19 julio 2014

Dark wings

La mañana transcurría plácidamente mientras Râsky y Crälos planeaban cómo entrar en el territorio de los humanos pasando desapercibidos. No podían adquirir maquillaje, y untarse de barro como les había sugerido la niña no les parecía una buena opción, de modo que decidieron recorrer las galerías subterráneas tal cual. Si aparecía alguien, improvisarían.

- Sois muy amables, hablaré bien de vosotros a mi tribu -sonrió la niña.
- ¡¡No puedes hablar de nosotros!! -se escandalizó Crälos, asustándola.
- Quizá no estaría mal... Creo que es tiempo de tender las manos a los humanos y convivir en armonía.
- ¿Tu de qué novela cursi has salido?
- ¿Cómo que novela cursi? -respondió su amiga dándole un golpe cariñoso. 
- Dicen que algunos humanos se juntan con vampiros...

Râsky y Crälos la miraron detenidamente. La niña se sonrojó y puso cara culpable.

- ¿Qué sabes tú de eso?
- Yo... no debería...
- Suéltalo, ahora no puedes echarte atrás -instó Crälos.
- Dicen que el calentamiento derrite... que pronto podremos salir afuera...
- ¿"Derrite"? bueno, calor hace...
- Creo que quiere decir "remite" -susurró Râsky a su compañero, que asintió al comprenderlo. Nosotros también hemos oído hablar de ello -le contó.
- ¿Qué sabes de la laguna Körm?

Râsky miró a su amigo alarmada.

- No se que es eso, aunque "Körm" me suena... -respondió la niña.
- ¿Tu... tu querrías vivir en paz con los vampiros? -preguntó Crälos.
- Si son como vosotros si, no parecéis tan malos como dicen... no parecéis malos en aboluto.
- En "absoluto". 
- Eso...
- ¿Harías de espía para nosotros?

La niña sonrió ampliamente, muy animada, pero Râsky no lo veía tan claro.

- Es muy pequeña...
- ¡Puedo hacerlo!
- ¡Nadie sospecharía de ella, es perfecto!
- No me gusta... 
- ¡Por favoor!

Los ojos suplicantes de la niña enternecieron a Râsky. Tal vez no era tan mala idea...

- Por ahora te llevaremos a casa... después planearemos cómo comunicarnos...
- ¡Si! ¡Nadie se enterará, os lo prometo!

Râsky sonrió. La pequeña era valiente.


Las galerías eran oscuras, aunque los restos de velas y antorchas dejaban claro que habían sido recorridas varias veces. Encendieron la antorcha que la niña portaba a su llegada y comenzaron el camino de vuelta.

- ¿A los vampiros no os puede dar el sol?
- No... nuestra piel es muy sensible, ¿Por qué lo dices? -preguntó Râsky.
- En estas galerías hay zonas luminosas, la luz del sol entra...
- ¿Cómo? -se indignó Crälos- ¡Eso es peligroso!
- No seas miedica... -le regañó Râsky.
- ¿Miedica? ¡Soy sensato! 

Mientras recorrían las galerías esquivando los haces de luz solar que se filtraban por las cavidades, Râsky no dejaba de pensar. Temía por la niña, no quería que le hicieran daño por considerarla aliada de los vampiros, pero era cierto que su ayuda sería inestimable en la lucha contra el clima y para forjar lazos con los humanos... Los niños tenían el corazón más puro y quizá serían capaces de hacerlos entrar en razón...

- ¡¡¡Aaaah!!!

El alarido de Râsky hizo que Crälos y la niña dieran un salto. 

- ¿¿Qué pasa?? ¿Estás bien? -preguntó su amigo.
- No... no ha sido nada -respondió Râsky, agitada. Se había quemado un brazo con el sol y ahora le ardía la piel.
- Estás muy distraída, ¿y si te llega a..?
- Está bien, tendré más cuidado.
- Si que sois sensibles... 
- ¡¡Chsss!!

Crälos les hizo un gesto para que guardaran silencio. Había oído algo.



Dedicado a Vero, ¡feliz cumpleaños churri!

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