26 septiembre 2016

Dark horse












¿Recuerdas?

Eres una criatura mágica, como nosotros. Pegaso, kelpie, unicornio... no importa. Perteneces a una raza de corceles indómitos, maravillosos, con poderes divinos. Estos poderes te fueron arrebatados cuando te desterraron a la tierra, aquel extraño planeta perteneciente a otra realidad, a otra esfera del entendimiento. Donde la magia no existe, y si lo hace es clandestina, secreta, enigmática... Los ignorantes la desmienten, los elegidos la temen... La reverencia que se tienen a los poderes que no alcanzan sus mentes hace que nieguen toda posibilidad de su existencia. Salvo en sus sueños... En sus sueños son libres, pueden hacer lo que quieran. Hazañas que jamás imaginarían en su vida real. Sueños prohibidos por su violencia, su ambrosía, su letalidad...

Un día, el exilio te escogió por tu rebeldía. Liderabas un grupo de pegasos malignos tenebrosos como el azabache. Eras su reina, su diosa, lo harían todo por ti... pero te traicionaron. Cuando el Gran Creador os convocó a su trono todos renegaron de ti, de tu osadía. Juraron que les habías obligado a cometer aquellos actos impuros porque no existía la nobleza en tu interior, a pesar de ser una purasangre. El Gran Creador eligió para ti un destino en la tierra, donde los tuyos solo eran historias de fantasía. Tu grupo se convirtió en seres humanos que solo podrían vivir en tus sueños como castigo por quebrantar las leyes divinas. Sin embargo, lograste conocer a seres parecidos a ti en aquella tierra; los caballos. Te convertiste en amazona y siempre sentiste un vínculo especial con ellos. Y ahora que tu espíritu ha sido purificado... el Gran Creador quiere que regreses.

Ëve no sabía qué decir. Era demasiado, no podía creérselo. ¿Ella, un pegaso de un mundo... onírico? Ni siquiera sabía qué era ese mundo...

- ¿Lo entiendes? -preguntó el poni.
- No, realmente... ¿dónde estamos? El Palomitero, Pini... ¿son mi grupo de "pegasos malignos"? -respondió ella con incredulidad.
- Así es. Sus espíritus no han sido acendrados y han tratado de engañarte para volver contigo a la tierra. Para torturarte allí por su castigo.
- Pero... nunca me han tratado mal... -dijo Ëve, que no sabía si creer al poni achuchable.
- No me corresponde a mí juzgar eso. Piensa...

La chica pensaba todo lo rauda y veloz que podía. Sus amigos... o lo que fueran... le decían que no creyera al kelpie. Pero el kelpie no era un kelpie, ¿era un poni? ¿Por qué habría de haber ponis en ese mundo de caballos imaginarios o lo que fuese? ¿Qué se proponía aquella agradable y encantadora criatura? No sabía si creérsela... Aunque por otra parte, los chicos habían sido muy reacios a contarle nada de su mundo y del kelpie... ¿tendrían alguna buena razón para ello? Tal vez estaban siendo atormentados por una fuerza maligna y por eso querían huir a la tierra... A ver, ellos decían que eran seres oníricos que pertenecían a los sueños... que se había forjado un lazo entre ellos, los sueños y ella, que era real... O eso creía...

- ¿En qué piensas? -preguntó el corcel, amable.
- Quiero verles. Quiero hablar con ellos.
- No creo que sea una buena idea... tratarán de influenciarte.
- Lo mismo que tú. Quiero juzgar por mí misma.

El poni dejó de sonreír y se puso muy serio.

- El Gran Creador dijo que lo harías. Que querrías unirte a ellos y que perderías la oportunidad de regresar. A ellos, que renegaron de ti y vuestros actos...
- No me importa. En la tierra estoy bien, no recuerdo con claridad nada más.
- ¿No deseas volver a ser un pegaso y volar?

Suena tentador, para qué negarlo -pensó Ëve. Las palabras del poni la hacían dudar, pero el Palomitero y el resto parecían buenos chicos y confiaba más en ellos que en aquel poni, para ser sinceros. Pero no iba a decirlo en voz alta.

- Déjame volver y hablar con ellos -dijo con una voz autoritaria que le sorprendió.
- Está bien. Monta.


