14 febrero 2015

Mutter


Epílogo


Definitivamente, era un mundo imposible. Guîmorëll había logrado acariciar levemente el palantir mientras se concentraba para viajar a aquel mundo de su mente a través de las nebulosas y lo había conseguido. Se encontraba en una suerte de lugar que era con diferencia el más extraño y exótico que había visitado jamás. Como el propio orbe le había mostrado, en aquel sitio las criaturas no poseían magia alguna ni poder, y a aquellos tipos de dones los llamaban "sobrenaturales" cuando no había nada más natural que poseerlos... Se veían inmersos en una realidad que le resultaba fascinante, ya que parecían desconocer la vida que el tan bien conocía, y para ellos era pura imaginación... Tenían un concepto totalmente contrario al suyo en cuanto a "imaginación" se referían... Los intervalos temporales eran insólitos pero parecían guardar un cierto equilibrio entre ellos... aunque por razones que más tarde le explicaron, los días y las noches no siempre eran igual de largos, dependían de las estaciones... ¿Quién lo hubiera pensado? 


Oniros sonrió desde su reino. Aquel Rômendazmne comenzaba a vislumbrar la verdad.... 


Pasó mucho tiempo en aquel mundo. Mucho más del que solía dedicar a los reinos que visitaba y sobre los cuales escribía su crónica... De hecho, ya casi la había olvidado. Quería viajar, conocerlo en profundidad, desentrañar todas sus curiosas costumbres. Los seres que lo habitaban eran prodigiosos. Tenían el poder del conocimiento, y también de la destrucción. Eran maravillosamente impredecibles, y pronto aprendió a convivir con ellos... Tanto, que comenzó a adoptar sus costumbres. Tanto, que se quedó allí para siempre. Y una noche, por primera vez en su vida, durmió. De donde él procedía, las gentes descansaban dejando volar su imaginación, pero estos seres "dormían", es decir, entraban en un estado en el que cesaba toda actividad consciente y movimiento voluntario. Y en ese estado poseían el don de viajar a otra esfera, la de los sueños... Un mundo mucho más conocido para él... su propio mundo. Un lugar reinado por Oniros desde su trono en el espacio más complejo de todos, pues nadie soñaba nunca con él... 


Oniros volvió a sonreir. Por fin había descubierto el misterio. 


Fin.



Dedicado a Guillermo, ¡feliz cumpleaños emiratí!

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