- ¿En serio? -susurró Rasky.
El roble rió de buena gana. Sus ojos brillaron, le encantaban las visitas ingeniosas.
- Hacia dónde caminas, amigo de rimas / no hallarás tu senda si te subestimas / magia y poder deseas lograr / ¿o solo a tu hogar pretendes llegar?
- ¿Cómo..?
Crälos y Rasky se miraron. ¿Cómo podía saber el roble que buscaban magia?
- ¿Magia? ¿es eso lo que desean? -se preguntó el mago, acercándose un poco más a ellos.
Rasky se giró y miró hacia todas partes. Esa presencia...
- Magia ya no queremos tener / solo a casa... deseamos volver / querríamos que nos dijeras el camino / porque... si... voy solino... porque... ¡porque si voy solino no atino!
Rasky y la joven estaban muertas de risa. Crälos no se sintió ofendido, al fin y al cabo era el único que estaba rimando, eso dejaba claro que ellas no tenían ni idea.
- Encontrar el camino es menester del destino / y todos en algún momento hallamos nuestro sino / quizá la luna no se presente cuando queréis / y frente a una vital decisión os enfrentéis.
Las hortalizas volvieron a mirarse. Ese árbol sabía demasiado. Por un momento, Crälos pensó que deberían quemarlo y reducirlo a cenizas, pero luego sacudió la cabeza. ¿Por qué había acudido ese pensamiento a su mente? ¿Y por qué el roble le miraba como si lo hubiese adivinado?
- Querido DarkShine Oak / queremos volver / ¿nos indicas la senda... / de una vez? ¡Lo siento, no quería ser maleducada! -se disculpó rápidamente Rasky.
- Duras son vuestras palabras en momento aciago / el roble del bosque no responde sin halago / a mi sueño eterno habré de regresar / salvo que civilizadamente queráis rimar -contestó el árbol con voz profunda.
- ¡Ala, ya le has ofendido! ¿por qué no dejas rimar al experto? -se quejó Crälos.
- Si hubiera alguno... pero habré de conformarme contigo.
- Ya hablas como DarkShine...
- ¿Qué es eso de la luna? -preguntó la joven, curiosa.
Crälos y Rasky intercambiaron miradas por tercera vez. No podían confiar su secreto a aquella desconocida, quizá se lo dijera al mago antipático... no podían arriesgarse.
- No sé, cosas de vegetales -respondió Crälos guiñando un ojo a su amiga.
- Descarado... -musitó ella.
- DarkShine Oak, vetusto señor / rimar contigo es todo un honor / estamos seguros de querer volver a casa / y en cuanto a la luna... esperamos que se presente... sin... -trató de rimar Crälos infructuosamente.
- ¿... demora rasa? -completó Rasky.
- ¿Qué? -susurró Crälos.
- Rasa, cielo sin nubes ni niebla, ya sabes...
- ¿De qué habláis? -insistió la joven, que ya no sabía si estar celosa o molesta de que la ignoraran.
- Vuestro deseo la luna no cumplirá / pero un deseo más aún podéis lograr / no lo malgastéis en ningún momento / o no hallaréis ni a vuestra hada ni el firmamento.
- DarkShine es muy listo y hace profecías, pero no se entera de que no queremos que hable delante de la chica... -le dijo la berenjena a su amiga al oído.
- Me está empezando a preocupar, quiero regresar a la huerta y abandonar este malestar...
- ¡Ahora hablamos en rimas! -exclamó Crälos, riendo.
- Es muy pegadizo... -rió a su vez Rasky.
- Está bien, creo que sobro... me voy, apañaros con el roble -dijo la muchacha haciendo un amago de irse dramáticamente.
- Vale, ¡gracias por tu ayuda! Nos lo hemos pasado muy bien.
La joven no esperaba esa respuesta de Crälos, por lo que se fue muy ofendida. Allá ellos.
- ¿Podemos ya saber el camino / ahora que conocemos nuestro destino? / Tendremos en cuenta tus sabias palabras / y no olvidaremos...
- ... que tu nunca engañas -contribuyó la zanahoria.
- Como se sienta agraviado... -observó su amigo.
