19 julio 2020

Keyhole

La chica se sonrojó al punto. ¿Que le hablara de él? ¿Cómo poder hacerlo sin molestarla, ella que parecía odiarlo? Decidió ser sincera.

- Pues verás... Aparte de lo obvio, que tiene un físico espectacular...

No podía negárselo. El chico era alto, fuerte, con el pelo claro y ojos castaños profundos con visos verdes. Bien parecido. Sin embargo, no le encontraba del todo el atractivo porque era un completo imbécil. Pero entendía a qué se refería...

- ... y es un poco prepotente... Pero en el fondo tiene buen corazón, es así porque tiene una historia familiar compleja...
- Háblame más de eso, de su familia -instó Vênräedna.
- Pues... Su padre trabaja en política, aún no es muy conocido pero está escalando puestos... Y su madre es médico, muy querida y bondadosa...
- ¿Y sus abuelos?
- No sé nada de ellos. Creo que no ha llegado a conocerles... Cuando sale el tema siempre se va o le quita importancia...

Ajá.

- Bien... Bueno, sigo a lo mío entonces... ¿Algún punto débil de tus amigos que deba conocer? Ya sabes que no les haré daño.

La joven le contó algunos de los miedos que conocía de sus amigos, lo suficiente como para que se encontrara satisfecha pero no lo bastante como para aterrorizarlos... ¡En el fondo eran sus amigos! No quería traicionarlos. 

- En fin... Cuando caiga la noche la cosa se pondrá interesante... Siempre y cuando decidan permanecer aquí...


Vênräedna estaba mortificada. Profecía autocumplida. Los chicos se habían ido a por comida ya que no encontraban a su amiga -ni la encontrarían- y había tenido que seguirles y oír sus insulsas conversaciones hasta que al fin decidieron regresar al sanatorio... Al caer la noche.

- ¿Por qué hemos venido al caer la noche? -preguntó precisamente la chica de melena castaña.
- Obvio, ¿no? Al anochecer habrá más espíritus... -contestó el chico de ojos verdes- así sabremos dónde está...
- ¿¿Has dicho "más espíritus"?? ¿Crees que habrá mas como ella?

Ojalá.

- No... Bueno, no lo sé. En el pueblo solo hablan de ella, ¿no? La terrible Phobos.

Un grito espeluznante les puso los pelos de punta. La chica de pelo azabache tenia la mano en el pecho y respiraba con dificultad.

- Lo siento... He visto... ¡Arrgh!
- ¿Cómo gritas así, estás loca? -preguntó el escéptico.
- ¿Qué pasa, a ti no te asusta nada? -respondió de malas maneras señalando una aguja hipodérmica enorme tirada en el suelo.
- Desde luego una tontería como una aguja vieja no... -dijo a su vez con superioridad.

Vênräedna sonrió. Oh... Si que le asustaban cosas...

- Chicos, vamos por aquí. Antes no hemos seguido este camino...

Y con razón. El manicomio se dividía en varias estancias conectadas por pasillos y un hall central en cada ala y las escaleras por las que se disponían a bajar estaban medio derruidas y parecían de lo más peligrosas... A ella nunca se le habría ocurrido bajar por ahí, pero allá ellos. Hizo volar una piedrecita a sus pies y las chicas se giraron con suspicacia.

- ¿Hay alguien ahí?

Silencio.

- Vamos.


El grupo avanzaba con cautela por las salas abandonadas. Aquella zona parecía el sótano, lo cual era lógico ya que estaba en la zona más baja como apuntó uno de los chicos de pelo rizado. Las estancias estaban silenciosas y fuera ya apenas quedaba luz, por lo que se iluminaban con sus linternas.

- Pisad con cuidado, hay muchos escombros.
- ¡FFFSSSS!

Uno de los chicos soltó un alarido y un gato negro como la noche salió huyendo de entre unas cajas de cartón. Vênräedna se rió a gusto, era uno de sus pequeños y adorables gatitos, pero aquel chico les tenía pánico.

- Tranquilo, ¿eh? Solo es un gato... -dijo el escéptico con sorna.
- ¡Es un maldito ser del demonio! ¡Y encima negro!
- Vaya, ¿Ahora resulta que eres supersticioso?
- ¡Cállate, maldita sea! ¡Encontremosla rápido y vámonos de aquí!
- Total, esa Phobos horripilante debe haberse cansado de nosotros... ¿No ves que ya no hace nada?

El espíritu se rió de nuevo. ¡No sabían lo que les tenía preparado! Como adelanto soltó un chillido agudo que les taladró los oidos.

- ¡Aaaah! ¿Para qué dices nada? -exclamó la chica de melena castaña tapándose las orejas y casi con lágrimas en los ojos.
- ¿No era la voz de..?

¡Oh, que buena idea! Vênräedna chilló de nuevo imitando la voz de la chica rubia como si la estuviesen torturando y notó un cambio en la actitud del chico insoportable.

- Era... Sonaba por allí...

El chico se aproximó con cuidado a una de las puertas desvencijadas y se asomó por ella. Aquella sala debía ser un viejo baño porque los restos de mármol de un retrete y un lavabo yacían en el suelo... ¿Cubiertos con manchas de sangre?

- ¡Eso es una sala cerrada! ¡Sonaba arriba! 

Vênräedna hizo aparecer un orbe de luz pero nadie lo captó. Qué pena. Dio un portazo cerca de una de las chicas, que pegó un salto del susto.

