16 enero 2020

Idealy-zen Chronycles


A veces las grandes historias comienzan en silencio. A veces los cuentos se hacen realidad. A veces el misterio va más allá de los misterios. Y las historias se entrecruzan para empezar a narrar. En lo más recóndito del espíritu. En el lago olvidado de la inspiración. Nace como un sueño idealizado. Lo que se hallaba perdido en la imaginación. Solo para aquellos que logran abrir el corazón...

Ocurre un día de otoño de atmósfera calmada. La lluvia impregna el ambiente de neblina. El sol brilla entre las nubes con su áurea aura. Nada en el ambiente presagia la magia ancestral. Los astros se alinean en danza enigmática. Los destinos marcan el inicio de lo clandestino. Allá en el bosque del cementerio de almas...

Allá en el bosque del espíritu del pasado surge de la hechicería atávica su don maldito. Donde las palabras yacen silenciosas la semilla de ambrosía planta su fruto prohibido. Y ese silencio logra su poder oculto de los espíritus a los que conquista, y ese silencio se convierte en un bosque en el que me hallo perdida. La espesura y su misterio me desorientan; la niebla me lleva a una perdición funesta; verde oscuro es todo lo que aprecian mis ojos; en el bosque primitivo de sentidos engañosos. Y camino sin rumbo queriendo conocimiento y deseando no saber acerca de su naturaleza. Me pierdo entre los majestuosos árboles y la espesura consciente de mi error.

Una hija de Eva cayendo en la tentación, un ser antiguo presa de una ilusión, un bosque oculto que presagia destrucción, una quimera que refleja su pasión. Su naturaleza me atrapa en ella; los pensamientos vagan sin sentido; ya no distingo luz de oscuridad; se magnifica lo que no existe. Llego a la pagoda como en un sueño, su belleza me cautiva, se desdibuja en el ambiente y el hechizo se desvanece.

Allá en el bosque exuberante de mis delirios perdí el sentido de la pura realidad. Entre la hojarasca, la espesura y el verde oscuro de su psique cautivadora como un embrujo. En el sortilegio de su naturaleza perdí la noción del tiempo y de mi. Quería conocer su esencia primigenia, aquello que le movía a ser como era. La pagoda se siente irreal, lejana y maldita, como el elixir de los dioses en la tierra. No conozco sus secretos pero la fuente de mi inspiración mana de ella y la necesito; aunque rompa mi ser en dos y escinda mi alma, quiero alcanzarla y ver en su interior qué me depara; pero se desdibuja en un jirón de niebla desconcertante dejándome con la miel en los labios...

Desperté en un reino otoñal en lo más profundo de mi mente. Nunca volví a aquel lugar en sueños y jamás supe si existía. El verde oscuro del bosque me perseguía en el silencio como una fantasía demente que había dejado cobrar vida en aquel cementerio de espíritus que era mi alma después de que la quimera hubiera borrado todo rastro de cordura en mi imaginación... Y fue cuando la pagoda regresó...


Dedicado a Jorge, por la lluvia y su embrujo.

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