19 diciembre 2020

Nightwish

Epílogo

No existían palabras en ninguna lengua viva o muerta para describir lo que tenían ante sus ojos. En líneas generales la Quintaesencia era perfección pura, y estaba segura de que todos y cada uno de los presentes la estaban percibiendo de una forma totalmente distinta. Y entonces, su voz. 
Los cielos se abrieron en dos y los mundos se desgarraron. Podían ver el universo antiguo de Jeanpo reflejado en los charcos de lluvia, el futuro de las constelaciones en el firmamento y otras realidades entremezclándose con la suya propia. Tenían que detener la locura.

- My Queen...

Wherynn miró a los ojos a la Quintaesencia y se arrepintió al instante. Veía impotente cómo Srynna se veía arrastrada por su cautivadora presencia -¡traidora!- y cómo Jeanpo abría la boca en una mueca de horror. Thöw parecía encontrarse muy lejos de allí y los Nöh, Ikcn incluído, miraban con adoración y reverencia lo que habían invocado. No sabía qué hacer, y lo peor es que sentía que la única salvación era aliarse con la propia Quintaesencia. Pero sabía que solo era un espejismo y que no podía ocurrir si quería ganar la victoria. En fin, tendría que mantener la mente fría, para variar. ¿O no? Sonrió y la miró desafiante mientras ella alzaba la mano para detener a Srynna. La joven se quedó inmóvil y obnubilada mientras sendas gotas de lluvia caían sobre su rostro confundiéndose con lágrimas. La imagen del mundo de Jeanpo en los charcos osciló.

La Quintaesencia comenzó a acercarse lentamente a Wherynn como si de un animal salvaje se tratase. La joven, inexplicablemente, era capaz de mantenerle la mirada, hecho que parecía confundir y deleitar a los Nöh. Jeanpo tragó saliva y en un movimiento pausado, casi inexistente, asió su espada. La mano de Wherynn relucía. 

Y entonces, de nuevo, su voz.

Los mundos se fragmentaron aún más y las realidades comenzaron a difuminarse. Las fronteras de la imaginación cobraban vida en la realidad y mientras la Quintaesencia la miraba fijamente con sus ojos ambarinos pudo ver la profecía que le estaba destinada y entendió a la perfección el cambio en el mapa cósmico de su mano. El guerrero era la clave, naturalmente. Los dos hermanos. 

Y sucedió.


Estalló la guerra. Porque la Quintaesencia, la energía de vacío, cerró los ojos. No pertenecía a los Nöh que la habían invocado, ni pertenecía a los elegidos. Era el equilibrio entre el bien y el mal, la balanza entre todas las creaciones y realidades. Wherynn alzó la mano, Jeanpo esgrimió su espada y Srynna, liberada de ataduras, desató su poder. Y entonces todos los entendieron como si siempre lo hubieran sabido. Thöw era la tierra alimentada por el espíritu de la naturaleza;  Wherynn el fuego apasionado que arde en el amanecer de los tiempos; Srynna el agua dadora de vida y destructora de mundos con su diluvio; e Ikcn el aire voluble e intempestivo. Y él, Jeanpo, era el todo. El viajero entre los mundos, destino de la humanidad. Su propia Quintaesencia. 

Como profetizaron, el cielo se derrumbó sobre la tierra. Los mundos colapsaron y volvieron a renacer y los Nöh fueron destruidos en todas y cada una de las realidades que habían invadido, incluida la de Jeanpo. Todo esto ante los ojos cerrados de la Quintaesencia en la tormenta. Cuando la batalla dio a su fin, los abrió de nuevo. El ámbar de su mirada, que había permanecido plomizo ante la tormenta, se había tornado de un diáfano tono dorado que presagiaba un nuevo amanecer. Se acercó a los hermanos y unió sus manos con una sonrisa. Sus realidades se habían reconciliado al fin. Se acercó a Srynna, que repentinamente se mostraba tímida y no sabía dónde meterse y también le dio la mano y la tocó con su frente en señal de reverencia. La muchacha casi se desmayó y Jeanpo no pudo evitar una punzada de celos. Wherynn, cuya sensibilidad y empatía parecía haber aumentado a límites insospechados, sonrió alegre ante la mundanidad de aquellos gestos cuando habían estado a punto de morir en varias ocasiones. Luego le tocó el turno a Jeanpo, que casi contra su voluntad le dio un fuerte apretón de manos. La Quitaesencia susurró algo en su oído y el joven abrió los ojos como platos, complacido. Y cuando le tocó a Wherynn, la Quitaesencia alzó su mano, que se enfrió por instantes y con una caricia restauró su mapa cósmico para dejarle un recuerdo de lo acontecido. Tras besarle la mano con la elegancia de un antiguo caballero de épocas remotas, desapareció. Y el silencio del Parque Azëbera solo fue roto por Srynna.

- Eh... ¿Me mata alguien si digo que la Quintaesencia estaba muy potente?

Todo el grupo estalló en carcajadas ante la ocurrencia de la chica, incluso Jeanpo, que la miraba con infinita ternura. 



Año 2010 D.C. Asturias.

- ¡No, no y no! ¡Eso no fue así, yo no le desmembré! -chilló Srynna.
- ¡Anda ya, si solo te faltó hacer un ritual con su sangre a lo sacerdotisa demente!
- ¡Y a tí..! ¡A tí te molaban todos!
- ¿¿Disculpa?? -se hizo la ofendida su amiga.

Wherynn estaba ensimismada leyendo su relato a Srynna. Como su amiga había propuesto, estaba creando una novela de fantasía épica relatando sus aventuras como forma de canalizar todo lo ocurrido y porque era la única manera de hacer saber al mundo los hechos acontecidos, incluso si pensaban que eran "imaginarios". 

- Me describes como si fuera una loca psicópata... ¡Y no es para tanto!
- ¡Oooh...! ¡No, qué va!

Ambas estallaron en risas mientras Wherynn fingía tachar algunas de las líneas y hacer exégesis para narrar otros hechos. Srynna no supo si reír o llorar cuando vio que en una de las hojas ponía "parodiar más a Sry".

- Lo de la ardilla cotilla si que fue un puntazo -recordó Wherynn.
- ¡Ya! ¿Quién iba a imaginar que era una espía?
- ¡Ay, estaba tan mona con su capita negra...!
- ¡Muy cuqui! -coincidió Srynna- avergüénzate de haberle tirado una piedra... 
- Sí... La ardilla cotilla, me parto. 

- ¿Qué crees que será de Jeanpo?

Wherynn se quedó en silencio.

- A pesar de haber perdido los poderes...
- De poco nos servirían en el mundo real. Yo no los hecho de menos -mintió.

Srynna se quedó en silencio y acarició el anillo que llevaba en el dedo corazón.

- Ya queda menos para la visita... -sonrió dándole vueltas.
- ¿Y las aventuras que vivamos me darán para otra novela? ¿Quizá una trilogía? -fantaseó Wherynn.

Fin.


Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños cuco!

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