- Incluso si fuera...
Sus pensamientos vagaban inconexos y plagados de déjà vu. Los árboles se le hacían familiares y sus espíritus acariciaban su alma. Apretó la gema verde contra su pecho y suspiró profundamente. Tenía que ser valiente y asumir la verdad, aunque doliera. El error de abrir el velo solo lo había cometido ella y ningún razonamiento al respecto aliviaría el mal. Jamás.
- Ödyhn...
No sabía cuántas lunas habían pasado. Cuando llegó a la linde del bosque se sintió reconfortada, como si hubiera dejado atrás todos los enigmas y secretos... Que en realidad portaba consigo. Suspiró nuevamente. Si el sino de Lady Blue era rescatar a las gentes de Ämsyar... consagraría su vida a ello.
- ¡Sêdnä!
La dulce voz de Ödyhn fue como música para sus oídos. Su mirada lo decía todo, su aspecto había cambiado. Sus ojos nacarados relucían inexpugnables. Quiso abrazarla, consciente de que no era posible. Y quiso atravesar el velo...
- Volvamos.
Ödyhn la llevó sana y salva hasta Ämsyar, que seguía siendo el lugar encantador de antaño. Los niños que una vez le habían dado la bienvenida acudieron a su encuentro, alegres y joviales... Y mayores. Sintió una punzada de aprensión hasta que vio a la señora de canoso cabello, envejecida pero aún llena de energía.
- Al fin regresáis, pequeña Diosa... -dijo acariciando maternalmente su larga melena- no esperaba menos de vos.
A Lady Blue se le llenaron los ojos de lágrimas en agradecimiento por la cálida bienvenida y el secreto que pesaba en su corazón, que no pasaron inadvertidos para la mujer.
- Yo...
- Ven, necesitas ropajes nuevos, ¡debes haber pasado mucho frío!
No sabía cuánto.
Ataviada con un vestido de terciopelo rojo oscuro y una túnica a conjunto, se sentía como una reina. Su rostro pálido le devolvía la mirada hundida y su nuevo corte de cabello le sentaba muy bien... Y se sentía culpable por verse hermosa. ¿Cómo podía pensar en tales detalles superfluos cuando el destino de aquellas gentes estaba en juego? Quizá era un escape mental al terrible mundo que la rodeaba...
- ¡Tan preciosa como siempre! -exclamó uno de los jóvenes- ¡y aún llevas el amuleto!
Lady Blue acarició el árbol de la vida con cariño y sonrió con sinceridad por primera vez en mucho tiempo.
- Me ha hecho mucho bien...
El muchacho se sonrojó y ella rió ante su timidez.
- ¡Cada día estáis más hermosa! La vida florece en vos -respondió la niña de bucles dorados, que ahora era una vivaracha y bella muchacha. El rostro de Sêdnä se oscureció. ¿He dicho algo malo? -se percató la muchacha.
- No, cielo... El viaje ha sido largo, estoy extenuada eso es todo -sonrió amable.
- ¿Cómo es Orión?
- ¡Basta de preguntas! -regañó con dulzura la mujer de cabello cano- nuestra bruja de Yör debe descansar. Toma -dijo tendiéndole una infusión con un aroma agradable y depositando un beso tierno en su cabeza -duerme, pequeña Diosa.
Lady Blue despertó al día siguiente con la mente despejada y el corazón oprimido. No sabía cómo enfrentarse a los habitantes de Ämsyar, que tantas esperanzas tenían depositadas en ella.
- ¿Qué ocurrió en la cueva?
La voz de Ödyhn era dulce, pero sonaba... ¿lejana? Sus ojos permanecían opacos, como si la conexión entre ambas se hubiera roto. O como si...
- Bien sabes que no puedo contártelo... -respondió cuidando de no parecer desconfiada.
- Me preocupo por tí. No pude acompañarte... y has estado ausente muchas, demasiadas lunas...
Ella era la que parecía en otro mundo, y no solo por el velo desgarrado. Algo en su espíritu había cambiado... ¿Habría sucedido algo en el pueblo que ella no sabía?
- Era mi destino, encontrar aquel lugar y...
El espíritu brilló con fuerza para apagarse de nuevo.
- ¿Y? -apremió la joven.
Parecía poseída. ¿Cómo era posible?
- ¿Ödyhn..?
- ¡Vamos, habla Sêdnä! ¿Qué es lo que temes? -su voz sonaba ahora grave y desconocida.
- ¿Quién demonios eres?
- Tu peor pesadilla -respondió la voz.
Dedicado a Sedna, ¡feliz cumpleaños reina!
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