01 octubre 2016

Shot in the dark


Cuanto más avanzaban por el bosque, más deseaban abandonarlo. Llevaban un día y una noche viajando a través de él y las visiones que les presentaba cada vez eran más extrañas e irreales.

- Si no fuera porque es imposible... diría que estamos en medio del bosque de Nüymn -susurró Prôed.
- ¿Nüymn? -repitió Lêandrö- ¿El bosque maldito de las leyendas? Solo es un mito... -dijo con voz dubitativa.
- Píensalo... "Hermoso en su interior, maldito por los nigromantes de la noche, quien ose atravesarlo perderá sus dones y su juicio para vivir por siempre con sus seres diabólicos en una danza mágica sin fin...".
- No me lo creo. Más bien será un bosque especial y mágico, como tantos, y lo que ha creado la inspiración de un lunático... La leyenda, me refiero...
- ¿Qué dice la brújula?

Era la primera vez que Prôed la mencionaba desde que la había encontrado y el príncipe de los Leonîdas no sabía qué responder.

- Sus agujas giran en direcciones que no logro comprender... mira -dijo mostrándosela. Prôed cuidó de no tocarla y la observó detenidamente. Él tampoco la entendía. Variaba del noreste al sur y cada dos giros señalaba al oeste.
- Bueno, ni idea. Mejor continuamos nuestro camino, quiero irme de aquí cuanto antes... -dijo mientras observaba a los misteriosos seres azulados de las charcas.


Cuando casi caía la noche, ambos elegidos vieron que se aproximaban a la linde del bosque.

- ¡Al fin! Podremos proseguir nuestro rumbo al sur por un camino... -empezó Lêandrö, pero se interrumpió al ver cómo su compañero se detenía.
- ¿Qué ocurre? ¿Ves lo mismo que yo? -preguntó el heredero al trono de Nrym.

Lêandrö vio cómo la linde del bosque se alejaba parcialmente de ellos. Caminó unos pasos en su cabalgadura y la linde se alejó aún más.

- ¿Qué significa esto?
- Nüymn -musitó Prôed.
- ¿Cómo..?

Antes de que pudieran reaccionar se vieron rodeados por cinco figuras encapuchadas y altísimas que formaron un círculo a su alrededor. El príncipe oyó de nuevo aquella risita macabra y femenina...

- ¡Nigromantes! -gritó el señor de las tierras de Kyrien.

Las figuras alzaron sus manos e invocaron a los espíritus. Lêandrö y Prôed contemplaron impotentes cómo cientos de cadáveres vivientes se acercaban con lentitud dispuestos a acabar con ellos.

- ¡Desenvaina tu espada, Lêan! -ordenó su compañero viendo que éste parecía haber entrado en trance. Lêandrö le obedeció y pronto se vieron inmersos en una encarnizada batalla contra esqueletos y muertos. Prôed desmontó de Cólera mientras el valiente corcel alzaba las patas y golpeaba a aquellos terribles seres sin ningún miedo, al igual que el caballo del príncipe. El guerrero trató de asesinar a uno de los nigromantes, que comenzó a reír demente mientras la espada se clavaba en su corazón. Los otros magos trataron de atacarlos a su vez y Prôed logró deshacerse de uno de ellos mientras otro huía. Lêandrö estaba rodeado por varios esqueletos y los otros dos nigromantes y el señor de Kyrien acudió en su rescate. Sus movimientos eran lentos y torpes, como si una fuerza superior le retuviera. Prôed ahuyentó a uno de los hechiceros mientras Lêandrö acababa con el otro. Inmediatamente y tan de improviso como había comenzado, los muertos se retiraron mientras ambos escuchaban el eco de la risa femenina...

- Esa maldita sacerdotisa... -murmuró Prôed sin que su amigo le oyese- ¿Estás bien?

Lêandrö tenía varias heridas poco profundas y sus ojos estaban fijos en un punto en la lejanía. El heredero al trono de Kyrien se fijó en que su propio brazo sangraba y le dolía un tobillo, pero estaba demasiado preocupado por la actitud de su amigo como para pensar en ello. Sin mediar palabra, Lêandrö asió las riendas de su caballo y comenzó a caminar obnubilado hacia la linde del bosque. Prôed temía que alguno de los nigromantes lo hubiera hechizado con su magia oscura y agarró con fuerza su espada por si tenía que protegerse. El príncipe arrastraba la suya.

Al llegar al límite del bosque, Prôed vislumbró un sendero de piedra iluminado por la luz de la luna y se fijó en que ya era de noche. Lêandrö seguía caminando en silencio y con los ojos perdidos.

- ¿Lêan..? -arriesgó a preguntar su compañero. No obtuvo respuesta.

Tras un rato avanzando y con el señor de las tierras de Kyrien cada vez más pensativo tratando de adivinar qué le ocurría a su amigo y si era peligroso, Lêandrö se detuvo en seco y miró hacia el este, a un grupo de árboles a través de los cuáles fluía un riachuelo que parecía hecho de estrellas; el príncipe se agachó y metió la mano en él. Tras tantear un poco en la oscuridad, sacó un cofre de piedra del agua.

- ¡Buah, está helada, socio!

Prôed pegó un salto del susto. Lêandrö parecía estar perfectamente ahora y eso le confundía.

- ¿Pero qué...?

Ante su asombro, el príncipe de los Leonîdas abrió el cofre con naturalidad, en cuyo interior yacía un libro de nácar.

- ¿Otro símbolo de la Diosa? ¿Estás de broma? -dijo el señor de Kyrien, enfadado.
- Aún no te he dado las gracias por salvarme la vida -respondió sencillamente Lêandrö mientras tomaba el hermoso y brillante libro en sus manos.
- Si, señor Frodo -respondió secamente Prôed dándole la espalda y alejándose de él.
- Prô...
- ¡Ni Prô ni prû! ¿Cómo te atreves? ¡Yo soy el elegido! -exclamó furioso.
- Ambos somos elegidos...
- ¡¡No!! ¡está claro que yo no! ¡ya tienes tres símbolos de la Gran Señora! ¡¡tres!!

Cualquiera le dice que el libro de nácar sirve para interpretar la brújula y encontrar la flor de cristal índigo, pensó Lêandrö.

- Tienes que calmarte, socio... Si, de momento tengo más símbolos que tu, pero eso no significa nada...
- ¡Claro que si! Da igual si consigo la flor, ¡tu ya tienes tres! ¡y yo solo tendría dos!
- Prô... no significa nada, créeme. Te necesito en la misión tanto como tu me necesitas a mí. Acabas de salvarme la vida -le recordó.
- Y qué... tu te llevarás toda la gloria y nadie me recordará...
- No hacemos estoy por el honor, sino por la Diosa... -trató de razonar el príncipe.
- Yo ya no sé nada, no sé que hago aquí.

La risita macabra de una mujer se escuchó en la oscuridad muy cerca de ellos y ambos alzaron los ojos.


Dedicado a Leandro y Pedro, ¡feliz cumpleaños bollus!

2 comentarios:

Lêandrö dijo...

Muchas gracias me ha gustado tiene más acción que las partes anteriores :D :D :D está perfecto!

Whers dijo...

Aun así intentaré mejorar mis escenas de batalla, ¡no me acaban de gustar! No me convencen...