09 octubre 2013

Apricot stone

Todos la estaban mirando, así que trató de serenarse y saludar a la recién llegada

- ¡Hola! -contestó esbozando su sonrisa más falsa. Esperaba que no se notara mucho, era solo que aún no había superado la caída de ojos.
- Me llamo Pänsy, me han dicho en el valle que me buscabais.

"Caída de ojos a lo Pänsy", pensó Märga. Al ver que no respondía, Polvo de Galleta le dio un codazo poco disimulado. Märga le miró y después se dirigió a la hechicera.

- Debo hablar con vos de un asunto muy importante... -la joven sintió un escalofrío cuando vio que la otra se atusaba el pelo de forma... ¿sexy?
- Lo se. Estás muy guapa, Märga la meiga.

Märga comenzó a enfadarse. Aquella tonta sabía perfectamente quién era, se habían conocido hacía años cuando estudiaban el arte de la magia y, a pesar de su amabilidad, aquella joven no era amiga suya. Se había juntado con otras brujas que no le caían bien y... bueno, ¡qué mas daba eso ahora!

- Ya se que me conoces... ¿por qué has hecho esto? -preguntó armándose de paciencia.
- Necesitaba verte.

Más escalofríos. ¿No podía parar con el pelo..?

- ¿Por qué?
- Con un motivo muy claro...


La joven la contempló con sus grandes ojos saltones y Märga esperó a que continuara. No lo hizo.

- ¿Y bien? -estaba perdiendo la paciencia...
- Alguien se acerca.

La meiga miró al novio de Princesa y se quedó pensativa. Le daba la impresión de que era la primera vez que hablaba en años...


- No hay nadie... -dijo Chico-chica, algo extrañado.
- Muchos habitan este valle, no todos son visibles...


El grupo comenzó a mirar hacia todos lados tratando de captar aquellas presencias, sin éxito. Todos menos Märga, que se estaba empezando a cuestionar si no sería conveniente lanzarle una maldición a la hechicera para que hablara. Luego ya la liberaría... o no... 

- Sería estupendo poder recuperar mi cuerpo, de verdad... -se dirigió Polvo de Galleta a la bruja con voz suplicante.
- Ya lo se... pero antes vuestra meiga tendrá que hacerme un pequeño favor.

Märga la contempló en silencio. ¿Cuál sería la mejor maldición? ¿Una que le hiciera crecer los ojos hasta convertirla en una suerte de criatura más grotesca aún? ¿Una que la convirtiera en la mujer más peluda del mundo?


- ¿Cuál es ese favor? -primera la escucharía, luego ya vería qué haría...

La hechicera se acercó a ella y susurró unas palabras en su oído. Märga la miró anonadada. ¿Pero qué diantres..?

- ¿Y bien? ¿recuperaré mi cuerpo o no? ¡por favor!

- Antes tengo que asimilar esto...
- Perdona, te estoy invadiendo -dijo Pänsy, alejándose de ella.

- No, de nada... -contestó la meiga distraída.
- ¿Qué hay que hacer? ¿puedo hacerlo yo? -preguntó Polvo de Galleta, desesperado. La meiga entendía que quisiera recuperar su cuerpo, pero vaya, la que había salido perdiendo más era ella...
- Märga sabrá qué hacer, no te preocupes -trató de consolarlo Princesa por sorpresa.


Se había quedado de piedra. Pero bueno, si era la única forma de recuperar su cuerpo...

- Ya se ha decidido -informó Pänsy, viendo como su rostro adoptaba un gesto de resignación- pronto volveréis a ser vosotros mismos -sonrió con dulzura.
- Si... bueno chicos, espero que estéis dispuestos a viajar lejos...
- ¿Lejos? ¿cómo de lejos? -quiso saber Km3.

- Êdimbürgh.



Dedicado a Marga, ¡feliz cumpleaños cuqui!

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