02 octubre 2010

No frontiers


Epilogo


La luz del sol iluminaba la estancia proyectandose en los ojos de Mîsaleü, que se acurruco en su cama de dosel tratando de regresar al claro del bosque. ¿Regresar?
Abrio los ojos y se incorporo lentamente para descubrir que estaba en el castillo. Las lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos, otra vez habia pasado, solo habia sido un sueño. Seguia encerrada en aquel castillo, en aquella vida, nunca seria libre. Los recuerdos volvian poco a poco a su memoria segun la neblina del sueño se despejaba. Cuantos sueños habia tenido en el bosque, cuantas veces habia recreado su huida del castillo en compañia de los druidas y las sacerdotisas, cuanta magia habia aprendido para despues despertar y darse cuenta de que no era real. Nada lo era. Todo lo que anhelaba estaba lejos de su alcance, era prisionera de una historia que no deseaba vivir. No podia mas.
Dejo que las lagrimas calmaran momentaneamente su añoranza por aquella vida desconocida y decidio que aquel mismo dia le pondria remedio. Sabia a quien tenia que acudir y que era la unica forma de conseguir lo que deseaba. Decepcionaria a todos a su alrededor pero debia ser fiel a si misma, llevaba demasiados años viviendo una mentira, una vida que no le pertenecia.

La mañana transcurrio con normalidad, fingiendo como siempre que le agradaba lo que la rodeaba, sonriendo cuando lo unico que queria era encerrarse en sus aposentos y leer volumenes acerca de magia que habia conseguido en afortunados paseos por los jardines y escondia en una tabla suelta tras un tapiz, interesandose falsamente por los eventos del castillo y sus alrededores.
Por la tarde se escabullo a los jardines a pasear, ella la estaba esperando. La bruja le sonrio cuando se acerco y le tendio una botellita.

- Sabia que acabarias viniendo tarde o temprano.
- Es la unica forma...
- Es un gesto valiente. No me cabe duda de que serias capaz de encontrar otro camino, pero esta es tu decision y la respeto. Espero que por fin seas feliz.
- Dale esto a mis padres -dijo Mîsaleü tendiendole un pequeño trozo de pergamino- y diles que les quiero.

Mîsaleü asio con fuerza la pocion que llevaba consigo y se fue hacia aquel conocido claro en el bosque donde a veces escapaba para leer y alejarse de la realidad. Una vez lo alcanzo se tendio en el musgo y bebio la pocion.


Queridos padre y madre:

Os quiero. Mi cuerpo descansa en el claro
del bosque Uyn, aquel claro donde os
confese que deseaba ser sacerdotisa y
me lo negasteis. Dado que no existe forma
de alcanzar mis sueños, soñare hasta el
fin. Os quiero, nunca lo dudeis. Se que
en el fondo deseais mi felicidad y os aseguro
que ahora la tengo. Mîsaleü.



Cuando el castillo se entero de su suerte, Mîsaleü llevaba horas soñando en el claro. La pocion le otorgaria la capacidad de soñar eternamente y cumplir su voluntad dentro de su mente hasta que sus dias tocaran a su fin. Desde entonces fue autenticamente feliz, viviendo su vida como sacerdotisa en los bosques aun sabiendo que habia rechazado la otra opcion, convertirse en pajaro y volar libre, pues ser sacerdotisa era su verdadera naturaleza.


Fin.


Dedicado a Miasol, ¡feliz cumpleaños maja!

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