PRÓLOGO
Una mansión majestuosa, rica en ornamentos, el lugar de ensueño para cualquier mujer que desee hacer un buen matrimonio...
Para cualquier mujer menos ella.
Röus, o Rösy como le decían sus allegados, es distinta. Una señorita de alta alcurnia con exquisitos modales, educada en casa con el mejor de los tutores, pues su madre insiste en que una buena esposa debe tener inteligencia aparte de saber coser, cocinar y llevar un hogar... Hace poco tiempo, su familia ha tenido un revés económico y ahora se encuentran sumidos en una vida de clase media baja que su padre no piensa permitir para su única hija, por lo que ha planeado desposarla con un hombre adinerado para poder recuperar la fortuna familiar. Eso a ella no le interesa en absoluto. Quiere ver mundo, viajar, quizá conocer a un buen hombre pero no necesariamente convertirse en esposa si no puede ser por amor...
Quiere ser escritora.
Su círculo más cercano había reído incrédulo ante su ocurrencia. ¿Ella, escritora? ¿Poetisa? ¿A la altura de grandes escritoras como Jane Austen, Emily Dickinson, las hermanas Brönte?
Imposible.
Acto I, escena 1
En la sala principal de la mansión, una fiesta de esponsales.
Röus: (contempla la estancia llena) ¿Qué hago aquí? ¿Cómo he podido llegar hasta este punto?
Señora 1: ¡Jovencita! Enhorabuena por sus esponsales.
Röus: (con fingida educación) Gracias...
Señora 2: ¡Qué buena elección de esposo! Vuestros padres estarán muy orgullosos...
Röus: Mis padres lo han elegido...
Señora 2: Entonces son sabios y prudentes.
Señora 1: (entre risitas) ¡Quién tuviera un marido así!
Röus: Ehm...
Sirviente 1: ¿Un poco de ponche, querida?
Röus: (señalando su copa) No, es usted muy amable... Discúlpenme...
Camina por la sala. Conversaciones banales. Gente riendo, festejando.
Señor 1: ... las mujeres en política? ¡Vive Dios!
Señor 2: Considerando que no entienden el mundo que les rodea...
Joven: (se mantiene en silencio, observando)
Señor 3: Por supuesto que no debe permitírseles el voto, la histeria es suficiente como para llevarla al terreno político.
Señor 1: Estoy totalmente de acuerdo.
Señor 2: La mujer no tiene voluntad para...
Sale apresuradamente del salón hacia la salita contigua. Cierra la puerta tras de sí. Una estancia con sofás, un piano y mucha luz.
Röus: ¡Ay, de mí! ¿Cómo he llegado hasta aquí? (toma uno de los libros de la estantería) ¿Cuándo me he convertido en una heroína trágica? (se pone a leer cerca de una ventana).
Permanece allí un tiempo, hasta que una voz la interrumpe.
Joven: Os noto muy concentrada.
Röus: (alza la mirada y al punto se sonroja. Las impertinentes palabras vienen de un caballero de estatura media, pelo castaño y unos profundos e hipnóticos ojos verde oscuro que le sonríe) No es nada, solo una tonta lectura de señoritas...
Joven (pasa la mirada del rostro de Röus a la cubierta del libro): "Cumbres Borrascosas" me parece una lectura digna de elogio.
Señora 1: ¡Jovencita! Enhorabuena por sus esponsales.
Röus: (con fingida educación) Gracias...
Señora 2: ¡Qué buena elección de esposo! Vuestros padres estarán muy orgullosos...
Röus: Mis padres lo han elegido...
Señora 2: Entonces son sabios y prudentes.
Señora 1: (entre risitas) ¡Quién tuviera un marido así!
Röus: Ehm...
Sirviente 1: ¿Un poco de ponche, querida?
Röus: (señalando su copa) No, es usted muy amable... Discúlpenme...
Camina por la sala. Conversaciones banales. Gente riendo, festejando.
Señor 1: ... las mujeres en política? ¡Vive Dios!
Señor 2: Considerando que no entienden el mundo que les rodea...
Joven: (se mantiene en silencio, observando)
Señor 3: Por supuesto que no debe permitírseles el voto, la histeria es suficiente como para llevarla al terreno político.
Señor 1: Estoy totalmente de acuerdo.
Señor 2: La mujer no tiene voluntad para...
Sale apresuradamente del salón hacia la salita contigua. Cierra la puerta tras de sí. Una estancia con sofás, un piano y mucha luz.
