01 octubre 2014

Hand of sorrow

Era un ser terrenal, los designios de la Diosa no eran para él. Tenía el amuleto de rubí, pero no significaba nada.

Era una criatura de la tierra, no era digno de gloria. Tenía el anillo de ópalos, pero no simbolizaba nada.


Los pensamientos oscuros sumían a los dos Elegidos mientras se dirigían al oeste. La siniestra y enigmática sacerdotisa había nublado su juicio y a la vez les había mostrado el camino, pero había hecho mella en su raciocinio, más de lo que podían imaginar...

- Aquella mujer... -comenzó Prôed antes de que su voz se quebrara.
- No dejo de pensar en ella... -reconoció Lêandrö.
- Yo tampoco. 

El silencio se hizo entre ambos, que no volvieron a decir palabra hasta mucho tiempo después.

El atardecer fue ensombreciendo la luz hasta que apenas iluminaba el paisaje. Era una noche de luna menguante y casi no se veía nada.

- Deberíamos parar, socio.

Prôed alzó la mirada y se detuvo. 

- Hay algo extraño en este lugar -terció.
- ¿El qué?

No sabía explicarlo. Estaban en la linde de un bosque y aún se oía el susurro del mar, pues cabalgaban cerca de la costa. Parecía un sitio agradable, un páramo abandonado hacía tiempo por el que nadie pasaba y donde podrían hacer noche sin emboscadas. 

- ¿Un páramo en un bosque?

La voz del príncipe de los Leonîdas se oyó lejana, amortiguada, como si se hallase en lo más profundo del interior de una cueva. Incluso le pareció notar un deje femenino en su tono...

- ¿Estás bien, socio? -preguntó su amigo, preocupado.
- Si... yo... ¿no lo notas?

La voz del señor de Kyrien se escuchó alejada, opaca, como si se encontrase en un recóndito abismo. Incluso le dio la impresión de que tenía un deje femenino en su tono...

- Vale, creo que se a qué te refieres.
- Esa bruja nos ha hechizado.

Lêandrö le miró fijamente. No podía revelarle su visión, pero tenía la certeza de que eso simplificaría toda la misión. Adivinó por la mirada de su amigo que el pensaba exactamente lo mismo. 

- La Gran Señora quiere que sean dos los Elegidos, y empiezo a creer que cada uno ha de cumplir su propio destino... 
- Jo, a veces te pones tan profundo... -dijo Lêandrö con voz soñadora.
- No te rías, es en serio. La profecía...
- Si, si, la profecía, el oráculo, yo solo sé que estamos en un sitio que me da muy mala espina y no tiene sentido y que tengo hambre y sueño...
- Espera...

El heredero al trono de Nrym bajó de su montura y se aproximó a uno de los árboles. Había visto un símbolo parecio a los Äen, pero...

- Escrito como si no dominaran la lengua...
- ¿Qué dices? me he perdido... -suspiró Lêandrö mientras su estómago rugía temiblemente.
- Creo que los símbolos pertenecen a los seres de las estrellas... -susurró Prôed acariciando la corteza.
- ¿Los seres de las estrellas? jijiji... -rió por lo bajo el príncipe.
- ¡No te rías! ¿no crees en ellos?
- Bueno... los antiguos hablaban sobre su existencia, en las runas los mencionan... aunque...
- ¡No crees! ¡y luego los salvajes somos los de Kyrien!
- ¡Vuelve a montar a Cólera, tendrá más gracia..! 

- ¡Son ellos! ¡la sacerdotisa era una de su clan! -gritó Prôed, eufórico.
- Valeee... Si eso voy buscando algo de caza o alguna baya y tu descifras los caracteres... -propuso Lêandrö, poco convencido.
- ¡De acuerdo! ¡ya verás, Lêan!



Dedicado a Leandro y Pedro, ¡feliz cumpleaños majos!

2 comentarios:

Lêandrö dijo...

La historia continua ... Lo de socio me encanta jijijiji Gracias !!! Un abrazo grande !!

Unknown dijo...

me encanta, jaja... El jo, a veces te pones muy profundo, real como la vida misma jajaja. Un beso