Ëve se montó poco convencida en el poni, que volvía a tener la forma del kelpie alazán, y agarró con fuerza su crin. Cuando empezó a galopar se dio cuenta de que podía moverse, lo que la tranquilizó. Era su sueño, ella tenía el poder.

- ¡Ëve! -gritó el taxista en cuanto la chica volvió al paraje tropical y desmontó del kelpie.
- Hol... -sin darle tiempo a reaccionar el taxista le dio un gran y estrecho abrazo y le acercó demasiado su...- ¡Agh! -exclamó ella sin poder evitarlo y tratando de empujarle. No sirvió de nada porque todos se abalanzaron sobre ella a abrazarla y recibió algunos besos que no supo decir de quién eran.
- Piensa en todo lo que te he contado, Ëve... Solo la verdad -dijo el kelpie cuando las muestras de cariño cesaron. Regresaré si eso es lo que deseas, solo tienes que llamarme. Dicho esto, desapareció en la niebla.
- ¿Qué te ha contado ese corcel del demonio? -le preguntó la rubia zorra.
- Bueno... -empezó Ëve.



Dedicado a Eva, ¡feliz cumpleaños, tocaya!

23 septiembre 2016

Hide from the sun

A la luz del día el bosque de Yngre, cuyos árboles se mecían con suavidad en la lejanía, no parecía tan terrible. Sin embargo, Andre conocía el tenebroso secreto que escondía en su interior, un secreto que no podría revelar jamás si no quería un destino fatal. Se contempló el dorso de la mano, donde el símbolo de la bruja relucía oscuro contra su pálida piel. Un suspiro hizo que el Fero que la había salvado fuera a su lado.

- ¿Estáis bien, princesa?
- Estoy maldita... -susurró Andre con voz trémula.
- No os preocupéis. El tiempo...
- ¿No podéis salvarme con vuestra magia? -suplicó con ojos brillantes por las lágrimas.

El Fero retrocedió por un instante y sacudió la cabeza. Claro que no... No, de ninguna manera.

- Nuestra magia no puede portar sanación a una marca tan oscura. Pero si podemos aliviar vuestro corazón -dijo haciendo un gesto a los demás Feros. Estos se acercaron y formaron un círculo alrededor de la princesa.
- ¿Qué ocurre aquí? -preguntó Ttudo, que se había alejado un momento para acudir a la llamada de la naturaleza.
- Shh.

El Reotipo contempló a los elfos, que cerraron los ojos y se dieron las manos. Andre cerró los ojos a su vez y una luz comenzó a manar de las mágicas criaturas, formando una jaula de oro alrededor de la princesa. Los hilos dorados se oscurecían por momentos para después emanar su negatividad a la tierra, desde donde regresaba al lejano bosque, que parecía sonreír mientras la hojarasca cimbreaba con una brisa inexistente. Una vez finalizado el ritual, los elfos abrieron los ojos y se separaron.

- ¿Os encontráis mejor? -preguntó el Fero.
- Si -respondió Andre, cuyos ojos reflejaron un brillo azul lívido tan fugaz que pasó inadvertido a todo el mundo.
- Entonces creo que deberíamos continuar. El tesoro de los Reotipos espera desde hace generaciones a ser encontrado.
- Eso debería decirlo yo, ¿no? -preguntó Ttudo, que no podía soportar la presencia de aquellas criaturas y cuyo linaje era mucho más puro que el suyo y le daba más derechos sobre el tesoro de su pueblo.
- Tranquilo, amigo, solo un auténtico Reotipo podría encontrarlo. Sin vos no haríamos sino perder el tiempo -suavizó uno de los elfos.
- Pues eso... nuestra bella princesa nos guía con los manuscritos, vos... nos acompañáis y yo lo descubriré y lo entregaré al Clan Siniestro, su verdadero dueño. ¿Verdad, princesa?

Andre dejó de mirarse la mano y sonrió.

- Cuando deseéis.


El camino hacia el este era largo y tras dos días nublados por fin llegaron a las montañas Nürien, donde los pergaminos señalaban el origen del tesoro.

