09 octubre 2019

Aerach deilín bruane

¿Pero a quién en sus cabales se le ocurriría invocar a un súcubo? Aquella mujer-demonio de belleza incandescente la ponía de los nervios... ¿No podía haber sido solo una alucinación hipnagógica de Chico-chica, tenía que ser real?

- Necesitamos tu inestimable poder para que liberes a este hombre de su enamoramiento...
- ¡No! -se le escapó a Princesa- ¡No... tardéis en hacerlo!, hermoso... demonio?

Märga rodó los ojos. Ojalá el súcubo les diera su merecido... ¡Bueno, no!

- Por supuesto, no podría negarle nada a mi mejor amante.

Chico-chica sonrió orgulloso y un poco sonrojado y Märga tuvo que contener sus arcadas. Quizás es que era muy superficial pero de verdad que no entendía... Ahora que se fijaba, todos miraban embobados al súbuco, todo menos... ¡El novio de Princesa! Él solo tenía ojos para Absalón, que no paraba de menear su estambre delante de la joven... ¡Qué traaaumaa!

El súcubo de nombre desconocido se acercó a Absalón, que la miró sin ninguna emoción reflejada en su rostro y...



*** 

* Por su salud mental, Märga olvidó lo que vieron sus ojos antes de poder cerrarlos. *  

***


Las brisas de Ëscôciä, el viento de Êdimbürgh, mecían con suavidad la nieve a su alrededor, que se arremolinaba dulcemente en el hermoso valle. Esa preciosa visión y el sonido del viento fue todo lo que Märga intentó grabar a fuego en su memoria para no recordar...

- ¡Bueno, bueno, bueno, ya está libre, vamos a ver a las ninfas! ¿no?

Todos se hallaban sonrojados por la macabra danza de seducción que acababan de contemplar sin poder apartar la mirada, pues aquella divina mujer era hipnótica.

- Voy a... Eh...

Una lluvia de chispas envueltas en bruma plateada envolvieron a Princesa, que desapareció un instante para volver a recuperar su apariencia habitual.


- ¡Oh! ¡Que hermosura! -se deleitó su novio. 
- Vaya... -Princesa parecía terriblemente decepcionada y la meiga sintió pena por ella, aunque le alegraba que su novio estuviese contento de nuevo. Y de no tener más rivales, por qué no admitirlo... ¡Y qué más daba, si era un hombre! suspiró.
- Lo mejor será que vayamos hacia las ninfas, no quiero perder más tiempo... -dijo con voz razonable. Polvo de Galleta, como esperaba, asintió fervientemente y empezó a meter prisa al resto.
- Aún no nos hemos divertido lo suficiente...

En un movimiento cautivador, el súcubo tomó al Ëdeweiss de la mano y lo hizo desaparecer junto a ella.

A Märga le estaba dando otro colapso.

- ¿Dónde... demonios... se lo ha llevado? -preguntó con un hilo de voz, porque su ira no la dejaba hablar. El Clan Siniestro se retiró hacia atrás...
- Yo... Supongo... Que hayan ido a... "divertirse" -trató de adivinar Chico-chica, un poco molesto.
- ¡Es tu amiguita, vuelve a invocarla!
- Temo... Su ira...
- ¡¿Y la de la meiga no?! ¡Mírala como está! -dijo El doble de chico-chica señalándola. Märga tenía la mirada perdida y desprendía un aura inenarrable de furia.
- Vamos a calmarnos... Dejémosles un rato, el tiempo suficiente para que... ponga a punto su estambre y luego ya vamos con las ninfas... ¡O vamos yendo, para no tener que esperar..!

Miraron con cautela a Märga, que estaba totalmente evadida de la realidad. Polvo de Galleta se acercó y la cogió suavemente de la mano.

- Así será más fácil viajar... Como el súcubo se ha llevado a la flor -a la meiga le dio un tic en el ojo- cuando le invoquemos ya estaremos con las ninfas, y eludimos su desnudez por el mundo un poco... -dijo con mucha suavidad.
- Tienes razón -contestó Märga con voz lejana, y se dejó llevar por Polvo.
- ¿No estarán indignadas porque retiramos su maldición? Ahora ya no es flor, si no hombre... -susurró Km3.
- ¿Maldición o bendición? -preguntó el novio de Princesa.
- ¡No empecéis otra vez! -atajó Polvo de Galleta. Mi señora dice que hay que ver a las ninfas para que le dejen irse del valle voluntariamente...
- Bueno, eso de "voluntariamente..."