Röus: ¡Ay, de mí! ¿Cómo he llegado hasta aquí? (toma uno de los libros de la estantería) ¿Cuándo me he convertido en una heroína trágica? (se pone a leer cerca de una ventana).
Permanece allí un tiempo, hasta que una voz la interrumpe.
Joven: Os noto muy concentrada.
Röus: (alza la mirada y al punto se sonroja. Las impertinentes palabras vienen de un caballero de estatura media, pelo castaño y unos profundos e hipnóticos ojos verde oscuro que le sonríe) No es nada, solo una tonta lectura de señoritas...
Joven (pasa la mirada del rostro de Röus a la cubierta del libro): "Cumbres Borrascosas" me parece una lectura digna de elogio.
Röus: ¿La habéis leído?
Joven (tomando asiento cerca suya): La pasión con la que está escrita y la manera en que los páramos y el paisaje aúnan fuerzas para aumentar lo salvaje de las descripciones me parece sencillamente magistral. Bueno, y también los amores de Heathcliff con Catherine y Cathy y Hareton...
Röus: ¿No le parece el final un poco triste?
Joven: Bueno, la unión espiritual es tan hermosa como la del mundo físico... Y ambas tienen su propio final feliz, aunque otros escritores sean más convencionales...
La charla entre ambos jóvenes se alarga por un buen rato.
Röus (estimando que el muchacho es más joven que ella): ¿Ha ido usted a la universidad?
Joven: ¡Claro que sí, señorita! Estudié artes en el extranjero para después regresar a nuestro país y continuar con los negocios de mi padre...
Röus: Habla usted como los grandes filósofos clásicos...
La muchacha se queda en silencio. Toma conciencia de lo que ocurre. Se levanta como un resorte. Deja el libro apresuradamente en la estantería y se da la vuelta para irse.
Joven: ¿Estáis bien? ¿He dicho algo que os ha importunado?
Röus ¡En absoluto! Tengo que irme...
El joven la mira con una tristeza que no le es ajena. Debe sentirse muy solo.
Röus: Yo... seguro que tenéis que atender a otras señoritas, a... las damas de la aristocracia que...
Joven: ¿No sois vos una dama aristocrática? Las señoritas que me encuentro en esta mansión son frívolas e insulsas, y no hablemos de los hombres...
Röus: ¿Los hombres?
Joven: Tienen conversaciones de apariencia culta que esconden gran ignorancia. No respetan a sus semejantes, a sus enemigos... No me interesa ese mundo.
Röus: (Fascinada) ¿Y qué os interesa?
Joven: Pues me gustan los caballos, el piano y las buenas lecturas...
Joven (tomando asiento cerca suya): La pasión con la que está escrita y la manera en que los páramos y el paisaje aúnan fuerzas para aumentar lo salvaje de las descripciones me parece sencillamente magistral. Bueno, y también los amores de Heathcliff con Catherine y Cathy y Hareton...
Röus: ¿No le parece el final un poco triste?
Joven: Bueno, la unión espiritual es tan hermosa como la del mundo físico... Y ambas tienen su propio final feliz, aunque otros escritores sean más convencionales...
La charla entre ambos jóvenes se alarga por un buen rato.
Röus (estimando que el muchacho es más joven que ella): ¿Ha ido usted a la universidad?
Joven: ¡Claro que sí, señorita! Estudié artes en el extranjero para después regresar a nuestro país y continuar con los negocios de mi padre...
Röus: Habla usted como los grandes filósofos clásicos...
La muchacha se queda en silencio. Toma conciencia de lo que ocurre. Se levanta como un resorte. Deja el libro apresuradamente en la estantería y se da la vuelta para irse.
Joven: ¿Estáis bien? ¿He dicho algo que os ha importunado?
Röus ¡En absoluto! Tengo que irme...
El joven la mira con una tristeza que no le es ajena. Debe sentirse muy solo.
Röus: Yo... seguro que tenéis que atender a otras señoritas, a... las damas de la aristocracia que...
Joven: ¿No sois vos una dama aristocrática? Las señoritas que me encuentro en esta mansión son frívolas e insulsas, y no hablemos de los hombres...
Röus: ¿Los hombres?
Joven: Tienen conversaciones de apariencia culta que esconden gran ignorancia. No respetan a sus semejantes, a sus enemigos... No me interesa ese mundo.
