El frio era intenso y los tres compañeros habian decidido hacer una parada en la aldea Dÿr, que se encontraba a orillas de un precioso lago congelado. Bêah habia oido hablar del patriarca del lugar, un anciano sabio que podia leer el futuro. Amablemente, este les ofrecio un cuenco de sopa caliente a cada uno y preparo las especias necesarias para la lectura.- Comencemos -dijo, y espolvoreo las especias hasta que en el fuego comenzaron a verse imagenes.
Caminaron en silencio durante largo rato. Parecia increible que hubiera que pagar un peaje por cruzar las montañas y que ese peaje consistiera en dejar a un compañero atras. Bjäro se habia ofrecido valientemente a quedarse con el anciano de la aldea que les habia obligado a detener su marcha y Bêah y Lemuel se habian quedado solos.
- Se hace raro sin Bjäro -comento Bêah, algo alicaida.
- Tendremos que apañarnoslas solos, mi señora -dijo Lemuel.
- Si, me alegro de tenerte a mi lado, esto de los osos no me convence mucho...
- Ni a mi, para empezar creia los osos hibernaban...
- ¿Ya, eh? ¿como andan por ahi comiendo nieve? -pregunto Bêah.
Un sonido similar al canto de un pajaro hizo que guardaran silencio.
- ¿Que..?
- ¡Sssh! -indico la Suma Sacerdotisa llevandose el dedo indice a los labios -escucha- susurro.
Varios trinos sonaron en diferentes tonos mientras Lemuel se quedaba quieto en silencio y Bêah se movia con cautela hacia el lugar del que parecian proceder.
- Es una señal de la tribu Gür acerca de la presencia de extraños en los aledaños. No somos bien recibidos.
- Suena hermoso -dijo Lemuel.
- Pretenden que suene bien para que los extraños se acerquen, pero lo mejor seria alejarse.
- Vuestros deseos son ordenes, señora.
Justo cuando empezaban a alejarse un enorme oso blanco salio de una cueva cercana y se les quedo mirando.
- ¡Un oso! -exclamo Lemuel sorprendido.
- Ya veo... confio en que no quiera atacarnos.
El oso los ignoro deliberadamente mientras se sentaba en la nieve y miraba con curiosidad hacia el cielo, que se habia despejado para dejar a la vista un brillante sol que apenas lograba calentar la densa nevada.
- Aqui hay algo que no encaja -dijo Bêah.
- ¿El que?
- No lo se... pero algo no es logico. Lo intuyo.
- ¿Algo que ver con los osos? -pregunto Lemuel.
- No... algo... siento que nos observan...
Los trinos se alejaban en la distancia y los dos compañeros reanudaron la marcha mientras sus siluetas se desdibujaban en una neblina de fuego que habia comenzado a formarse en circulos a su alrededor.
- Sois increiblemente intuitiva -alabo el anciano.
- Gracias, me sorprendo a mi misma -dijo Bêah sujetando su cuenco de sopa- ¿que mas ocurrira si viajamos sin Bjäro?
- El destino ofrece muchas posibilidades y vuestro amigo es un ser eclectico , pero nadie puede decir si os hara falta en este viaje o no.
- Yo no soy eso, que no robo. ¡Ah, no! que eso es cleptomano... -dijo Bjäro.
Bêah alzo los ojos al cielo mientras Lemuel se asomaba a una ventana para disimular su risa y el anciano miraba fijamente al joven, que se sonrojo suponiendo que habia dicho algo indebido.
- Cierto es que no podreis evitar que se quede en la proxima aldea, ese peaje existe desde tiempos inmemoriables.
- Encontraremos la manera o viajaremos solos -dijo Lemuel mas sereno.
- ¿Quereis ver mas del futuro? -pregunto el anciano- aunque es probable que vuestra intuicion, sacerdotisa, interfiera en mis dones como acabais de comprobar y no nos deje atisbar demasiado...
- Probemos, es mejor que nada -contesto Bêah.
