09 octubre 2011

Agincourt

Tras un largo rato de vagar sin rumbo Märga se detuvo. Lo mejor seria elaborar un plan, no podia caminar con aquellos freakis sin mas y esperar que la respuesta se topara con ellos. Ademas, le daba vergüenza que la vieran con ese pintoresco grupo, tenia que reconocerlo. Aunque, por otra parte, tenian pinta de ser buena gente.

- ¿Por que nos detenemos? -pregunto Princesa por sorpresa antes de ser guapa.
- Tenemos que pensar que haremos -respondio la meiga con la ronca voz de Polvo de Galleta.
- Claramente, hemos de encontrar al que hechizo a nuestro amigo -comento Km3.
- Si... la pregunta es como.
- Conozco a alguien que puede ayudarnos.


Todos se giraron para mirar a Chico-chica. ¿Como podia saber el a quien acudir y la meiga no? Märga estaba empezando a ofenderse.

- El brujo sin nombre -continuo al ver que todos parecian expectantes.
- ¡Anda! ¡claro! pero es un ermitaño dificil de encontrar...
- Se donde se asienta ultimamente.
- ¿Como?
- Me debe un favor.

Märga le miro dubitativa. No estaba segura de querer saber que tipo de lazo los unia... pero que mala era, tendria que confiar en el y no pensar cosas raras.
- ¿Me puedes decir el sitio exacto? puedo teletransportanos.

Con las indicaciones de Chico-chica, que conducian a una cueva cerca de un bosque que la joven conocia, aparecieron alli mediante un conjuro en tan solo unos instantes. El otoño habia llegado al lugar hacia mucho tiempo y las hojas danzaban con la brisa a su alrededor creando una hermosa sinfonia de colores calidos. La entrada de la cueva se encontraba parcialmente oculta por la hojarasca y Chico-chica los guio hacia su interior, puesto que habia que pronunciar unas palabras para que la autentica morada del brujo apareciese. El joven les obligo a taparse los oidos para que el secreto no fuera revelado y para asombro de todos una estancia amplia y lujosa se abrio ante sus ojos surgida de varios haces de luz que emitia la propia piedra. Un hombre de pelo canoso y revuelto que llevaba unas gafas redondas y muy gruesas discutia animadamente con un grupo de compañeros, que parecian disfrutar de sus charlas filosoficas.

- ¡Bienvenido, mi querido amigo! -exclamo en cuanto vio a Chico-chica.
- ¡Compañero! -saludo Chico-chica a su vez, para despues presentarle a todos los demas. Märga se quedo atras sintiendose intimidada sin razon alguna, aquel hombre tenia algo extraño...
- ¿Y quien es esta bella dama? -pregunto el brujo.
- Es un amigo al que han hechizado, pero su aspecto pertenece a Märga la meiga, muy conocida en los caminos -dijo El doble de chico-chica mirandole como si lo idolatrara. Y eso que no lo conocia de nada.

El brujo hizo una reverencia, Märga le sonrio amablemente y le tendio la mano, que el apreto amistosamente para despues besarsela. La meiga lucho contra su deseo de limpiarse en la tunica y sonrio de nuevo, extrañada de que le hubiera besado la mano teniendo aspecto de hombre.
El brujo invito al Clan siniestro a sentarse con sus compañeros y filosofar un rato para poder hablar con Märga en privado, la joven le siguio hasta lo que parecia su aposento y se puso en guardia.

- Os tenia por ermitaño, sin embargo pareceis asentado en este lugar... disculpadme, no... -comenzo.
- Soy ermitaño y no tengo nombre, vago por el mundo sin pertenecer a ningun lugar y a la vez formando parte de todos... -el hombre se perdio en sus razonamientos y Märga le observo en silencio. No tendria nombre, pero a ella se le venia uno: Milla Nautica. Si, tenia que dejar de poner apodos a todo el mundo, aunque si no tenia nombre...
- Fascinante...
- Conozco el motivo de vuestra visita y se quien ha hechizado a vuestro amigo, que por cierto, ha ganado con el cambio...
- Muchas gracias... ¿quien ha sido?


Dedicado a Marga, ¡feliz cumpleaños guapa!

1 comentario:

Margarita dijo...

jajaja, me parto con la historia, como siempre, ¡muchas gracias neni!