- ¡Esta puerta acaba de cerrarse sola!
- Pues claro, ¿no notas la corriente? -dijo uno de los chicos recobrando su escepticismo. El espíritu bufó para sí. ¿Ahora no se iban a asustar?
- Quizá si hacemos una ouija...

El silencio reinó entre sus amigos.

- No. Con esas cosas no se juega.
- Si ella no aparece habrá que invocarla...
- La otra vez la llamamos y vino. Si os fijáis aún no la hemos llamado... -recordó el chico de ojos verdes.
- Es verdad... ¡Eh, Phobos! ¿Estás ahí?

El insoportable la llamaba, pero no con ese tono petulante que solía acompañarlo. Parecía genuinamente preocupado... ¿Tendría corazón?

- ¡OH!

Los chicos se giraron ante su grito y le vieron pálido como un muerto.

- ¿Qué te pasa?

Había dado en el clavo. Le había susurrado el nombre de su abuelo en el oído... Estaba en lo cierto.

- Phobos... -musitó con un hilo de voz.
- ¿Qué está haciendo? ¿Te está poseyendo? -preguntó la chica de melena azabache zarandeándolo.
- ¡No, por Dios, qué horror! -respondió él recobrando un poco la compostura.

¡Eh, que ella podía poseerle dónde y cuando quisiese! Buff, pero qué mal había sonado eso... El espíritu tuvo un escalofrío.

- ¿Entonces qué..?
- Vámonos de una vez. No tiene sentido buscarla, ya nos la devolverá -dijo haciendo un ademán de irse.
- Espera... -dijo otro de los chicos sujetándole del brazo- ¿Hablas en serio? ¿Abandonarías a tu amiga en una residencia con un espíritu maligno?
- ¡Puede que ya no haya nada que encontrar! ¡Yo me largo!
- ¡Tú no te vas a ninguna parte!

Drama adolescente. Volumen III.

- ¡Nos quedaremos todos a buscarla! -añadió la chica con sus grandes ojos muy abiertos- ¡No puedes separarte del grupo!
- ¡Puedo y lo haré! ¡No eres mi madre!

El espíritu aprovechó para decirle el nombre de su abuela al oído y el chico se quedó lívido. Luego dio dos golpes fuertes en una de las puertas.

- Está aquí...

Ahora que tenía su atención, hizo pasar otro orbe que esta vez si vieron dos de los chicos y la chica de melena azabache.

- ¡Hay espíritus en la sala! ¡Phobos, si eres tú da un golpe!

¿Por qué no? Dio un fuerte golpe muy cerca de ellos.

- ¡Si nuestra amiga está a salvo, da otro golpe!

Nop. Esta vez no.

- No contesta... -musitó la chica de melena castaña.
- ¿Sigues ahí, Phobos? -preguntó el chico de pelo rizado. El espíritu arrastró una silla, y para su desgracia el chico de ojos verdes lo vio y salió corriendo espantado entre gritos de terror.
- ¿Pero qué demonios..? ¡Espera!

El grupo fue trastabillando detrás de él entre los escombros pero en uno de los pasillos, que se bifurcaba en tres, no supieron por dónde seguir.


- Ya no hace ruido... ¡Eh! -le llamaron pero no contestó. Vênräedna se sentía un poco culpable. Al fin y al cabo quería asustarles, pero era buena. Ay... Cerró los ojos para poder visualizarle y le vio con una mueca de terror y el rostro descompuesto en el tercer pasillo, abrazado a sus rodillas hecho un ovillo en el suelo y con los ojos abiertos de terror. ¡A ver si le había causado un trauma irreversible! Aparecérsele no le parecía la mejor idea así que hizo un ruido en el pasillo para que los demás lo siguieran.

- ¡Por allí!

El escéptico los guió a todos y encontraron a su amigo.

- Eh, tío... ¿Estás bien?

El chico tenía la mirada perdida y era incapaz de moverse.

- No me parece bien separarnos... pero no podemos continuar con él así. Yo me quedaré cuidándole se ofreció la chica de melena castaña, intentando ser valiente. 
- Y yo -terció el chico de pelo rizado para su alivio.
- Bueno... pues continuaremos nosotros... Si necesitáis algo o la encontramos nos llamamos -dijo el insoportable, sin fijarse que la cobertura oscilaba peligrosamente a causa de la energía de Phobos.
- Lástima que no tuviera su móvil encima cuando desapareció... -suspiró la chica valiente.
- Si, lo que sea... Vamos.

El grupo se separó y los chicos continuaron hacia el piso de arriba. Tras inspeccionar de nuevo la entrada, decidieron seguir la ruta por el ala este, que tenía a su vez una bajada a los sótanos.

- ¿Por qué hemos descartado el sótano?
- Intuición... -dijo la chica enfocándose con la linterna y haciendo que sus ojos parecieran casi blanquecinos. Phobos es un espíritu de la naturaleza y antes me pareció ver un patio... Yo buscaría por allí.

Buena chica.

Avanzaron por el ala este encontrando al poco el patio que decía su amiga y vieron que parte de la cristalera se había roto y no podría atravesarla sin hacerse daño.

- Mirad, aquí hay una cerradura... -dijo el escéptico señalando una robusta puerta de madera que se abría hacia el patio.
- ¡Tiene símbolos! Un ojo, una estrella y... No sé que es -dijo la chica, acariciándolo.

El rostro de Vênräedna se oscureció.



Dedicado a Veneranda, ¡feliz cumpleaños cuca!

2 comentarios:

Vene dijo...

Cada año mantienes el nivel alto, me encanta y como siempre m engancha my diamond girl. Miiiil gracias

Whers dijo...

De nada cuca, ¡yo encantada!