La niebla se despejo en el fuego mientas el anciano arrojaba especias y entonaba cantos rituales y las siluetas de Bêah y Lemuel se volvieron nitidas dejando ver una cueva repleta de pinturas rupestres.
Dedicado a Beatriz, ¡feliz cumpleaños Suma Sacerdotisa!
Caminaron en silencio durante largo rato. Parecia increible que hubiera que pagar un peaje por cruzar las montañas y que ese peaje consistiera en dejar a un compañero atras. Bjäro se habia ofrecido valientemente a quedarse con el anciano de la aldea que les habia obligado a detener su marcha y Bêah y Lemuel se habian quedado solos.
- Se hace raro sin Bjäro -comento Bêah, algo alicaida.
- Tendremos que apañarnoslas solos, mi señora -dijo Lemuel.
- Si, me alegro de tenerte a mi lado, esto de los osos no me convence mucho...
- Ni a mi, para empezar creia los osos hibernaban...
- ¿Ya, eh? ¿como andan por ahi comiendo nieve? -pregunto Bêah.
Un sonido similar al canto de un pajaro hizo que guardaran silencio.
- ¿Que..?
- ¡Sssh! -indico la Suma Sacerdotisa llevandose el dedo indice a los labios -escucha- susurro.
Varios trinos sonaron en diferentes tonos mientras Lemuel se quedaba quieto en silencio y Bêah se movia con cautela hacia el lugar del que parecian proceder.
- Es una señal de la tribu Gür acerca de la presencia de extraños en los aledaños. No somos bien recibidos.
- Suena hermoso -dijo Lemuel.
- Pretenden que suene bien para que los extraños se acerquen, pero lo mejor seria alejarse.
- Vuestros deseos son ordenes, señora.
Justo cuando empezaban a alejarse un enorme oso blanco salio de una cueva cercana y se les quedo mirando.
- ¡Un oso! -exclamo Lemuel sorprendido.
- Ya veo... confio en que no quiera atacarnos.
El oso los ignoro deliberadamente mientras se sentaba en la nieve y miraba con curiosidad hacia el cielo, que se habia despejado para dejar a la vista un brillante sol que apenas lograba calentar la densa nevada.
- Aqui hay algo que no encaja -dijo Bêah.
- ¿El que?
- No lo se... pero algo no es logico. Lo intuyo.
- ¿Algo que ver con los osos? -pregunto Lemuel.
- No... algo... siento que nos observan...
Los trinos se alejaban en la distancia y los dos compañeros reanudaron la marcha mientras sus siluetas se desdibujaban en una neblina de fuego que habia comenzado a formarse en circulos a su alrededor.
- Sois increiblemente intuitiva -alabo el anciano.
- Gracias, me sorprendo a mi misma -dijo Bêah sujetando su cuenco de sopa- ¿que mas ocurrira si viajamos sin Bjäro?
- El destino ofrece muchas posibilidades y vuestro amigo es un ser eclectico , pero nadie puede decir si os hara falta en este viaje o no.
- Yo no soy eso, que no robo. ¡Ah, no! que eso es cleptomano... -dijo Bjäro.
Bêah alzo los ojos al cielo mientras Lemuel se asomaba a una ventana para disimular su risa y el anciano miraba fijamente al joven, que se sonrojo suponiendo que habia dicho algo indebido.
- Cierto es que no podreis evitar que se quede en la proxima aldea, ese peaje existe desde tiempos inmemoriables.
- Encontraremos la manera o viajaremos solos -dijo Lemuel mas sereno.
- ¿Quereis ver mas del futuro? -pregunto el anciano- aunque es probable que vuestra intuicion, sacerdotisa, interfiera en mis dones como acabais de comprobar y no nos deje atisbar demasiado...
- Probemos, es mejor que nada -contesto Bêah.
La niebla se despejo en el fuego mientas el anciano arrojaba especias y entonaba cantos rituales y las siluetas de Bêah y Lemuel se volvieron nitidas dejando ver una cueva repleta de pinturas rupestres.
Dedicado a Beatriz, ¡feliz cumpleaños Suma Sacerdotisa!