- Tomad la senda que siguen los arándanos / hasta el riachuelo helado lleno de carámbanos / no piséis ningún círculo de hadas / y proseguid el camino que marcan las campánulas.
- ¿Un riachuelo helado y campánulas? -preguntó la berenjena, confuso.
- Está claro que el bosque es mágico, no me extraña que combine varias épocas en su interior....
- Estaciones...
- Como sea... -suspiró Rasky.
- ¿Podrías repetirnos las indicaciones ? / es que somos... un poco paletones.
El roble rió alegremente y les repitió las palabras.
- Gracias por todo / roble... -comenzó Crälos.
- Sabiondo -pensó Rasky en broma.
- Oron... oblon... visigodo / recordaremos tus consejos / pues somos listos como conejos...
- Se dice ser más listo que una liebre... ¿y que es eso de "roble visigodo"? -preguntó Rasky mientras se alejaban.
- No te vi rimar mucho a ti, lista...
- ¡No me dejabas! -se defendió su amiga.
La joven caminaba muy digna con su cesta de bayas. Ese Crälos no sabía a quién rechazaba... Quizá debería mostrárselo. Si, buena idea. Daría la vuelta y...
- ¡Ëlybe!
La muchacha se giró y vio al hechicero salir de entre los arbustos.
- ¡Hola! ¿Qué hacéis vos aquí?
- Estaba siguiendo a esos muchachos, parecían perdidos y confusos...
- Más bien tienen las cosas demasiado claras... -murmuró ella entre dientes.
- Me preocupa que deseen magia, los iluminados no están preparados para tamaña responsabilidad... -dijo el mago.
- ¿Iluminados? No son iluminados... más bien guardan algún secreto. Ese roble dijo cosas muy raras... Que tenía que tomar una decisión vital, y no se qué de la luna...
- ¿La luna? Trata de recordar... -instó el hechicero, cada vez más intranquilo.
Ëlybe se explicó lo mejor que pudo y el mago le dio una palmadita en el hombro.
- Buena chica. No te inquietes, mantendré a salvo a tu amigo.
- No es necesario... quiero ir con vos. Para... para ver por mi misma que están bien -inventó.
- ¿Y por qué les habías dejado?
- Oh... pues... para buscar bayas... y luego les cogía de nuevo y... -se sonrojó ella.
- ¡Ah, los corazones jóvenes! -exclamó el hechicero.
- Magia ya no queremos tener / solo a casa... deseamos volver / querríamos que nos dijeras el camino / porque... si... voy solino... porque... ¡porque si voy solino no atino!
Rasky y la joven estaban muertas de risa. Crälos no se sintió ofendido, al fin y al cabo era el único que estaba rimando, eso dejaba claro que ellas no tenían ni idea.
- Encontrar el camino es menester del destino / y todos en algún momento hallamos nuestro sino / quizá la luna no se presente cuando queréis / y frente a una vital decisión os enfrentéis.
Las hortalizas volvieron a mirarse. Ese árbol sabía demasiado. Por un momento, Crälos pensó que deberían quemarlo y reducirlo a cenizas, pero luego sacudió la cabeza. ¿Por qué había acudido ese pensamiento a su mente? ¿Y por qué el roble le miraba como si lo hubiese adivinado?
- Querido DarkShine Oak / queremos volver / ¿nos indicas la senda... / de una vez? ¡Lo siento, no quería ser maleducada! -se disculpó rápidamente Rasky.
- Duras son vuestras palabras en momento aciago / el roble del bosque no responde sin halago / a mi sueño eterno habré de regresar / salvo que civilizadamente queráis rimar -contestó el árbol con voz profunda.
- ¡Ala, ya le has ofendido! ¿por qué no dejas rimar al experto? -se quejó Crälos.
- Si hubiera alguno... pero habré de conformarme contigo.
- Ya hablas como DarkShine...
- ¿Qué es eso de la luna? -preguntó la joven, curiosa.
Crälos y Rasky intercambiaron miradas por tercera vez. No podían confiar su secreto a aquella desconocida, quizá se lo dijera al mago antipático... no podían arriesgarse.
- No sé, cosas de vegetales -respondió Crälos guiñando un ojo a su amiga.