- Que si, que Pänsy fijo que en el fondo es buen partido.

Märga les oía como en un sueño.

- ¿Y cómo llegaremos hasta ellas? -cuestionó Princesa por sorpresa.

- Pues estarán cerca de algún manantial, un arroyo, una arboleda... ¡Fijaos bien! Seguro que no están lejos de sus flores...
- No son dríadas... -comentó Km3.

Qué día, que vida, tan larga... 



Por una vez, tuvo razón. En cuanto se aproximaron a uno de los manantiales más puros y cristalinos que habían visto jamás, vieron a unas ninfas jugueteando en sus cercanías. No sabían qué tenían que hacer, así que simplemente se acercaron con cautela. En cuanto percibieron su presencia, las ninfas cesaron su solaz y les contemplaron con curiosidad.

- ¡Una meiga! ¡Convertida en hombre! -rió una de ellas, con cabellos color del mar. Märga despertó de su ensoñación iracunda y las miró de tal modo que todas callaron al punto.
- Venimos a liberar a una de vuestras flores -dijo con voz autoritaria. Las ninfas revolotearon y parecieron enfadarse ligeramente. Polvo de Galleta contuvo el aliento.
- ¿Y quién sois para pedirnos tal favor? Las flores no pueden abandonar el valle, lo hacen más hermoso...
- Necesitamos a Absalón con nosotros. Es un... asunto mágico -inventó, aunque no era del todo mentira.
- ¿Absalón?


Las ninfas comenzaron a murmurar entre sí y Märga perdió la paciencia.

- Os lo suplico, pequeñas deidades, tenemos que llevárnoslo. Sobre nosotros -cogió a Polvo de Galleta, que las miraba implorante- pesa una terrible maldición y se quedará así si no liberamos al Ëdeweiss.
- ¿Y eso qué tiene que ver? No parece haber relación entre ambos hechos... -contestó una ninfa rubia.
- Os lo suplico, bellas alseides -le reventaba tener que halagarlas en aquel momento, pero no quedaba otro remedio- liberad a ese hombre. 

- Los misterios eleusinos no nos lo permiten, la via sagrada no puede romperse...

Märga estaba a punto de maldecir a las ninfas por siempre jamás. Lejos quedaban aquellos tiempos en que hacía el bien. Al carajo, estaba harta de ser Polvo de Galleta.

- Alseides, Auloníades, Napeas... Dejadnos a ese hombre, no os pido más.


De nuevo, algo en su aura hizo retroceder a las ninfas, que se miraron unas a otras.

- ¿Absalón, decís? Es mío.


Una de las ninfas, de cabello oceánico, ojos verdes y cuya belleza competía con la del súcubo, miró al grupo. La meiga tomó conciencia de los integrantes del Clan Siniestro en ese momento y soltó un bufido. Todos contemplaban a las ninfas extasiados, todos menos Polvo de Galleta y el novio de Princesa... Pues al final no hacía falta fingir el enamoramiento...

- Me parece estupendo. Toma otra flor y hazla tuya, necesito a tu hombre -pidió Märga. La ninfa rió y negó con su cabecita.
- No, no, no... Para liberarlo necesito un favor.

¿Más favores?

Una ráfaga de fuego voló sobre el manantial y las ninfas chillaron.

- Libéralo o te juro que aniquilo este valle y sus bosques hasta que no queden ni las cenizas...

El Clan Siniestro ahogó un grito. ¡No podía hablarle así a las ninfas!


- ¿Quién te crees...?
- Tú, invoca al súcubo.

Chico-chica obedeció y volvió a pronunciar las palabras de magia negra. Las ninfas se cubrían los oídos horrorizadas. El súcubo apareció con Absalón de la mano y miró displicente a las criaturas.


- Este hombre... Me pertenece. Su hechizo, su conjuro, ahora es mío. 
- ¡Has..! -se escandalizó la ninfa- ¡Has... profanado mi flor! -se enfureció.
- ¿Ya no la quieres? Dánosla -exigió Märga rodeando a las ninfas de fuego.

- ¡Malditos!

La ninfa se acercó a Absalón y el súcubo se puso delante de ella. 


Dedicado a Marga, ¡feliz cumpleaños neni!

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