- Vuestro tesoro se halla perdido en estas montañas, en una cueva de misterioso poder donde un antiguo Reotipo lo ocultó hace siglos tras la guerra contra las brujas... -al decir las últimas palabras su voz hizo eco, lo que no pasó desapercibido para algunos de los Feros.
- Princesa...
- La cueva se encuentra en el interior de un arroyo, en el corazón de las montañas -prosiguió Andre con voz dulce- lo mejor será avanzar por esta senda, aunque es posible que debamos trepar...
- ¿"En el interior de un arroyo"? -repitió Ttudo.
- Así lo pone en el manuscrito.

Andre miró hacia el cielo, donde las nubes comenzaban a despejarse y mostrar algunos rayos de sol.

- Vamos, no perdamos tiempo -urgió- cuanto antes acabemos antes podré regresar a mi hogar y lidiar con mi embrujo.

El Fero que la había salvado la miró fijamente y Andre le sonrió con dulzura.


El paso por las montañas no era tan duro como habían imaginado. Las sendas estaban bien marcadas y a pesar de que no se encontraron con nadie en el camino, a excepción de algunos unicornios, no existía el silencio.

- Son tan hermosos... -suspiró Andre acercándose a uno de ellos. El animal se encabritó y alzó sus patas de forma amenazadora, por lo que la joven se retiró de inmediato. Supongo que será por mi maldición... -dijo sin más alejándose. Cuando todos se movieron la princesa se dio la vuelta y miró fijamente al unicornio, que le devolvió una mirada desafiante.

Tras atravesar varios pasos angostos entre las rocas, Andre se detuvo. El sol brillaba con fuerza en uno de los claros y los Feros, grandes amantes de la naturaleza, se sentaron en la hierba a descansar un rato.

- Venid, princesa, disfrutad de la luz solar tras tanta oscuridad -invitó uno de los elfos.
- No, gracias... Ya sabéis como son las costumbres de la corte, debo mantener mi piel pálida y perfecta... -se disculpó Andre sentándose al borde del angosto paso.
- ¡Qué elegancia desprende nuestra querida princesa! Mujeres así nos hacen suspirar en el este... -comentó el Reotipo con voz seductora. La joven tuvo un escalofrío y sonrió a duras penas.
- ¿Estáis segura? debéis estar helada en la sombra... -dijo el Fero que la había salvado.
- Al contrario, tanto caminar me ha dejado exhausta, prefiero refrescarme aquí...

El elfo la miró con fijeza y la princesa volvió a sonreírle impertérrita. Confiaba en que no sospechara nada o tendría que acabar con él...

Cuando el sol se ocultó tras unas nubes la princesa se descalzó y caminó por la hierba junto a los Feros, sonriendo y conversando alegremente sobre el tesoro de los Reotipos y el honor que para ella suponía compartir tal aventura con tan gallardos caballeros.

- De todos modos, deberíamos ponernos en marcha -dijo mientras miraba disimuladamente las nubes, que volvían a despejarse. Aún tenemos que escalar esta montaña antes de poder descansar esta jornada.
- ¿Escalar? ¿No podemos continuar por el valle? -preguntó el Fero, desconfiado.
- Es lo que ponen los manuscritos. El arroyo se encuentra tras esta montaña y nos llevaría al menos un día entero rodear por el valle. No deseo alargar la espera de mi amable compañero -dijo mirando al Reotipo, que hinchó el pecho de orgullo.

Como ninguno de ellos sabía descifrar los pergaminos no podían acusarla de mentir, por lo que se dispusieron a trepar. Al Fero le pareció muy extraño que casualmente aquella pared de piedra se encontrase a la sombra, pero guardó silencio. Las rocas estaban afiladas pero era fácil subir por ellas. En un momento dado, Andre se enganchó con una piedra y su túnica se rasgó, haciéndole un pequeño arañazo.

- ¡Oh, princesa! ¿estáis bien? -preguntó Ttudo, preocupado.
- Si, no es nada, solo un rasguño... Seguid, ya casi estamos llegando -dijo ella sin darle importancia.

Una vez llegaron a la cumbre, pudieron ver una profunda bajada y al final de ella un arroyo.

- ¡Ese es el arroyo! -exclamó Andre, emocionada- pero el descenso será difícil, lo mejor será buscar alguna cueva para pasar la noche.
- Si, además ya está atardeciendo... no será peligroso si lo hacemos a la luz del día -afirmó Ttudo.