Röus: (Fascinada) ¿Y qué os interesa?
Joven: Pues me gustan los caballos, el piano y las buenas lecturas...
Röus: ¿Tocáis el piano?
El muchacho se levanta y se dirige al instrumento que se encuentra en la estancia. Se sienta con suavidad y comienza tocar las teclas con destreza creando una melodía tan bella que Röus se queda inmóvil sin poder dejar de escuchar. Cuando acaba, le sonríe y las mejillas de la joven se encienden.
Röus: Es... muy bella. Nunca antes la había oído.
Joven: Yo mismo la compuse. Paso muchas horas en soledad en la mansión y la música es una grata compañía.
Röus: ¿En... la mansión?
Joven (suspirando) Mi abuelo quiere desposar a una señorita pudiente y desea impresionarla con nuestra opulencia. Me ha pedido que me quede unos meses aquí con él aprendiendo el negocio para que luego pueda encargarme por mí mismo de vuelta a casa...
Röus: Oh...
Joven: ... supongo que será alguna muchachita con la cabeza en las nubes que desea desposar a un viejo acaudalado para poder heredar... No estoy de acuerdo con sus movimientos, pero no soy quién para aconsejarle...
Röus pierde completamente el habla. Aquella "señorita con la cabeza en las nubes" es ella. No la han dejado elegir. Se da la vuelta ofendida sin mediar palabra y con lágrimas de rabia en los ojos.
Joven: (reteniéndola con delicadeza de un brazo): ¡Esperad! ¡Aún no me habéis dicho vuestro nombre!
Röus (liberándose de un tirón): Podéis llamarme "abuela...".
Joven: ¿Cómo..?
Röus: ¡Yo soy la mujer que se va a desposar con vuestro abuelo!
Joven (mirándola fijamente): ¿Le amáis?
Röus (sin dar crédito a sus palabras): Solo le he visto una vez...
Joven: ¿Y por qué os casáis?
Röus: ¡No tengo elección! ¡No puedo escoger mi destino!
Joven: Siempre hay un camino...
Röus: ¡Para vos, que sois hombre!
Joven: Vos también podéis cumplir vuestros sueños y ser una escritora libre.
Su mirada le traspasa el alma.
Röus: Me llamo Röus... Pero podéis llamarme Rösy.
Dedicado a Rosy, ¡feliz cumpleaños guapísima!
El muchacho se levanta y se dirige al instrumento que se encuentra en la estancia. Se sienta con suavidad y comienza tocar las teclas con destreza creando una melodía tan bella que Röus se queda inmóvil sin poder dejar de escuchar. Cuando acaba, le sonríe y las mejillas de la joven se encienden.
Röus: Es... muy bella. Nunca antes la había oído.
Joven: Yo mismo la compuse. Paso muchas horas en soledad en la mansión y la música es una grata compañía.
Röus: ¿En... la mansión?
Joven (suspirando) Mi abuelo quiere desposar a una señorita pudiente y desea impresionarla con nuestra opulencia. Me ha pedido que me quede unos meses aquí con él aprendiendo el negocio para que luego pueda encargarme por mí mismo de vuelta a casa...
Röus: Oh...
Joven: ... supongo que será alguna muchachita con la cabeza en las nubes que desea desposar a un viejo acaudalado para poder heredar... No estoy de acuerdo con sus movimientos, pero no soy quién para aconsejarle...
Röus pierde completamente el habla. Aquella "señorita con la cabeza en las nubes" es ella. No la han dejado elegir. Se da la vuelta ofendida sin mediar palabra y con lágrimas de rabia en los ojos.
Joven: (reteniéndola con delicadeza de un brazo): ¡Esperad! ¡Aún no me habéis dicho vuestro nombre!
Röus (liberándose de un tirón): Podéis llamarme "abuela...".
Joven: ¿Cómo..?
Röus: ¡Yo soy la mujer que se va a desposar con vuestro abuelo!
Joven (mirándola fijamente): ¿Le amáis?
Röus (sin dar crédito a sus palabras): Solo le he visto una vez...
Joven: ¿Y por qué os casáis?
Röus: ¡No tengo elección! ¡No puedo escoger mi destino!
Joven: Siempre hay un camino...
Röus: ¡Para vos, que sois hombre!
Joven: Vos también podéis cumplir vuestros sueños y ser una escritora libre.
Su mirada le traspasa el alma.
Röus: Me llamo Röus... Pero podéis llamarme Rösy.