19 julio 2016

Phobos


El silencio del páramo hacía que cualquier sonido tuviera tintes místicos. Era un lugar misterioso que pocos se atrevían a frecuentar, pues aterradoras leyendas acerca de sus orígenes y las nieblas que solían cubrirlo lo convertían en un lugar temido por muchos y venerado por los habitantes del pueblo más cercano, los únicos que se atrevían a vivir en aquel lugar maldito. El páramo estaba protegido por una diosa, que custodiaba con su magia los distintos puntos cardinales, Vênräedna. Los que la habían visto la describían como una joven de larguísima melena castaña y ondulada, ojos vítreos, tatuajes rituales y siempre ataviada con una túnica oscura que se fundía con las brumas del lugar. La fauna del páramo la adoraba, pues los lobos, osos, anfibios y cuantas criaturas habitaban la zona podían sentir la fuerza de su espíritu allá donde fuera. Sin embargo, era conocida como Phobos, la personificación del temor y el horror en la antigua Grecia. Hija de Ares y Afrodita, en realidad disfrutaba de su reputación de ser maligno, pero muy pocos conocían su auténtico nombre y su personalidad, solo los elegidos...

La joven se movía como los jirones de niebla, siempre guardando su territorio, protegiéndolo de los visitantes no afortunados que osaban ofender a la naturaleza sagrada de aquel antiguo y olvidado pantano. Los fuegos fatuos era sus inseparables confidentes, y junto a ellos aterrorizaba a aquellos que no eran dignos de moverse por sus tierras. En los últimos tiempos, muchos campistas, atraídos por las leyendas del pueblo, acudían a conocer la zona y ver con sus propios ojos si lo que habían escuchado era cierto. Pero los humanos no sabían ver, ni sabían escuchar. Solo miraban y oían, sin entender nada.

Vênräedna llevaba tiempo en silencio. Ningún campista había ofendido su territorio y comenzaba a aburrirse. Parecía que el páramo se hubiera llenado de ecologistas, siempre respetando la naturaleza... ¿Cómo se iba a divertir? Por suerte, un día un grupo de aventureros acampó en el lugar para cambiarlo todo...


La noche sin luna era todo oscuridad. En la penumbra solo brillaba el fuego de la hoguera que los jóvenes habían encendido para calentarse y ahuyentar a los malos espíritus y los animales salvajes que habitaban por doquier. Cinco chicos y tres chicas.

- ¡Parece una peli de terror! -dijo una chica de melena castaña y ojos grandes.
- Podíamos invocar a la diosa del pantano... por hacerlo más interesante -propuso uno de los chicos.

Vênräedna sintió algo en su interior.

- ¿La diosa del pantano? No me parece buena idea... -comentó una chica rubia.
- ¡Claro que sí! Animaos, será divertido... yo no me creo las historias del pueblo.
- Pues yo sí... -comenzó otro de los chicos- y estamos en la zona norte, su preferida.
- ¡Uuuh! ¡la zona favorita de Phobos! -se burló la chica más valiente.
- No os riáis. Hemos venido a divertirnos, no a pasar una noche de terror...
- ¡Habla por ti! Yo creo que deberíamos invocarla. A lo mejor hasta es simpática...

La joven sonrió. No iba desencaminado, ¡pero tenía que guardar su reputación!

- Es terrorífica. Está llena de símbolos del mal, tiene melena larga...
- Y ojos oscuros y hundidos en sus cuencas, y ojeras... ¡vamos, hombre! Solo son leyendas para que el pueblo tenga más visitas...
- ¿Y por qué nadie viene a acampar desde hace tiempo? -preguntó la chica de melena castaña.
- Porque ha hecho demasiado frío y es mejor acampar al calorcito de la lumbre... ¡vamos a empezar! Daos las manos.

Un escalofrío recorrió la espalda de varios miembros del grupo. Vênräedna se acercó sigilosamente -aunque sabía que no podían verla- y aguardó.

- ¡Oh, Phobos! ¡Hónranos con tu presencia!

"¡Qué cutre!" pensó la joven. No pensaba aparecerse si no se lo curraban un poco más.

Nada ocurrió.

- ¿Véis? No pasa nada.
- Para invocarla habrá que hacer algún sacrificio... ¡tira estas bayas al fuego!
- ¿Cómo? ¿crees que va a aparecer porque tiremos unas frambuesas al fuego? -preguntó el chico más escéptico de todos.
- Algo habrá que ofrecerle...
- Está bien...

El chico se levantó, ejecutó unos extraños movimientos con las manos que hicieron reír a Vênräedna y arrojó las frambuesas al fuego.

- ¡Poderosa Phobos, diosa cuyo nombre es temido y respetado, hónranos con tu presencia en esta oscura noche y haznos eco de tu compañía! ¡Nosotros te lo suplicamos!

Suficiente.

Vênräedna hizo que el fuego brillara con más fuerza y se dejó ver parcialmente por una fracción de segundo con una sonrisa amable en el rostro. Varios chillidos siguieron a su aparición.

- ¿¿Habéis visto eso?? -gritó la chica de melena.
- ¡Era espeluznante!

"Sin ofender", pensó la joven. Encima que les sonreía...

- Probemos de nuevo.


Dedicado a Veneranda, ¡feliz cumpleaños guapísima!

2 comentarios:

Vene dijo...

M ncantaaaaaaaa,q grande erea my Diamond girl!!! bsbsbs

Whers dijo...

Siempre es un placer ;)