El grupo descendió hasta un pequeño prado donde encontraron una caverna.

- Dejadnos echar un vistazo y ver si es segura -dijo uno de los Feros. Tras unos instantes regresaron y confirmaron que la cueva era lo suficientemente espaciosa para todos y que no había ninguna bestia salvaje en su interior, salvo algunos murciélagos que espantaron y unos huesecillos que sacaron fuera para hacerlo más cómodo a la princesa.
- En realidad los elfos preferimos dormir a la luz de las estrellas, pero quizá la noche sea demasiado fría para vos. Podéis dormir en el interior junto a vuestro amigo y nosotros montaremos guardia fuera. De todas formas, permitidnos buscar hojarasca y prepararos un lecho cómodo.
- Muchas gracias, sois muy amables.
- Voy con ellos, princesa -dijo el Reotipo para no quedar mal y maldiciendo que se le hubieran adelantado con tantos agasajos.
- Alguien debería quedarse con la princesa, por si ocurre algo...
- ¡Me quedo yo! -se ofreció al punto Ttudo.

Los Feros se alejaron y Andre vio cómo los últimos rayos de sol asomaban en el cielo a través de las nubes.

- Ttudo, por favor, comprueba que no quede ningún murciélago en la cueva y busca rocas para encender un fuego. Comienza a refrescar... -pidió la joven.
- A sus órdenes, mi princesa.

El Reotipo entró en la cueva y Andre miró los huesecillos de antes. Los recogió y los dispuso terroríficamente mientras sonreía demente en un lugar alejado de la vista de los elfos justo en el preciso instante en el que la luz solar rozaba su piel, que se arrugó y se volvió de un tono verdoso. La princesa caminó por el prado y vio un pequeño charco en el que se vio reflejada. Las partes de su cuerpo que el sol iluminaba eran las de una terrible bruja de ojos muertos azul pálido y pelo negro y liso. La princesa se movió alrededor del charco contemplando a su vez su reflejo y el de la bruja y sonrió de nuevo siniestramente mientras hacía que el agua se evaporase y miraba al cielo viendo como el sol se ocultaba casi del todo. Confiaba en que al día siguiente volviera a estar nublado.


Dedicado a Andrea, ¡feliz cumpleaños, princesa!

17 septiembre 2016

Back to Atlantis







https://www.youtube.com/watch?v=4BjWm_dPx9c

El océano azul era inmenso y enigmático como el lugar que estaba buscando su corazón... Nadie conocía su existencia, pero sabía que se hallaba cerca. Podía sentirlo... Una figura elegante apareció entre los arrecifes, aunque se encontraban a gran profundidad. ¿Una sirena? La criatura lo miró y sin mediar palabra comenzó a alejarse, por lo que la siguió entre las frías aguas. Cuando se volvió al oír un sonido que le recordaba a una antigua melodía la vio. Las ruinas de la civilización perdida de la Atlántida ante sus ojos. Su belleza era indescriptible a pesar de que las algas se habían adueñado del lugar. Las columnas de piedra mostraban su grandeza de antaño y la hermosa arquitectura de sus mejores tiempos, cuando aún estaba en tierra. Las vidrieras permanecían sin resquebrajarse a pesar de la catástrofe que había provocado la desaparición de la isla hacía milenios. Un misterio oculto en la eternidad...
Tenía que encontrar el laberinto que según las leyendas yacía en las profundidades del palacio real y narraba en su interior el origen olvidado de aquella enigmática isla... Unos ojos azules como el océano que les rodeaba volvieron a mirarlo para después alejarse de nuevo entre las ruinas con gracilidad. Sus ojos verdes la siguieron entre las columnas y los arcos que parecían pertenecer al palacio, pues su estilo refinado era digno de la reina que siempre había regido en el maravilloso archipiélago... La bella sirena le mostró una tablilla de piedra inscrita y desapareció entre las aguas...