- Descarado... -musitó ella.
- DarkShine Oak, vetusto señor / rimar contigo es todo un honor / estamos seguros de querer volver a casa / y en cuanto a la luna... esperamos que se presente... sin... -trató de rimar Crälos infructuosamente.
- ¿... demora rasa? -completó Rasky.
- ¿Qué? -susurró Crälos.
- Rasa, cielo sin nubes ni niebla, ya sabes...
- ¿De qué habláis? -insistió la joven, que ya no sabía si estar celosa o molesta de que la ignoraran.
- Vuestro deseo la luna no cumplirá / pero un deseo más aún podéis lograr / no lo malgastéis en ningún momento / o no hallaréis ni a vuestra hada ni el firmamento.
- DarkShine es muy listo y hace profecías, pero no se entera de que no queremos que hable delante de la chica... -le dijo la berenjena a su amiga al oído.
- Me está empezando a preocupar, quiero regresar a la huerta y abandonar este malestar...
- ¡Ahora hablamos en rimas! -exclamó Crälos, riendo.
- Es muy pegadizo... -rió a su vez Rasky.
- Está bien, creo que sobro... me voy, apañaros con el roble -dijo la muchacha haciendo un amago de irse dramáticamente.
- Vale, ¡gracias por tu ayuda! Nos lo hemos pasado muy bien.
La joven no esperaba esa respuesta de Crälos, por lo que se fue muy ofendida. Allá ellos.
- ¿Podemos ya saber el camino / ahora que conocemos nuestro destino? / Tendremos en cuenta tus sabias palabras / y no olvidaremos...
- ... que tu nunca engañas -contribuyó la zanahoria.
- Como se sienta agraviado... -observó su amigo.
- Tomad la senda que siguen los arándanos / hasta el riachuelo helado lleno de carámbanos / no piséis ningún círculo de hadas / y proseguid el camino que marcan las campánulas.
- ¿Un riachuelo helado y campánulas? -preguntó la berenjena, confuso.
- Está claro que el bosque es mágico, no me extraña que combine varias épocas en su interior....
- Estaciones...
- Como sea... -suspiró Rasky.
- ¿Podrías repetirnos las indicaciones ? / es que somos... un poco paletones.
El roble rió alegremente y les repitió las palabras.
- Gracias por todo / roble... -comenzó Crälos.
- Sabiondo -pensó Rasky en broma.
- Oron... oblon... visigodo / recordaremos tus consejos / pues somos listos como conejos...
- Se dice ser más listo que una liebre... ¿y que es eso de "roble visigodo"? -preguntó Rasky mientras se alejaban.
- No te vi rimar mucho a ti, lista...
- ¡No me dejabas! -se defendió su amiga.
La joven caminaba muy digna con su cesta de bayas. Ese Crälos no sabía a quién rechazaba... Quizá debería mostrárselo. Si, buena idea. Daría la vuelta y...
- ¡Ëlybe!
La muchacha se giró y vio al hechicero salir de entre los arbustos.
- ¡Hola! ¿Qué hacéis vos aquí?
- Estaba siguiendo a esos muchachos, parecían perdidos y confusos...
- Más bien tienen las cosas demasiado claras... -murmuró ella entre dientes.
- Me preocupa que deseen magia, los iluminados no están preparados para tamaña responsabilidad... -dijo el mago.
- ¿Iluminados? No son iluminados... más bien guardan algún secreto. Ese roble dijo cosas muy raras... Que tenía que tomar una decisión vital, y no se qué de la luna...
- ¿La luna? Trata de recordar... -instó el hechicero, cada vez más intranquilo.
Ëlybe se explicó lo mejor que pudo y el mago le dio una palmadita en el hombro.
- Buena chica. No te inquietes, mantendré a salvo a tu amigo.
- No es necesario... quiero ir con vos. Para... para ver por mi misma que están bien -inventó.
- ¿Y por qué les habías dejado?
- Oh... pues... para buscar bayas... y luego les cogía de nuevo y... -se sonrojó ella.
- ¡Ah, los corazones jóvenes! -exclamó el hechicero.
Dedicado a Carlos, ¡feliz cumpleaños salao!
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