí a... una... -se sonrojó. Polvo de Galleta casi se desmaya- era hermosísima, una belleza terrenal del inframundo -eso no tiene sentido, pensó Märga, pero optó por callar- yo...tengo un retrato suyo...

El chico rebuscó en sus pantalones y sacó un pequeño retrato que mostró a sus amigos.


- Muy bonita, ¿y qué demonios...? Nunca mejor dicho...
- Ella... bueno, digamos que quedó encantada conmigo y me regaló su retrato, dijo que podría invocarla siempre que me hiciera falta...

La meiga estaba colapsando. No sabía qué era peor, si conocer las dotes de Chico-chica (que al final al parecer era hombre), saber que un súcubo le había... Y se había quedado "encantada", o que tuviera conexiones demoniacas y mágicas tan fuertes... Y ella sin saberlo. Ni entenderlo, por supuesto. Se tocó la sien, le dolía. Seguro que le estaba dando un tirón en el cerebro.

- ¿Y cómo crees que nos ayudaría un súcubo?
- Yo...
- ¿No lo habrás contado solo para presumir?
- ¡No! Ella puede hacer cosas...
- Y tanto...
- … Tiene poderes -fulminó con la mirada a Km3- y sería una protección contra las ninfas.
- Las ninfas son buenas, aunque maldigan flores... -dijo Märga bajando la voz en la última frase.
- Pero son envidiosas y odian ser rechazadas. Cuando su Ëdeweiss sea seducido por mi súcubo le liberarán del amor de Princesa para que sea suyo... Y entonces nosotros nos lo llevamos para Pänsy. Haremos de señuelos y nos enamoraremos de las ninfas, o fingiremos que lo hacemos...
- No será difícil fingirlo... -aseguró el Doble de chico-chica.
- ¿Hola? ¡Yo sigo teniendo poderes! ¡No hace falta tanto lío!
- Descansad, meiga, yo me ocupo...
- ¡No..!

Antes de que pudiera detenerlo, Chico-chica pronunció unas palabras prohibidas de magia negra y unas ondulaciones negras aparecieron en el paisaje. De entre el círculo de oscuridad surgió lenta y sensualmente la figura de una mujer de belleza irreal e indescriptible, con cabellera cobriza y ojos de fuego, cubierta de tatuajes en su cuerpo y livianos ropajes negros. Una diadema de rubíes en su frente, acompañada de unos pendientes y un collar marcaban su estatus como reina de los demonios. Sus ojos eran hipnóticos.

- ¿Qué puedo hacer por vos, mi señor?

Su voz era tan sicalíptica que todos, incluida Märga, contuvieron el aliento.


Dedicado a Marga, ¡feliz cumpleaños preciosa!

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