01 marzo 2014

Heriot-Watt

La berenjena y la zanahoria convertidas en seres humanos ya llevaban una semana en Hü y aún no tenían ninguna pista sobre cómo conseguir poderes mágicos. Rasky empezaba a preguntarse si la magia realmente existía, y Crälos la hizo reflexionar sobre cómo habían llegado a ser lo que eran. Rasky matizó que se preguntaba si la magia existiría para ellos y entonces comenzaron una discusión que poco interesaba a su narradora en aquel momento, así que esperó a que acabaran. 

- Estoy harta de este pueblo, echo de menos la huerta... -suspiró Rasky con añoranza.
- Yo también... ¿cómo estarán las patatas? -comentó Crälos.
- Y la lechuguita a la que le rompiste las hojas...
- ¡Solo la partí un poco! y fue sin querer...
- El mago me da miedo... -dijo Rasky mientras se le erizaba la piel.
- ¡La rata calva me da miedo! -exclamó Crälos, aunque parecía más asqueado que otra cosa.
- ¿Por qué seguirá con ese truco? es escalofriante...
- No lo se... 

Los dos vegetales miraron por la ventana. Hacía poco que había pasado el mediodía y no sabían qué hacer. A este paso no les daría tiempo a disfrutar de sus poderes... ¿realmente merecía la pena seguir con la búsqueda?

- ¡¡Somos idiotas!! -gritó repentinamente Crälos, asustando a Rasky.
- ¡Habla por ti! ¿a qué te refieres?
- ¿Por qué no le hemos pedido magia al hada?
- Pues... yo pensaba que estábamos reservando el último deseo por si algo malo ocurría... 
- ¡Ah..! bueno, sí, tiene sentido... maldita sea...

Toc, toc.

Crälos y Rasky guardaron silencio.

- ¿Hola? el mago pregunta por vosotros abajo -dijo la posadera a través de la puerta.

Crälos hizo una seña a su amiga para que no hablara. No quería ver al mago.

- ¿Hola?

Un momento más tarde oyeron unos pasos alejándose.

- Nuestra ventana da a la parte trasera de la posada, ¿no?
- Si -contestó Rasky.
- Pues larguémonos. Le dejaremos algo de dinero a la señora y no volveremos más por aquí. Ese mago no me gusta ni un pelo... volvamos a casa.
- Me parece bien, solo quiero volver a la huerta... -suscribió la zanahoria. 

Crälos se asomó y vio que se encontraban en un segundo piso.

- ¿Tu crees que nos haremos daño si saltamos..?
- Hombre... he visto humanos golpeándose sin querer con sus útiles de labranza y se quejan. También los he visto resbalar con barro y caerse y también se quejan. Parecen muy frágiles...
- Pues... coge esas sábanas.

Entre los dos ataron las sábanas de las camas y las amarraron a la pata de una silla.

- Vale... prueba.

Rasky se sentó en la ventana y tiró de la sábana. La silla se movió instantáneamente.

- Esto no va a servir... -observó. ¡Espera! ¡hay una enredadera!

La zanahoria señaló a la planta que crecía por la pared de la posada, firme y gruesa. Trató de agarrarse a ella y se dio cuenta de que soportaba su peso, así que, de forma descoordinada y con poca agilidad bajó por ella. Crälos sacó de su bolsillo el dinero que habían obtenido aquella semana vendiendo bayas y plantas medicinales y le dejó a la posadera una cantidad que pagaría el equivalente a un mes de estancia.

- No se cómo van estas piezas... espero que sea suficiente... -musitó para si mientras bajaba por la enredadera con aún menos gracia que Rasky.
- Bien, ¿y ahora? -preguntó su amiga una vez estuvo abajo.
- Pues ahora nos metemos en el bosque y atajamos. 
- ¿Hacia dónde?
- Hacia dónde no se encuentre ese antipático mago, que a estas alturas debe estar buscándonos. ¡Vamos!

Las dos hortalizas se alejaron rumbo al bosque sin darse cuenta de que el mago, junto con la señora a la que convertía en rata, los había visto.

- Son dos jóvenes de lo más peculiar... -observó la señora.
- Si... me rehuyen, y no entiendo por qué. Creo que guardan algún oscuro secreto...
- No entienden nuestras costumbres...
- Temo que se hagan daño. Están claramente perturbados, pero no parecen peligrosos. De todos modos podrían constituir un peligro para sí mismos... Lo mejor será que los escolte a donde vayan sin que me vean. Cuando me asegure de que están a salvo, volveré.

La señora asintió y se fue a prepararle rápidamente unos víveres. El mago estaba seguro de que aquellos dos se perderían en el bosque, pero sería sencillo rastrearlos. 



Dedicado a Carlos, ¡feliz cumpleaños bollu!

1 comentario:

Crälos dijo...

Gracias!