"Mientras el resto de la humanidad surge lentamente de la prehistoria, el pueblo oculto de Atlántida ya disfruta de una civilización clásica. Rica en esplendor y sofisticación, la isla descansa en el centro de uno de los mayores océanos del mundo y posee un volcán aún no extinguido. Desde el comienzo del tiempo, la diosa de la luna Ammu ha reinado sobre todas las cosas ayudada por su consorte Sa'at, el dios sol... Lo que ocurre en el cielo, ocurre en la tierra; las estaciones se suceden, pero el tiempo parece que se ha detenido. Las recientes generaciones de la isla no recuerdan por qué o cuando sus antecesores se asentaron en el archipiélago, no conocen su origen ni su historia. Da la sensación de que su población ha estado siempre allí, con sus leyes, tradiciones y costumbres. Atlántida no cambia..."

Apartó la mirada de la inscripción y se dio cuenta de que otra sirena le miraba fijamente desde la lejanía... Había algo en sus ojos oscuros que no sabía descifrar, un silencio que parecía proceder de las nieblas del pasado... La ninfa del agua sonrió leve y misteriosamente e inclinó su cabeza tratando de atraerle. Sus cabellos de diferentes tonalidades flotaron en el agua mientras le señalaba una puerta casi derruida... Sin saber cómo había llegado a su lado, atravesó el lugar y vio lo que parecían los restos de la torre de las sacerdotisas de la Luna. Un árbol aún vivo movía sus ramas con las corrientes de agua y los símbolos blancos de la madera labrada se conservaban narrando la historia escrita por las ondinas para que nunca jamás fuera olvidada. Una historia que le situaba como un dios Atlante, una figura antigua y venerada por las generaciones de la isla...

"Sa'at trató de domar a la bestia pero se vio atrapado por ella. Ammu venció a la criatura, devolviéndola a su guarida en las profundidades del océano cósmico..."

Sabía que existía la torre del Sol. La ondina le miró y se alejó mostrándole el camino. Tras avanzar por las frías aguas la encontró ante sí y algo olvidado hacía mucho tiempo despertó en su interior. Él era el desciente de Sa'at en el mundo moderno... Sin embargo su isla, su querida Atlántida se encontraba oculta en el fondo del mar, lejos del alcance de sus dioses, tan solo viva en el imaginario de la humanidad. Un cristal brilló entre las ruinas de la torre y lo tomó en sus manos, sintiendo algo muy especial en cuanto lo tocó. Un recuerdo de la antigua gloria del archipiélago y de la magia que había poseído, secreta para todos los que no fueran elegidos, tan solo conocida ahora por las sirenas y por él, el guardián del pasado... Si más se alejó del lugar custodiado por las ondinas sumido en el silencio...


Dedicado a los seres de Astralia, artísticos y únicos.

07 septiembre 2016

Evocare ricordi

Un año increíble en muchos sentidos y un año más de blog. Me ha dado mucho en que pensar y tras muchas reflexiones, ante la amalgama de escritos sin sentido ni coherencia unos con otros (eh, esperad... ¿eso no suele ocurrir por aquí y lo llamamos "creatividad"? jaja) he decidido que a partir de ahora mi nuevo enfoque será escribir única y exclusivamente con música. Inspirada en esta ocasión por el gran Caleb Hennessy, un tío de lo más simpático cuyo talento merece ser escuchado por los auténticos amantes de la música ambiental, traeré novedades en cuanto a temática y forma de escribir. Las historias de cumpleaños serán como siempre -¡bienvenida Veneranda!- y las tradiciones continúan con la saga musical, que este año fue Visions (Legacy), un homenaje a las sagas anteriores. Y como siempre... ¡los premios Milan Manor!


Premios de la Academia Milan Manor:

Mejor historia: "Trapped in Autumn".
Mejor guión original: "In the middle of the night".
Mejor guión adaptado: "Karma".
Mejor montaje: "Pretty Girls".
Mejor fotografía: "Atlantean mysticism".
Mejor director: Wherynn.
Mejor personaje masculino: Lêandrö.
Mejor personaje femenino: Sêdnä (Lady Blue Kanoo).
Mejor personaje revelación masculino: Crälos.
Mejor personaje revelación femenino: Vênräedna.
Mejor nombre de personaje masculino: Lêandrö.
Mejor nombre de personaje femenino: Bêah.
Mejor interpretación: Ëve.
Mejor interpretación conjunta: Wherynn/Ädri.


Dedicado a Alias Pseudónimo, por no abandonarme nunca.